El Verdadero Amor Del Dios Del Inframundo

Mire a mi madre preocupada y la tome entre mis brazos, nos pusimos de pie y abri el portal, todos lo cruzamos y de inmediato mi madre fue arrancada de mis brazos.

—Pequeña diosa estas bien?

—Que le paso a tu madre?—mi padre Azuma me tomo de la camisa con el rostro preocupado.

Mis padres arrullaban a mi madre acariciando su rostro como si fuera una bebe.

—Dejalo Alfa, estoy bien—mi madre miro a mi padre y estiro sus brazos hacia el, con el rostro sonrojado y mi padre sin dudarlo fue hacia ella tomándola en sus brazos.

—Segura que estas bien diosa? No nos mientas, sentimos tu dolor.

—Fue horrible mi diosa. No te apartes mas de nosotros por favor.

—Vamos a aliviar tu dolor mi pequeña.

De repente todo se habia vuelto una meloseria. Todos besándola. Su cuello, Su frente. sus manos. Tocándola por todos lados.

Una vez mas reafirmaba que mis padres no tenian verguenza.

—Por la diosa, váyanse una habitacion.

Ni siquiera dijeron nada. Desaparecieron por los pasillos en su burbuja de adoracion a la diosa.

—Bueno yo me voy, mi esposa me espera en casa.

—Nosotros igual.

Todos comenzaron a irse y de repente solo estábamos nosotros. Leiah seguia de pie en el mismo lugar, mirando a la nada, atrapado en su mente. Lo tome de la mano y salimos de la casa en silencio hasta detenernos en el jardin. En el mismo lugar en donde siempre pasábamos el tiempo. Leiah se sento sobre el tronco y yo me quede de pie delante de el.

Cada uno se quedó en silencio. Tantas cosas en la cabeza. Tantos problemas. Los recientes descubrimientos sobre el estanque. El maldito padre de Leiah. Una enfermedad extraña propagándose en el sur.

¿Qué estaba pasando en realidad?

Mi madre había actuado despreocupada, pero todos sabemos que algo paso dentro de ella. Esa oscuridad, toda esa maldad entro en su interior. No debería preocuparme. Es Dea Ashnot. Ella llevó a la maldad en su vientre y dio a luz al Dios que la personifica.

Pero eso no evitaba mi preocupación.

Y Leiah... no queria tenerlo lejos.

—Deberias mudarte aqui con tu madre y Dana, estaria mas tranquilo si estas aqui.

Leiah levanto el rostro y me miro serio.

—Eso crees Alteza?... ¿Quieres que mude contigo y tu esposa?... ¿Tambien quieres que durmamos los tres en la misma cama, alteza?... No te conocia esas mañas.

Mi esposa... era increible, pero cada vez que abandonaba aquellas cuatro paredes de mi habitacion, Persefone abandonaba mis pensamientos como si nunca hubiera estado ahi. Era como si ya no existiera... y eso me hacia sentir bastante culpable.

—Yo...—las palabras ni siquiera salieron de mis labios. No lo habia pensado asi.

Leiah bufo—No lo habias pensado cierto? Sigues actuando como si ella no existiera, pero esta ahi. Y no pienso compartir la misma casa con la esposa de mi compañero. Me siento mas seguro en casa. No se preocupe alteza.

—Yo... no lo pense, tiene razon. No quiero que estes incomodo, pero... estarías mas seguro en casa. En donde estemos juntos.

Leiah se levanto de su lugar, quedamos frente a frente, tan cerca, su rostro inclinado hacia arriba por la diferencia de altura. Sus ojos me miraron seguros, brillando como las orquideas bajo el sol.

—Entonces quedate conmigo alteza...¿Quieres cuidarme?... entonces hazlo.

Lo deseaba. No habia nada que deseara mas que estar a su lado, pero tenia que seguir cargando con la responsabilidad de la mujer que me esperaba en mi habitacion, atada a mi cadera como un cinturon.

—Yo... desearia poder hacerlo.

—Pero no puedes—sus labios se curvaron en una media sonrisa burlona. Mirándome con aquella astucia, como si lo supiera todo sobre mi.

—Es que ella... Nosotros... Ella y yo no... No estamos juntos... Quiero decir, no de esa manera... ¿Lo sabes verdad?

Su mano se poso en mi pecho tomandome por sorpresa. Subiendo con suavidad hasta tomarme del cuello. Las chispas corrían por mi piel en cada lugar por donde su mano habia pasado. Me sujeto del cuello y su sonrisa astuta se agrando.

—Y ella?... ¿Ella lo sabe?... ¿Le has dicho a tu esposa que ya no estan juntos?... No creo que lo hagas hecho... Si no ella no siguiera aqui.

Estaba contra la espada y la pared, jamas podria mentirle. Primero porque no queria hacerlo y aunque lo quisiera, Leiah parecia leerme como un libro abierto.

—No se lo he dicho, ni siquiera podemos tener una conversacion, ella siempre termina enloqueciendo, llora y rompe cosas. Ella... es inestable.

Leiah asintio. Alejo su mano de mi cuello y dio un paso hacia atras alejándose de mi.

—No se... no se como proceder cuando se trata de ella... soy todo lo que tiene.

—Y no puedes con la culpa. Te esta manipulando y la estas dejando.

Mi pecho se agitaba de angustia, odiaba su lejania. Sentir que todo se estaba yendo de mis manos. Di un paso hacia el y el volvio a dar un paso hacia atras.

—Cariño...

Leiah sonrio, se dio la vuelta dándome la espalda—Me ire alteza. Su esposa lo debe estar esperando.

Mi mano fue a su brazo con rapidez. No queria que se fuera. No queria que se alejara, sentia que me faltaba el aire de solo imaginare sin el.

—Por favor no te vayas. No te alejes.

Sabia que el conocia la profundidad de mis palabras, que Leiah conocia mi corazon como nadie mas lo hacia. No queria que dudara, no queria que sufriera.

Leiah volteo hacia mi. Sus ojos me miraron compasivos. Camino hacia mi y su mano tomo mi mejilla con delicadeza. Mi rostro se inclino buscando su caricia, su olor me rodeo por completo haciéndome suspirar.

—Tranquilo alteza, conozco mi lugar, nadie nunca podra ocupar mi lugar en tu corazon. Está es tu lucha contra tus demonios y yo no tengo lugar en ella, no me queda mas que observar y esperar que la ganes... Porque si no lo haces... Se desatara el infierno, voy a destruir todo a mi paso y eso no te gustara alteza—su rostro se acerco al mio, poniéndose en putillas, respirando el mismo aire, sintiendo el calor de sus suspiros en mis labios—Si llega el momento y no tomas una decision... La tomare por ti... Y talvez no te guste como terminara eso... Alfa.

Un nudo se instalo en mis estomago con sus palabras, un gruñido escapo de mis labios. Territorial. Mis manos picaban por tomar sus caderas, pero fue imposible. Leiah se escapo de mis brazos, me dedico una ultima sonrisa antes de desaparecer.

Era tan astuto... y eso me encantaba tanto.