Malas Decisiones.!

Una semana después.

Lorenzo había comenzado a negociar con la empresa de Mario, pero aún no había llegado a ningún acuerdo concreto.

Abuelo, no creo que esté lista para casarme con Jeremy. Quiero seguir trabajando diseñando vestidos, y casarme con él me impediría hacer todo eso, le expresó Nova a su abuelo mientras él le tomaba la mano en un conocido restaurante.

Entonces, atiende las llamadas de ese chico y dile que aún no te quieres casar, que necesitas conocerlo mejor, dijo mi abuelo, mientras miraba mi teléfono que no dejaba de sonar.

Sí, abuelo, no te preocupes, ya me voy para que tengas un momento a solas con el nuevo inversionista, respondí, levantándome de la mesa, tomando mi bolso y dandole un beso en la frente a mi abuelo.

Ve con cuidado, mi niña, dijo el abuelo mirándome.

Lorenzo iba en su coche junto a su padre cuando miró por la ventana y allí estaba la chica que había estado buscando durante toda la semana.

—¡Espera, papá! ¡Detén el auto! —le dije a mi padre, lleno de desesperación, ya que quería saber su nombre y pedirle su número de teléfono.

—¿Te has vuelto loco? No puedo parar aquí, esto es una avenida rápida y, además, ya vamos tarde —respondió mi padre.

Sentí una gran impotencia al verla perderse entre la multitud.

No puedo creer que la he vuelto a perder, dije molesto, llevando mis manos a la cabeza.

¿De quién hablas?, me preguntó mi padre, desconcertado.

De una chica que conocí la otra vez. No pude saber su nombre, pero no importa, respondí mientras suspiraba.

Sí importa, tú nunca hablas de ninguna mujer, comentó mi padre, sonriendo.

Al llegar al restaurante, el dueño de la compañía de moda ya nos estaba esperando. Mi padre estaba muy entusiasmado por conocerlo.

Si tu hermano es inteligente, se casará con una de las nietas de este hombre millonario, dijo mi padre mientras ambos caminábamos hacia la mesa donde se encontraba él.

Buenas tardes, don Mario. Lamento la demora, pero el tráfico está muy complicado debido a la lluvia. - dije sonriendo mientras le daba la mano al hombre y me hacía a un lado para presentar a mi padre.

No te preocupes, Lorenzo. - respondió Mario.

Señor Mario, él es mi padre. - comenté, mirando a mi padre, quien de inmediato le ofreció su mano.

Rómulo Bennett, a sus órdenes. - dijo mi padre con amabilidad.

Mucho gusto, don Rómulo. Por favor, tomen asiento. - dijo Mario, mientras echaba un vistazo a los papeles en la mesa.

“El contrato ha sido modificado porque tengo a mi propia diseñadora y no quiero que mi marca esté en manos de cualquiera”, dijo Mario.

“Entiendo. No tenemos ningún inconveniente, solo nos gustaría saber quién es, ya que es mucho trabajo para una sola persona”, respondí desconcertado, ya que había reunido a los mejores diseñadores para el contrato.

No te preocupes, mi diseñadora es excelente; ella se encargará de este proyecto. Además, en unos días la conocerás, así que no te inquietes, Lorenzo, dijo Mario.

Entonces es un hecho. Me alegra que, además de estar a punto de ser familia, ahora también seamos socios, comentó Rómulo con una gran sonrisa.

¿Por qué lo dices? preguntó Mario, algo incómodo por las palabras de mi padre.

Una de sus nietas es novia de mi hijo y al parecer se quieren casar pronto, respondió mi padre.

Bueno, don Rómulo, sé a quién se refiere, pero debo expresar que no estoy de acuerdo con que se casen tan pronto. Es importante que se conozcan mejor. Además, mi nieta es una niña inocente que aún no sabe lo que realmente quiere. Dejemos que los chicos lo tomen con calma, comentó Mario, dejando a mi padre sin palabras.

Yo tengo que retirarme, pero los dejo celebrar. Fue un placer hacer trato con ustedes, dijo Mario, levantándose de la mesa y despidiéndose con un apretón de manos.