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Welcome To The Imgard

Welcome To The Imgard

Status: En proceso
Genre:Romance / Venganza / Intrigante / Época / Traiciones y engaños / Sherlock
Popularitas:504
Nilai: 5
nombre de autor: Nijuri02

En el elegante y exclusivo Imperial Garden (Imgard), un enclave de lujo en el Londres de 1920, la vida de las doce familias más ricas de la ciudad transcurre entre jardines impecables y mansiones deslumbrantes. Pero la perfección es solo una fachada.

Cuando un asesinato repentino sacude la tranquilidad de este paraíso privado, Hemmet, un joven detective de 25 años, regresa al lugar que dejó atrás, escondido tras una identidad falsa.
Con su agudeza para leer el lenguaje corporal y una intuición inquebrantable, Hemmet se sumerge en el hermético círculo social de Imgard. Mientras investiga, la elegancia y los secretos del barrio lo obligan a enfrentarse a su propio pasado.

En Imgard, nada es lo que parece. Y cada elegante sonrisa esconde un misterio.

NovelToon tiene autorización de Nijuri02 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo Doce: Calles

"De vez en cuando, vuelve hacia las personas que te hicieron un favor. Es bueno demostrar que también estamos para ellos".

Atte: Papá.

Ya eran las 18:30 de la tarde. El sol caía lentamente, dejando destellos de luz dorada en las calles de Londres. Hemmet caminaba tranquilo, a paso lento y seguro, observando las tiendas y a las personas que se apresuraban. Por momentos, se encontraba con callejones sombríos, donde gatos flacos y vagabundos, casi en los huesos, vivían mendigando un trozo de pan, mendigando un día más de vida. Otros, seguramente esperaban una enfermedad silenciosa que prometía terminar con ellos. Era lo común en aquel lugar.

Hemmet se esforzaba por no inmutarse. Esa imagen le dolía, al fin y al cabo, era humano. Por eso daba valor a su propia vida, porque al menos, tenía un propósito por el que vivir.

Su sobretodo oscuro, tan largo que casi tocaba el suelo, se sacudía con su caminar. Llevaba las manos en los bolsillos de sus pantalones grises con rayas verticales negras, y su chaleco oscuro se pegaba a su pecho. En su cabeza, una boina cubría su cabello. «Esto me hace sentir viejo», pensó, pero no tenía otra opción. Debía lucir como un "Detective de pies a cabeza".

De pronto, se detuvo en seco. Un sonido proveniente del techo de una casa lo alertó. Levantó la cabeza levemente, solo para ver a un gato cruzando la esquina con total tranquilidad.

—Mis años en América me han vuelto un poco paranoico —se dijo a sí mismo, con una sonrisa amarga. —Tendré que hacer una parada antes.

Hemmet entró en una sastrería. Un anciano alto y delgado lo recibió amablemente. Vestía de forma impecable y parecía un sastre de primer nivel.

—¿Qué se le ofrece, joven? —expresó mientras se frotaba las manos, una cortesía mecánica en su voz. Su prominente bigote negro tapando su boca.

—Buenas tardes —dijo Hemmet, quitándose la boina en señal de respeto. —Solo venía a buscar un bastón.

—¿Un bastón? —dijo el anciano con una nota de extrañeza en la voz.

—¿Algún problema, señor?

—Oh, no, señor, disculpe si lo ofendí. Pase y vea nuestro catálogo —siguió el sastre, agachando la cabeza con humildad.

Hemmet entró, caminando unos metros hacia una canasta llena de bastones que parecían pertenecer a lores. Había de todo tipo: largos, cortos, oscuros, rojos, dorados, con marcas distintivas y detalles artesanales.

—¿Y exactamente… qué tipo de bastón busca?

—Uno que pueda matar a alguien —contestó Hemmet sin cuidado, mirando cautelosamente con los ojos entreabiertos un bastón en particular.

El anciano se quedó inmóvil, sorprendido por la frialdad de la respuesta.

—Es broma —dijo Hemmet, con una leve sonrisa. —Necesito verme interesante, solo eso.

El anciano suspiró de alivio, sintiendo que su miedo se calmaba.

—Si es así, le ofrezco este. Va de maravilla con usted, joven —el sastre sacó un bastón rojo con líneas doradas.

«Ya estoy harto de esos colores», pensó Hemmet.

—Me llevaré este —dijo, tomando un bastón negro, curvo en su agarre y con un tamaño ideal.

Una vez realizada la compra, Hemmet volvió a caminar por las calles.

19:00. La noche estaba casi encima. El detective entró en un bar casi al final de la calle. Era un típico bar de mala muerte: borrachos dormían sobre mesones sucios de madera, las paredes estaban sin pintar y el suelo de mármol mostraba manchas oscuras. «Sangre o vómito», pensó Hemmet mientras se dirigía a la barra.

El cantinero era un hombre robusto, de unos 50 años, pero con un cuerpo exageradamente trabajado. Ideal para levantar a los borrachos y echarlos a patadas.

—No parece de por aquí —comenzó a hablar el cantinero, sin levantar la vista. —Por lo general, no se trae esas pintas por estos lados. Debe tener cuidado, señor.

Hemmet soltó una carcajada leve. —Tranquilo, tengo conocidos por estos lugares.

—Eso espero —musitó el cantinero. —Ya estoy un poco cansado de levantar del suelo a hombres que se dan de peleadores. Aunque limpiar su sangre es más molesto. En fin, ¿qué le sirvo, caballero?

—Un brandy para mí y… —Hemmet se giró y señaló una de las mesas. —Una botella de ron para el hombre de ahí.

Alguien dormía cómodamente, apoyado sobre la madera de la última mesa de la esquina. Era un hombre regordete y con una coronilla calva.

—Enseguida llevo su orden.

Hemmet se sentó frente al hombre dormido. Unos instantes después, una joven camarera dejaba sus bebidas en la mesa, dejando a la vista de Hemmet un prominente escote mientras se agachaba.

—Aquí está su orden, joven —dijo, acariciando el pecho de Hemmet con una sonrisa llena de intenciones obvias.

La camarera se colocó detrás del detective. —Si necesita algo más, solo pídalo, puedo hacer lo que usted guste— le susurró en el oído, su aliento tibio en el cuello.

Hemmet se mantuvo en silencio, dejando que la chica se marchara. Miró al anciano frente a él, que seguía dormido.

—¿Sabes que pueden robarte si te mantienes así de dormido? —sugirió Hemmet, con una sonrisa divertida.

—Si hubiera estado despierto, habría arruinado el espectáculo de la camarera. Además, conseguí ron gratis —el hombre se incorporó lentamente en la mesa, tomó un largo trago de la botella y luego sus ojos se abrieron, mirando fijamente al recién llegado. —¿Y? ¿Cómo has estado, Hemmet?

Hemmet levantó su copa en señal de brindis. Chocaron sus copas con alegría.

—No creo que mejor que tú, Boch.

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Thaurusi
buen ritmo. siento que ba a pasar algo grande. quiero masss
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