Luego de morir Oriana entra a una de las últimas novelas que leyó. Amor sin barreras.
Una historia la cual le había parecido un poco patética la verdad, pero le encantaba ver cómo las cosas a la villana nunca le salían bien.
¿Podrá Oriana cambiar la suerte de nuestra jodida villana, sabiendo que de eso mismo depende su vida?
Nueva historia, odienme, critiquenme, pero está historia la llevo pensando desde hace un tiempo. Iré subiendo capítulo hasta que me acomode con la trama de las otra dos. Prometo no dejarlas colgadas. Bueno dicho esto... Empecemos .
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cap. 13
Días después...
Cuando el marqués llegó a Málaga, se dirigió de inmediato a la mansión de su hermano. No pasó mucho tiempo antes de que los sirvientes del ministro le informaran de su llegada.
Fabián salió de su oficina y, al ver a su hermano, lo abrazó. Hacía años que no lo veía, y tenerlo frente a él lo conmovió.
—Hermano... qué bueno que ya estás aquí.
Aurelio sonrió, correspondiendo al abrazo.
—Bueno, dime, ¿qué era eso tan importante que tenías para decirme? Me has hecho venir desde Alfea sin ninguna explicación...
Fabián suspiró.
—Ven, vamos a mi oficina. Esto es grave.
Aurelio frunció el ceño, pero no dijo nada y lo siguió. Al llegar, Fabián lo puso al corriente de todo lo que estaba pasando y, al terminar, bajó la cabeza.
—Lo siento... no pude cuidar bien de ella...
Aurelio, aún procesando la información, respondió:
—Esto no es tu culpa, pero esa muchachita me va a escuchar. ¿Dónde está ahora?
—En su habitación, se está preparando. La emperatriz la espera para tomar el té esta tarde.
Sin decir nada más, Aurelio salió de la oficina de su hermano.
Antes de llegar a la habitación, escuchó cómo la chica cantaba una canción romántica, algo grosera para su gusto.
> Porque este amor ya no entiende
> de consejos ni razones...
> Se alimenta de pretextos
> y le faltan pantalones...
>
> *Este amor no me permite
> estar en pie...
> Porque ya hasta me ha quebrado
> los talones...*
>
> *Aunque me levante, volveré a caer...
> Si te acercas, nada es útil
> para esta inútil...*
>
> *Bruta, ciega, sordomuda,
> torpe, traste y testaruda...*
>
> *Es todo lo que he sido,
> por ti me he convertido,
> en una cosa que no hace
> otra cosa más que amarte...*
Aurelio sonrió, nunca había escuchado a su hija cantar. Tocó la puerta y entró.
—Creo que con letras como esas terminarán abucheándote.
Oriana levantó la mirada y sonrió.
—Esa fue para mi deleite personal. Veo que viniste rápido.
—Bueno, mi hermano no dio muchos detalles en su carta, pero nunca esperé encontrarme con esta noticia.
—¿Estás enojado porque te mentí?
—¿Fue por esto que quisiste marcharte?
Oriana sabía que no le quedaba más remedio que seguir mintiendo.
—Sí... —Luego le repitió la historia acordada con el príncipe—. No quería mentirte porque temía que lo malinterpretaras todo. Y bueno... no fue del todo mentira, aún quiero que me conozcan por mi música.
—Cariño, siempre voy a querer tu felicidad. Pero tu tío ya me informó de quién es el príncipe Manuel; su fama es conocida hasta en Alfea.
—Lo sé... pero ha cambiado.
—¿Y qué pasará con eso de ser cantante?
—Lo veré más adelante.
—Bien. Iré a hablar con los emperadores esta tarde. Tu tío me informó que tú tienes que ir a una fiesta de té.
—Sí, la emperatriz me trata muy bien. Quiere que las damas de la corte me conozcan.
—Está bien. Espero que esto resulte mejor que el compromiso de tu hermana con el príncipe Luis.
—¿Por qué? ¿Qué sucede?
Aurelio suspiró y le contó todo lo sucedido con su hermana, así como la discusión con la marquesa. Al terminar, añadió:
—Por un lado, estoy aliviado de que tú no estés interesada en el príncipe Luis...
—Perdón, padre, pero yo no soy mujer de segundo plato. —Aurelio abrió los ojos, sorprendido, mientras ella continuaba—. Así el príncipe Luis me bajara la luna y las estrellas, no me metería con el hombre que fue de mi hermana. Me lleve bien o no con ella, sería una falta de respeto hacia la familia.
