Un Padre Para Mí Hijo.

Clark no pudo dormir hasta tarde ese domingo. La noche del sábado había visto asombrado a su madre contándole un cuento a Luis. Se había quedado en la puerta de la recámara mirándoles. Escuchaba la voz pausada y hermosa de doña flor leyendo un capítulo de Tom Sawyer a ese niño al que llamaba su nieto. Jamás que él recordaba su madre le había leído un cuento. Y entonces sintió a Manuela tocándole el brazo.

Ella estaba con un piyama holgado y parecía recién bañada

_ Son lindos verdad ? - dijo en un susurro.

_ Claro. Buenas noches, Manuela. Voy a dormir - dijo y salió hacia su parte de la casa. Esa noche del sábado le costó dormirse. Pensaba en todas las posibilidades de quién sería el hombre que los amenazaba. Y pensaba en lo que el agente le había dicho apuntándole con el dedo.

_ Sin dudas el era el objetivo. Creía no tener deudas ni enemigos que lo odiaran de esa manera .Parecía alguna venganza de tipo pasional ya que iba dirigida a sus testículos. Con la única que el pasaba sus momentos sexuales era con Briggite. Y ella era viuda.

Recordó que cuando la contrató le pregunto:

_ Estado civil ?-

_ Viuda Sr. Clark - le había dicho mirándolo sugestivamente, mojando sus labios y apoyando sus grandes pechos sobre su escritorio.

Manu tenía los pechos pequeños, duros, perfectos. Podrían caber dentro de sus manos y...

Qué díablos?. Se dijo molesto. Trató de retomar el hilo de sus pensamientos. ¿Sería el que andaba antes con Briggite? Los había encontrado una vez en plena acción. Luego ella cuando vino a disculparse le dijo:

_ Perdone Sr Clark. Es que estoy tan sola,! -

Fue después de ese episodio que ellos estuvieron juntos por primera vez. Quizás el tipo seguía entusiasmado por Briggite. Sin embargo, lo que sabía era que ese hombre, que no se acordaba el nombre era casado y con hijos.

En esas disquisiciones mentales muestro personaje se durmió y que creen, cuando la vejiga a la mañana temprano del domingo se llenó y su aparato se endureció, volvió a soñar que hacía el amor con una mujer.

Él arreciaba contra esas nalgas que no eran las gordas de Briggite, eran las duras y redondas de Manuela. ¡Que horror! Se pegó tal susto que se levantó atropelladamente al baño. Eran las siete de la mañana del domingo y el no podía dormir más.

Las nalgas de Manuela estaban en su cabeza y él, a pesar de sacudir de un lado para otro su testa, no podía sacarlas. Se habían pegado como una calcomanía pervertida en su cerebro.

Decidió ir a la cocina de su madre a hacerse un café bien cargado para despejar sus locos pensamientos. Así que tomó su computadora para colocar unas fotos que le indicó Luis ayer en su artículo y se fue a la cocina. Alguien estaba despierto tan temprano? El olor a café llegaba hasta el patio. Entró a la cocina y se topó de lleno con las nalgas de sus sueños eróticos.

Manuela preparaba el café de Short. Estuvo a punto de darse vuelta y escapar a su recámara otra vez cuando sintió que ella dijo:

_ Buen día Clark! Ya te sirvo el café. -

_ Buen día, Manuela - contestó. ¿Esa mujer tenía ojos en la espalda? Trató de no mirar el objeto de sus deseos y abrió su computadora , calzó sus anteojos de lectura y se puso a completar su artículo.

Ella le sirvió el café con unas galletas de anís.

_ Estás redactando tu artículo, verdad? Luis me contó que se trata de unos loritos azules. Puedo leer? - dijo acercándose demasiado a él.

_ Claro - dijo Clark serio y corriendo su silla más lejos del peligro. Esa mujer lo inquietaba. Ella leía el artículo y sus cabellos habían caído un poco sobre su rostro. Fue ahí mismo cuando supo que el infeliz que le amenazaba no venía de la pobrecita de Briggite sino del maldito desgraciado hijo de Gotti.

Era ese degenerado que quería cortar sus bolas y su único miembro que ahora estaba otra vez diciéndole aquí estoy. Cruzó y descruzo sus piernas tratando de tapar al molesto personaje.

_ Puedo corregir unos errores Clark.?-

_ Mmm...dijo el , tomando el café y mirando para otro lado.

_ Solo si no te ofendes. - dijo Manuela.

_ Aja. - dijo él mientras comía de a dos las galletas de anís.

Manuela corrigió los errores de ortografía y redacción. El señor Clark parecía molesto. Su alma de docente había salido otra vez y no tuvo más remedio que meterse en el artículo ajeno. Lo miró brevemente y vio que a él le gustaban mucho las galletas de anís porque las comía de dos en dos. Tenía algunas migas en los labios. Un deseo extraño de limpiarle la boca le acechaba. Sacudió su cabeza para sacar esos pensamientos y el señor Clark molesto se cruzó otra vez las piernas.

_ Ya está. - dijo Manuela y le pasó la compu.

Clark tomo su laptop y se tragó al hilo otra galleta de anís.

_ Tiene...tienes....- decía Manuela haciendo unos gestos con las manos. Sus manos eran hermosas y pálidas. Cuando se movía se movían sus tetas.

_ Qué! - dijo Clark enojado con sus pensamientos. Entonces vino el choque eléctrico.

Ella se acercó de manera peligrosa a él que no sabía para que lado correr y sus manos tocaron sus labios.

_ perdón. Era unas migas de galleta Clark. - dijo Manuela.

Entre el choque eléctrico y la proximidad de Manuela nuestro biólogo medio mareado decidió huir a su recámara. Atropelladamente se fue a su refugio de soltero. Estaba seguro que cuando ella le tocó los labios el sintió el toque en la maldita punta de su aparato. Y eso no podía estar pasando. No, si quería seguir soltero. Era la vida que él amaba. Aunque jamás tuviera un hijo como el genial Luis ni una mujer maravillosa como Manu a su lado.

Ah no ! _ Pensó Clark - se encerró en su baño mientras actuaba como un adolescente para bajar su excitación. Si al menos estuviera Briggite allí. Pero no estaba . Lo único que estaba en su cabeza eran las nalgas de Manuela y sus dedos en su boca.

Pobre Clark. - pensaba el narrador omnisciente. Esta vez, te agarraron bien de las bolas.