Rompiendo Reglas

Isaías Belmonte

El día más esperado ha llegado y hoy por fin podremos hablar con mi linda rusa, aclararemos lo que pasó en la boda de Emilio, le preguntaré puntualmemte por qué se fue, porque nunca llamó, etc.

Me levanto de mi cama de buen humor, más que otros días, reviso el celular y tengo un mensaje de un número desconocido, pero puedo suponer de quién es por el contenido...

📩 Te espero a las 15 hs. Prométeme que escucharás sin enojarte.

📨 Lo prometo, mi rusa.— respondo

Ha estado con ese verso desde el primer día que volví a verla, por lo que ya me preocupa lo que deba decir... ¿Qué es? ¿Me dirá que no significó nada lo de ese día? Pero, entonces ¿por qué querría intentarlo conmigo?

No, debe ser otra cosa, tal vez, ¿se casó? ¿Está pasando por un proceso de divorcio? Aunque un año y medio no daría para tanta historia... mi ceño se frunce por las tantas posibilidades, por tantas preguntas sin respuesta hasta que sea la bendita hora...

Bajo a desayunar en presencia de mis padres y Federico, los cuales me miran raro por la sonrisa que traigo en mi cara, porque sí, empecé a sonreír sin importarme nada más, elijo quitar los malos pensamientos e interrogantes, para enfocarme en lo importante, estaré solo con Eliani y no, no la quiero para pasar un rato de diversión. Con verla a los ojos y respirar el mismo aire, estaré feliz.

—¿Anoche dormiste bien?— pregunta papá y asiento.

—Por suerte, sí.

—¿Qué te pasó, bebé?— mamá sigue siendo amorosa y tratándonos como si fuéramos niños.

Papá le cuenta un poco sobre los sentimientos que tuve y lo que recordó por ese cuento, por lo que ambos empezaron a reír y bromear sobre un posible mini Belmonte, por lo que no me queda más que rodar los ojos.

—Pueden tener razón, solo faltas tú para tener hijos— dice Fede logrando que todos los miremos.

—¿Cómo es eso? —pregunta mamá— ¿tú has tenido hijos?— lo mira mal mientras lo señala.

— No, yo digo sobre los cuatrillizos o Bella— aclara de inmediato— Seré el tío soltero y consentidor. Sin dudas —bromea.

—No quisiera irme de este mundo sin conocer hijos de tu parte, pero me alegra que no hayas tenido bebitos sin hacerte cargo. —Mamá siempre con dramatismo.

—¿Hoy ocurre algo bueno?— papá cambia de tema, mirándome.

—Espero que sí— le sonrío y me regala una mirada interrogante, invitándome a que siga con la historia— Hablaré con Eliani. —confieso.

—¿Sobre qué?— pregunta Fede—¿Quitarán dudas e intentarán algo?

—Exacto— no digo más que eso. Ya es suficiente información.

Yo jamás digo lo que hago, lo que pienso o lo que quiero, pero esta vez estoy tan feliz que nada más me importa.

—Ojalá todo salga bien— dice mamá sonriéndome.— Sé cuantos años te ha gustado y has callado.

Esas palabras me dan a entender que a las madres nada se les escapa, porque siempre lo supo y calló igual que yo. Nunca se metió, ni opino, tampoco me dio consejos para no irrumpir mi privacidad.

—Mamá sabe muchas cosas— dice Fede— Eso da miedo.

—Sí, lo sé, jovencito— lo mira mal y continúa— te quedas sin Yate los próximos meses— avisa.

—¿Por qué?— pregunta él, un poco enojado.

—El futuro doctor está haciendo demasiadas fiestas.

Fede no dice nada porque aquí todos sabemos que es cierto y la palabra de mamá se respeta; esa autoridad no la supera ni siquiera Brandon Belmonte, nuestro padre.

Creo que me vengo salvando, ya que todavía no se enteró de que corrí el sábado pasado, pero no dudo que demore en regañarme.

Luego del desayuno, decido entrenar un poco para liberar la ansiedad que estoy sintiendo y Dios sabe cuanto me estoy absteniendo de agarrar la moto y acelerar hasta el acantilado, pero no deseo retrasarme, ni tener un accidente por los nervios. Quiero llegar sano y salvo a la casa de mi rusa.

De tantas preguntas que tuve más temprano, empiezo a quitar tensiones para no explotar en el momento que me entere de lo que justamente teme que me enoje. Pero ¿así de grave es? ¿En serio podría enojarme por algo que ella haya hecho? En realidad, lo dudo mucho... Mi rusa no podría decepcionarme con nada, confío en ella y la decisión que tomó en su momento. Sé que tendrá una explicación grande e igual de importante.

Tal como soy, voy a reflexionar en cada palabra que diga, en cada acción que ejecute y gesto que haga, porque siempre soy bueno leyendo a las personas y supongo que no se me hará difícil con ella.

Está bien, fui muy poco inteligente, intuitivo y observador, cuando no noté que le gustaba, pero a mi defensa, nunca pase tiempo con ella en el pasado y tampoco la descubrí mirándome. ¿Así cómo sabría que me amaba? Sin embargo, hoy puedo disfrutar de su compañía y examinar la posible noticia.

Por mi parte, solo tengo las dos preguntas antes mencionadas. O sea, según recuerdo, hubo un tiempo en el que ella se desapareció completamente y ni siquiera sus amigas podían comunicarse, por lo que necesito saber qué pasó en ese tiempo.

Me ducho despacio siendo consciente que tengo tiempo de sobra y luego bajaré a almorzar, aunque son casi las 14 hs.

Sé que debo tomarme todo con tranquilidad porque la tensión puede acompañarme las próximas horas, además no sé si luego querré comer algo, ya que los nervios muchas veces me traicionan y puede que se me cierre el estómago hasta calmarme.

El temor de Eliani me fue contagiado y no puedo parar mi mente, sacando conclusiones, que espero, sean erradas porque solo puedo pensar en cosas negativas.

Jamás, en mis años de vida, estuve tan inseguro como hoy.

Terminando de comer, voy a hacer mi higiene bucal y agarro las llaves del auto, el cual nunca lo uso, pero lo hallo ideal para este día, puesto que es más seguro para mi bienestar.

Me pongo un poco de perfume mientras me miro en el espejo y suspiro.

—Espero estar guapo para ella— digo dejando el frasco en mi mesa de luz y salgo de la habitación.

Como ya es sabido, el viaje me lleva diez minutos, por lo que pronto estoy frente a sus rejas.

—Es hora de la verdad— susurro cuando los guardias me permiten el paso.