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Editando Mi Propia Historia.

Editando Mi Propia Historia.

Status: Terminada
Genre:CEO / Completas / Aventura de una noche / Reencuentro / Dejar escapar al amor / Amor-odio
Popularitas:5.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Loloy

Abigaíl, una mujer de treinta años, quien es una escritora de novelas de amor, se encuentra en una encrucijada cuando su historia, la cual la lanzó al estrellato, al sacar su último volumen se queda en blanco. Un repentino bloqueo literario la lleva a buscar a su hombre misterioso e intentar escribir el final de su maravillosa historia.

NovelToon tiene autorización de Loloy para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capítulo 13

El silencio de la oficina era absoluto.

La ciudad bullía más allá de los ventanales, pero allí dentro, solo se escuchaba el leve tic-tac del reloj sobre la pared.

Erick se encontraba de pie, mirando sin ver a través del vidrio.

La noche anterior había dejado una marca en su interior que todavía palpitaba.

El ascensor.

Su cuerpo tembloroso entre sus brazos. Su perfume, idéntico al de sus recuerdos más salvajes. La forma en que ella se había aferrado a él, como si fuera su único ancla en el mundo.

Y, sin embargo... nada. Ni una palabra. Ni una confesión.

Apretó los puños a los costados del cuerpo, frustrado.

No podía seguir ignorándolo.

No podía permitir que ella siguiera fingiendo que no pasaba nada entre ellos, como si fueran dos desconocidos atrapados en un juego que solo uno parecía entender.

Sabía que era ella. Lo sabía en sus huesos, en su piel, en su maldita alma.

La mujer que había buscado durante años, la que había maldecido y añorado en igual medida.

La misma que lo había dejado vacío una mañana cualquiera, sin un adiós, sin una explicación.

Erick cerró los ojos un momento, respirando hondo.

Su mente repasó cada gesto, cada mirada esquiva, cada temblor de sus labios cuando él estaba cerca.

Ella no solo lo recordaba. Lo sentía. Lo sufría.

Y eso le quemaba más que cualquier mentira.

—No más —murmuró para sí mismo, con la voz ronca por la rabia contenida.

Había sido paciente. Le había dado espacio.

Pero si Abigaíl pensaba que podía seguir escondiéndose tras esa máscara, estaba muy equivocada.

Hoy, en ese mismo instante, iba a enfrentarlo.

Hoy, ella iba a saber que él ya no pensaba dejarla escapar.

Se giró lentamente hacia la puerta, justo cuando escuchó pasos acercándose.

Su corazón, traidor, dio un vuelco.

Sabía que era ella.

Erick avanzó hasta la entrada, su expresión endureciéndose, su decisión ya tomada.

La vio doblar el pasillo, cabizbaja, como un ave herida. Y sintió una punzada de algo más que enojo.

Algo demasiado parecido al dolor.

Pero se obligó a mantener la mirada fría.

Porque si iba a atraparla, debía hacerlo ahora.

—Abigaíl —llamó, su voz firme, inapelable.

Y así, el juego terminó.

O al menos, eso se prometió a sí mismo mientras la veía detenerse, temblorosa, ante él.

***

El reloj marcaba las once cuando Abigaíl llegó al piso ejecutivo.

Sus pasos resonaban en el mármol brillante, aunque ella deseaba que fueran invisibles. El corazón le latía desbocado, como si supiera que esa mañana no sería como las demás.

No estaba equivocada.

Al doblar en el pasillo hacia su escritorio, lo vio.

Erick la esperaba, de pie junto a la puerta de su oficina, con los brazos cruzados sobre el pecho y la mirada oscura, fija en ella.

No había rastro de cortesía en su rostro. Solo algo contenido, a punto de estallar.

Abigaíl tragó saliva, intentando mantener la compostura.

—Buenos días, señor Black —murmuró, agachando un poco la cabeza mientras pasaba a su lado.

No llegó lejos.

—Abigaíl —su voz fue un latigazo suave, casi un susurro—. Entra.

No era una invitación. Era una orden.