Aurelio se sintió orgulloso de sus palabras.
—Gracias, hija. Siempre has sido tan sensata e inteligente. —Miró los instrumentos que había en la habitación—. ¿Desde cuándo sabes tocar todo esto?
—Ya te lo dije, quiero ser conocida por mi música. Empecé a practicar sola, y lo demás lo fui aprendiendo observando.
Aurelio tomó un violín.
—¿Podrías tocar algo para mí?
La chica asintió, tomó el instrumento y empezó a tocar para su padre.
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Por la tarde, el carruaje que transportaba al marqués y a Camila llegó al palacio. Para sorpresa de ambos, Manuel los esperaba en la entrada.
Aurelio bajó, ayudó a su hija a descender y miró al joven con atención. Manuel los recibió con amabilidad.
—Marqués Navarro, es un gusto por fin conocerlo.
Aurelio observó el porte del muchacho y luego a su hija. El desinterés en el rostro de Camila le pareció extraño. Natalia, a pesar de haber engañado al príncipe Luis, mostraba fascinación al verlo. Pero Camila... nada.
—Lo mismo digo, príncipe. Me gustaría hablar a solas con usted luego.
—Por supuesto. —Manuel miró a Camila con una sonrisa encantadora—. Buenas tardes, señorita Camila.
—Hola, príncipe Manuel. Bueno padre, iré con la emperatriz. Te dejo en buenas manos.
Camila iba a huir cuando el príncipe dijo:
—Espera. He venido a buscarte para escoltarte hasta el jardín de mi madre.
Ella puso los ojos en blanco, pero asintió.
Manuel se dirigió a Aurelio:
—Por favor, siga. Mi padre lo espera en su oficina. Su hermano ya le informó de su llegada.
Aurelio asintió y un caballero lo guió.
Mientras tanto, Manuel y Camila caminaron juntos.
—Tienes que aprender a ser más...
—¿Qué? ¿Sumisa, amorosa? Déjame recordarte que esto es un arreglo entre tú y yo. No estamos saliendo de verdad. No me pidas que actúe como alguien que no soy. Sería raro que me pusiera cursi y melosa cuando claramente no lo soy.
Manuel se detuvo.
—¿Y ahora qué tienes?
—Nada...
Oriana se sentía frustrada. Hoy había vuelto a mentirle a su padre por culpa del príncipe. Si tan solo hubiera aceptado que le contara la verdad al ministro... tal vez no estaría metida en este lío.
—Dime qué tienes.
—Estoy metida en más y más mentiras y aún no encuentro el beneficio de este acuerdo. Sí, tú te libras de casarte con una loca... ¿y yo qué gano? Sigo tocando en mi habitación y lo único que hago es mentir. Estoy tan enredada que estoy pensando en hacerme notitas para no olvidar ninguna...
Al terminar, levantó la mirada y vio que Manuel sonreía.
—¿Terminaste? ¿Ya estás mejor?
Oriana suspiró, asintiendo levemente.
—Bien. Quería que fuera sorpresa, pero al ver lo impaciente que estás... luego de la fiesta de té te llevaré a un sitio.
—¿Dónde me piensas llevar?
—Tú concéntrate en agradar a las mujeres de la corte, que yo me encargo del resto. Te has portado bien y te lo mereces.
Oriana no alcanzó a preguntar más, pues la doncella de la emperatriz llegó para acompañarla. El príncipe la escoltó hasta el hermoso jardín de la emperatriz.
Estela la recibió con una cálida sonrisa.
—Querida, qué bueno que ya estás aquí.
Oriana iba a responder, pero sintió cómo el príncipe tomaba su mano. Le depositó un suave beso mientras la miraba a los ojos.
—Cuida de mi prometida, madre. Te veo más tarde, estaré contando los minutos.
Oriana estuvo a punto de reír por lo cursi que sonaba, pero al ver tantos ojos sobre ella, solo sonrió tímidamente.
—Yo también.
Manuel sonrió de costado, se inclinó y saludó a las damas.
—Que tengan buenas tardes, señoras.
Sin más, se marchó, dejando a muchas jovencitas suspirando. Oriana se volvió hacia la emperatriz, saludó y tomó asiento. Entonces empezaron las conversaciones envenenadas disfrazadas de cortesía.
1 no dijeron que otro poder tenía escondido la protagonista y porque no sabían cómo lo tomarían como si algo malo se aproximara
2 la relación de sus padres se supone que está mal visto que estén juntos pero no están ¿casados?