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El Libro Maldito

El Libro Maldito

Status: En proceso
Genre:Mitos y leyendas / Romance / Terror
Popularitas:269
Nilai: 5
nombre de autor: Ana María H

_ Llego a mi casa después de un día agotador, solo quiero un baño y dormir por toda una semana. Todo está oscuro, entro sin fuerzas, camino como zombi hasta que ¡bam! caigo en el piso. ¡Mierda! He tropezado con algo. ¡¿Qué es esto?! Enciendo las luces, !!! Mi casa esta toda revuelta, faltan los muebles, no hay nada todo está vacío. Ni los electrodomésticos, ni mesas, ni sillas, no hay nada. ¿A dónde han ido mis pertenencias?, avanzo por la habitación, ¡me han robado!, ¡¿cómo sucedió esto?!

NovelToon tiene autorización de Ana María H para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Poseídos

Verónica: ¿eh? ¿es en serio?

Alex: sinceramente no lo sé

Verónica: ¿un conejo? ¿y qué quiere decir con la heredera de la casa Harrison? Yo soy la única aquí ¿y esa niña?

Alex: Vero, este libro tiene algo extraño

Verónica: ni lo dudes

Alex: no me refiero a su contenido, sino a el mismo. Has notado que muchas partes que están escritas tienen hojas en blanco, como si la historia no hubiese terminado.

Verónica: lo noté, será que alguien lo escribe. Es extraño que me involucre si acabo de llegar

Alex: solo podemos preguntarle a alguien y es Claus, pero es una causa perdida

Verónica: no lo menciones, ¿cuanto tiempo ha pasado? Ya estoy famélica

Alex: no comimos nada en todo el día, este libro hace que las horas se vallan volando. Ni siquiera notamos el paso del tiempo hasta ahora

Verónica: iré a ver

Alex: olvídalo, Claus cerró con llave

Verónica: está abierta

Alex: ¡¿qué?!

Verónica: está abierta. *Tomo el picaporte y abro la puerta de par en par*. Al parecer ya podemos salir

Alex: eso es raro. *Claus parecía muy serio cuando cerró. No tengo mucho tiempo para pensar, en el por que podemos salir. Verónica ha salido, así que voy tras ella*. ¡Espera! !no vallas por ahí!

Verónica: ¿por qué?, son solo supersticiones. Vamos, ¿de verdad vas a creer todo lo que dice? Puede ser que ese libro lo haya escrito alguien para pasar el tiempo.

Alex: aún ...así. *La sigo por los pasillos, esto no me gusta debemos volver.*

Verónica: *esta es la oportunidad perfecta para ver que hay en las habitaciones, quiero vender todo e irme cuanto antes. Abro la primera puerta que encuentro, enciendo las luces. La iluminación a media luz y las decoraciones en rojo, le dan un toque romántico al lugar*. La habitación de los amantes.

*Detrás de mí entra Alex alterado.*

Alex: ¿por qué entraste? Vamos, debemos volver. Por favor Vero, no me da buena espina. Algo aquí se siente raro

Verónica: no seas cobarde. *Me acerco a la gran cama con sábanas rojas, está llena de rosas y su perfume... ¿Las rosas siempre han olidoasíi de bien? Es un aroma relajante, pero por alguna razón mi cuerpo siente caliente y me recorre una sensación hormigueante por todas partes. Pero esa incomodidad parece calmarse con las manos que acarician mis brazos, con los labios que besan mi cuello. Solo puedo dejarme llevar, disfrutarlo. Como si estuviera poseída por el deseo de alguien más que se escurre debajo de mi propia piel* Ja...ck

La noche había llegado y con ella los personajes principales de la habitación de los amantes. Verónica inducida por los deseos de Pearl. Alex poseído por las acciones de Jack, besaba a Verónica. Entre caricias iba quitando sus prendas, mientras ella se perdía en ese sentimiento intenso que las vivencias de otra persona le hacían sentir. La derribó sobre la cama, las rosas cayeron esparcidas por todas partes. Besó su cuello, tiró de su ropa hasta rasgarla, tomó sus pechos cuál niño pequeño haciendo su cuerpo arquearse. Haciéndola tomar su cabello, impidiéndole detenerse, exigiendo más. Más caricias, más placer. Así que siguió ese camino de besos sobre su pecho, su abdomen, bajando hasta que la habitación se llenó de gemidos. Con las sábanas arrugadas al sostenerlas con fuerza, experimentó el placer que se negaba desde hace algún tiempo. Cuando su cuerpo dejó de agitarse se encontró dada vuelta, con un peso familiar en la espalda y el roce de algo duro contra su piel.*

Alex: muero por tenerte por completo, pero no podemos correr el riesgo. No puedes llevar mi semilla en tu vientre Pearl.

