Anna Lía nunca tuvo suerte en el amor, su vida no fue lo que esperaba, pero con su hija la historia no se repite, sino que empeora. Será que nunca serán felices?
Es una novela acerca de la violencia de género y la desaparición forzada de personas.
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A la distancia
Vicente se fue a trabajar, ya no me acompañaba por las noches, aunque por lo mismo se me ocurrió cargar con greñas para que me hiciera compañía de regreso a casa. Así tampoco lo dejaba solo y a la tía Tere le encantaba acariciarlo.
La relación comenzaba y yo me sincere con mi papá, el entendió y solo me pidió que me comportara y me diera a respetar. La familia de de él como dicen por ahí, me masticaba pero no me tragaba, yo creo que aunque les hubiera gustado una chica de una mejor familia y posición, no se ponían abiertamente para que Vicente no se encaprichara y a la larga a ver como se deshacian de mi. Me trataban con una cortesía muy fría, con educación pero sin interés.
Los fines de semana paseabamos con los amigos del pueblo o lo invitaba a casa a comer con mi papá y después caminábamos por el campo contándonos lo que habíamos hecho en la semana. Primero venía cada fin de semana religiosamente, después fue bajando la frecuencia, pasaron muchos meses y al correr de tres años casi nos veíamos una vez al mes.
Yo creí que si su interés había bajado pues ni modo, estaba forjando su vida en otra parte y yo estaba donde tenía que estar, ya me estaba resignando a que no durariamos mucho más cuando mi vida dio un vuelco.
La tía Tere decayo y ahora con el permiso de mi padre, me turnaba con la mamá de Lorenza para quedarnos en las noches. Pero ni todos los cuidados eran suficientes, parecía apagarse lentamente. Yo trataba de darle ánimos y de pasar más tiempo con ella, charla amos de todo y una mañana mientras desayunabamos me dijo, se que no me queda mucho tiempo, ya este cuerpo está muy cansado, pero te voy a confesar que hay una sola cosa de la que me arrepiento, de no haber podido ser madre, si yo hubiera sabido el resultado de mis reclamos, mejor me hubiera mordido la lengua y hubiera aguantado todas las infidelidades solo por tener la dicha de ser madre. Nos abrazamos y lloramos juntas, al final me agradeció todo el cariño con el que la cuide y yo le confesé que me hubiera gustado que fuera mi tía de verdad. Pasamos el día más tranquilas y por la noche me fui a casa. En la mañana antes de irme a trabajar corte muchas flores hermosas para alegrar la un poco y me dirigí a su casa.
Cuando llegue había mucho movimiento, yo no quería pensar pero en cuanto entré su sobrina me abrazo llorando y me dijo que ya no despertó esta mañana, solo se quedó dormida sin ruido ni nada.
Los funerales se llevaron a cabo y Lorenza regresó unos días para acompañar a su familia. Yo estaba muy triste y ella me consolaba. Me dijo que la voluntad de su tía era que la enfermería se mantuviera como estaba y que sus papás estaban de acuerdo. Yo quería pagar una renta pero no me lo permitieron, ya veremos más adelante, me dijeron.
Después de unos meses Renata me convenció de irme nuevamente con ella a tomar un curso ahora de comadrona, para poder ayudar en el parto a las señoras, así que me fui con ella por un mes.
Para mi sorpresa Vicente se apareció el primer fin de semana en Culiacán y me llevó a pasear, se portó muy lindo y parecía que estaba muy enamorado, yo le di otra oportunidad, como si no hubiemos estado distanciados.
El siguiente fin de semana también viajó y estábamos felices, paseabamos con Renata y sus amigos. Así la tercera semana también llegó y me llevó a pasear. Yo no adiviné sus verdaderas intenciones, me dejé llevar y terminamos en su hotel, dimos el siguiente paso, me hizo suya, de una manera muy tierna y delicada, me besó por todos lados mientras acarició mi cuerpo con sus manos y me produjo sensaciones nuevas y muy placenteras, me penetro suavemente primero y después se dejó llevar dándome placer hasta que estallamos juntos, repetimos no se cuantas veces hasta que el cansancio nos hizo quedarnos dormidos. Así estuvimos todo el fin se semana amándonos y gozando. Cuando regrese con Renata y él se fue, le confesé todo a mi amiga, que me juró guardar el secreto. La siguiente semana se repitió la visita y el sexo también. Yo estaba muy emocionada y creí que era el inicio de algo más importante y duradero.
Cuando regrese a mi casa, tenía remordimiento por mi proceder pero no me arrepentí de nada. Continúe mi trabajo y mi rutina, esperando el fin de semana para ver a Vicente, pero no apareció sino hasta tres semanas después con la excusa del trabajo.
No me moleste, quería que nuestra relación se diera de la mejor manera posible. Pero lo que no esperaba era la frialdad de él en las siguientes semanas.
