En un mundo muy distinto al nuestro, en el que los seres humanos se han expandido por toda la galaxia y criaturas extrañas conviven con nosotros, vive Olivia Temple.
Su vida es perfecta, tiene un novio maravilloso y el trabajo que siempre quiso.
Pero una noche todo cambia para ella.
Alberto la deja y Olivia, despechada, se emborracha y pasa la noche con un desconocido.
Unos días después empieza a sentirse mal y, siguiendo un presentimiento, se hace una prueba de embarazo que resulta positiva.
NovelToon tiene autorización de CrisCastillo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
12
Esa mañana estaba aburrida.
Miraba sin ver algún estúpido programa de televisión, la cabeza echa un lío.
Tengo que aclararme.
No tengo ninguna duda de lo que Daniel me está haciendo sentir.
Pero antes de dar cualquier paso con él tengo que poner en orden mi vida.
¿Me atrevería a decírselo a Nick?
Esa noche fue tan amable conmigo,pero ayer me pareció un auténtico capullo.
No debo de olvidarme de Alberto.
Realmente lo dudo, pero la posibilidad de que sea el padre está ahí, por remota que parezca.
Diosa, Micaela me obligará a casarme con él en el momento en que se entere.
Dejaré a Alberto para más adelante.
Me ocuparé primero de Nick, quiero saber de qué va ese tipo.
Vestida con un cómodo chándal color negro — sí, es mi color favorito para vestir — salí a la calle.
Mi cara cayó en una expresión de disgusto en cuanto vi quien me esperaba.
Rebecca.
¿Qué hacía allí? ¿Cómo sabía dónde encontrarme?
Intenté hacer como la que no la había visto, pero me interceptó enseguida.
—Necesitamos hablar.—dijo con voz firme, del tipo que te dan ganas de ponerte recta y decir "sí señor".
—No tengo nada de que hablar contigo. — contesté —. Lárgate a robar otro novio a alguien. Me agarró del brazo.
—Por favor, Olivia, solo escúchame. Lo comprenderás todo, lo mío con Alberto. Solo dame la oportunidad de explicarme.
Quise volver a negarme, pero admito que siento curiosidad por su relación.
Nunca se me pasó por la cabeza que, después de nueve años de estar juntos, Alberto me engañaría con alguien.
Cansada asentí.
—
Ven, subamos a mi piso. De repente tengo hambre.
Rebecca se limitó a seguirme.
La miraba de reojo.
Aunque no creía que fuera ella quien me acosaba, nunca se puede estar lo suficientemente segura.
Una vez en casa, cerré la puerta y me dirijí hacia la cocina, indicándole a Rebecca que podía sentarse.
Me hice un sándwich vegetal y me serví un vaso de zumo.
Me senté al lado de Rebecca.
—Adelante habla. Espero que no te importe que coma. De verdad tengo hambre.
—Para nada, adelante.
Empecé a darle pequeños mordiscos al sándwich.
—¿Y bien? — le pregunté cuando pasó unos minutos sin decir nada — .
Tú eras quien quería hablar conmigo. Aquí estoy. Empieza. Rebecca sonrió.
—Realmente te envidio, ¿sabes? Entiendo por qué Micaela te prefiere a ti.
La miré confundida.
—Micaela no importa. Alberto ya escogió, y te eligió a ti.
—No por lo que crees. — se lamió los labios—. Alberto te contó como empezamos, ¿verdad? Asentí.
—No se atrevió a decir toda la verdad. Aquel día me visitó para romper conmigo. De hecho rompió conmigo. Dijo que estaba enamorado de ti.
Resoplé.
—Alguien enamorado no engaña a la otra persona. — señalé.
Rebecca sacudió la cabeza.
—Lo nuestro no se trataba de amor, Olivia. Al menos por su parte.
Recalcó lo último con un toque de amargura en su voz.
—Bueno, parece que la pasión triunfó. Felicidades.
—Por favor Olivia, solo préstame atención. Alberto te amaba entonces y estoy segura de que sus sentimientos no han cambiado lo más mínimo. —El hecho de que esté contigo demuestra que estás equivocada. Rebecca suspiró frustrada.
—Está conmigo porque es un tonto, demasiado noble para su propio bien.
Me reí en eso. No usaría la palabra noble para describir a Alberto.
—
Olivia, por favor, entiéndeme. Estaba asustada, no quise enfrentarlo sola.
La miré confundida.
—¿Enfrentar el qué? — pregunté.
Rebecca agachó la cabeza, como si estuviera avergonzada.
—Estoy embarazada de Alberto, Olivia.—anunció en un susurro.
No. No me lo creo. La miro fijamente.
Está sentada tan firme como un palo, pero sus manos juegan con la tela de su falda; intentando aparentar tranquilidad cuando se está rompiendo por dentro.
Conozco muy bien el sentimiento.
—No te creo— le digo dando otro mordisco a mi sándwich. No quiero verle la cara ahora mismo.
¿Por qué acepté hablar con ella? Soy una masoquista.
Rebecca se limitó a asentir.
—Lo comprendo, por eso te he traído esto.
Sacó de su bolsa una carpeta marrón y me la ofreció. Contenían ecografía de un feto.
—Tengo tres meses ya.
Le devolví la carpeta sin mirarla.
—No se te nota— señalé.
—Mi ginecólogo dice que es normal, en algunas personas se notan más que en otras. Pero quiero que me comprendas, Olivia. Cuando Alberto me dijo que me dejaba me asusté y se lo dije. No tenía pensado hacerlo, pero en ese momento me di cuenta de que no tenía la voluntad suficiente de enfrentar esto sola.
¿Sería yo capaz de hacerlo? No pude evitar preguntarme.
—¿Y me lo estás diciendo para qué exactamente? ¿Queréis mi bendición o que sea la madrina del bebé?
—Él no sabe que estoy aquí. No quería que lo supieras. Pero yo creo que mereces saberlo. Y también quiero advertirte de algo, Olivia. Alberto está todavía enamorado de ti, y, aunque siempre está diciéndome que me ama, se le nota en los ojos que se está engañando a sí mismo. Ten cuidado con él, por favor.
—
—Bien, gracias por la noticia. Felicidades y todo eso. Espero la invitación para el bautizo del bebé.—solo quería que se fuera.
Pero tendrás cuidado ¿verdad? Él está muy raro últimamente, me asusta.
—Tendré muchísimo cuidado. — le aseguré —. Ahora lárgate.
Rebecca se mordió el labio, como si quisiera decir algo más, pero se limitó a levantarse e irse.
Una vez sola, no pude aguantar más.
Me eché a llorar.
Era demasiado.
¿Sería Alberto el que está detrás de todo esto?