Aquella voz baja llena de deseo reverberaba en sus oídos. Mientras esa boca vagaba por su espalda, mordía sus hombros y sus manos... sus manos la llevaban a nuevas alturas. Ninguno estaba plenamente consciente, pero tampoco del todo ajenos.

Verónica: *¿qué...es esto?*

Verónica intentaba despertar, pero en el fondo de su conciencia solo había el eco de una voz que opacaba todo sentido y su clamor era solo uno "te deseo". Pero un sentimiento más primitivo le hizo recobrar algo de sentido, el miedo. Recordó la historia leída noches atrás, no son solo dos amantes furtivos en la habitación, había alguien más. El espejo cerca de la cama mostraba una silueta cerca de ellos

Verónica: *eso no estaba antes*

Como podían no haberlo visto, pero ahí estaba en un rincón, mirándolos en silencio. De esa figura se extendían las sábanas rojas y las rosas que llenaban la habitación. Como una gran tela de araña que atrapó a sus víctimas justo en el centro y solo podía tratarse del personaje que faltaba.

Verónica: *mierda, la esposa.*

Quería pedir ayuda, apartarlo, pero de su boca solo salían gemidos. Sus manos lo atraían más a ella, al parecer el guion de esa habitación no podía cambiarse. Si no se podía hacer más que sucumbir al placer, tal vez podría reescribir la escena.

Verónica: oh Jack, por que no hacemos algo diferente.

Alex: ¿qué propones? Siempre estoy dispuesto a complacerte.

Lo derribó quedando sobre él, agitando sus caderas sobre su cintura, haciendo su deseo arder para luego apartarse de manera juguetona como quién atrae a su presa.

Alex: no deberías haber hecho eso

Se abalanzó sobre ella robando sus labios, sosteniéndola contra la madera, haciendo que sus piernas aprisionaran su cintura mientras ambos se fundían en un beso abrazador.

Verónica: *¡dios! ¿Cuándo Alex aprendió a besar así? O ¿será Jack?*

No tuvo mucho tiempo para resolver la duda, las manos que aprisionaban sus caderas con fuerza apretaron su agarre mientras la embestía hasta hacer la madera crujir. Se rozaban por encima de la poca y desacomoda ropa interior en una danza frenética. Su mente, su propósito, se nublaba por el placer del simple roce. Mientras su rostro se teñía de rojo podía verla detrás. La esposa, ese espectro silencioso cubierto con ese manto carmín que hacía juego con la habitación. Estaba ahí sin hacer ruido, observando como eran consumidos por el fuego de la pasión, pero no observaría para siempre en su mano empuñaba el arma que terminaría con ese placer indecoroso. Apuntaba justo a su pecho, si no hacía algo ese disparo los atravesaría a ambos, serían parte de las trágicas víctimas en esa habitación y su compañero no parecía ser consciente de esa presencia en su espalda que amenazaba sus vidas. Levantó el arma entre lágrimas, testigo de un amor culposo que rompían su corazón en pedazos. Una traición desgarradora, su esposo, su hija, verlos juntos le revolvía las entrañas, maldecía una y otra vez el día que se casó con ser que disfrutaría de su propia carne, el día que dio a luz a una criatura tan desvergonzada que se entregaría a su propio progenitor asi que disparó. Pero Verónica no había actuado en vano, lo había sacado de la cama, era sostenida contra la madera de la puerta. Cuando la vio levantar el arma tomó el picaporte de la puerta abriéndola, el disparo resonó, pasó por encima de sus cabezas y ellos cayeron enredados en el piso.

Seha: ¡no! ¡no! ¡nooooo!

Los gritos del espectro resonaban en toda la casa despertandolos por completo de la ilusión, haciendo que instintivamente se alejaran mas de la entrada de esa suit de pasión mortal, pero ese espectro no los dejaría ir fácilmente. Cuando se disponía a ir por ellos la puerta fue cerrada abruptamente manteniendo dentro la furia de esa esposa vengativa.

Claus: ¡qué diablos! ¡¿por qué han salido de la habitación?! ¡Están locos! No saben la suerte que han tenido en salir de ahí con vida.

Ambos estaba sorprendidos, asustados, en shock, enredados el uno con el otro prácticamente desnudos en una pose incómoda, comprometedora, con uno que otro problema evidente. Su mente sumida en el terror de ser acariciados por la muerte y sus cuerpos aun calientes por el placer desbordante de esa habitación.

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