Ella dudó apenas un segundo antes de obedecer. El aire en la oficina era denso, como si el ascensor de la noche anterior se hubiera trasladado allí.

Cerró la puerta tras de sí, el clic del pestillo sonó demasiado fuerte en sus oídos.

Erick se acercó despacio, como un depredador midiendo a su presa.

—¿Te sientes mejor? —preguntó, su voz ronca, cargada de un doble sentido que le erizó la piel.

—Sí —mintió ella, evitando su mirada—. Gracias por llevarme anoche.

Erick soltó una risa baja, sin humor.

—¿Gracias? —repitió, acercándose aún más—. ¿Eso es todo lo que tienes que decir?

Abigaíl retrocedió instintivamente hasta que su espalda chocó con la pared. Él la siguió, colocándose frente a ella, tan cerca que su perfume la envolvió otra vez.

Ese maldito perfume que la desarmaba.

—¿Qué... qué quiere que diga? —preguntó con un hilo de voz.

Erick ladeó la cabeza, como estudiándola.

—Quiero la verdad —dijo, sin rodeos—. Quiero saber por qué tiembla tu cuerpo cuando te toco. Por qué tu mirada me busca y luego huye. Quiero saber por qué, cuando te abrazo, siento que ya te he tenido antes entre mis brazos.

Abigaíl apretó los puños contra su falda para no temblar más.

—No sé de qué habla —susurró.

Él soltó una risa seca y apoyó una mano en la pared, a la altura de su cabeza, encerrándola sin tocarla.

—Sabes perfectamente de qué hablo —gruñó en voz baja—. No tienes idea de cuánto he buscado esos ojos, ese perfume... —cerró los ojos un instante, como conteniéndose—. Me volviste loco una vez. Y creo que lo estás haciendo otra vez.

El silencio cayó sobre ellos como una sentencia.

Abigaíl sintió cómo su pecho subía y bajaba descontroladamente. No podía escapar. Y parte de ella... tampoco quería.

—Mírame, Abigaíl —ordenó él.

Ella lo hizo. Y en su mirada encontró el mismo dolor, el mismo anhelo, el mismo miedo que había sentido años atrás.

Erick bajó la mano, acariciándole la mejilla apenas con los nudillos.

—Dime que no me recuerdas —susurró—. Mírame a los ojos y dime que nunca has estado en mis brazos antes. Atrévete.

Abigaíl abrió la boca, pero no pudo decir nada.

Las palabras se le atascaban en la garganta, ahogadas por la emoción, por los recuerdos.

Erick asintió lentamente, como si su silencio fuera la respuesta que esperaba.

—Muy bien —dijo, en un tono oscuro, resignado—. Si quieres seguir jugando, jugaremos. Pero te advierto, Abigaíl… no pienso perderte otra vez.

Y sin darle tiempo a reaccionar, se apartó, dejándola temblando contra la pared, rota y al borde de un colapso.

Se encaminó hacia su escritorio como si nada hubiera ocurrido.

—Puedes irte —añadió, sin mirarla.

Abigaíl tardó varios segundos en poder moverse.

Cuando finalmente logró abrir la puerta y salir, su alma seguía atrapada allí dentro, con él.

Y ambos sabían que esa guerra no había hecho más que comenzar.

1
ocalani
simplemente fantástica y que decir de la narrativa super felicidades.
ocalani
espero no terminen cuando ella le diga que es escritora y precisamente ha escrito sobre el y si relación.
ocalani
sublime no hay más ni mejor palabra para describirlo
Analy Cazar
excelente nocela
PJLF10012003
Excelente historia, muy bien redactada y con muchos párrafos llenos de alegría /Ok//Heart//Rose/
PJLF10012003
Una de las mejores historias que he leído en la app, tienes mi voto de confianza para las demás que vengan 🤗💋
Isley García
Muy linda tu historia.!!
Ximena Gonzalez
Hermosa tu historia Amiga me encantó
ocalani
super emocionante te felicito escritora
ocalani
super me encanta la narrativa
ocalani
esta interesante esperemos a ver que pasa 😉
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