Yandy encuentra a su esposo, después de más de veinte años casados en un encuentro amoroso con su secretaria.
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Esperanzas
Solo el silencio le acompañaba en sus días de espera. Maciel llevaba más de dos meses sin despertar y Diego la acompañaba día y noche.
No había límites para el caos que estaban organizando Henry y su amante en contra de Maciel. De acuerdo con los informes redactados Maciel tenía que hacerse cargo de todas las demandas que se venían en su contra. Si en algún momento sentía afectos Henry por Maciel, eso se lo había olvidado. Ahora iba contra ella con todas las ganas de acabar con lo poco que le quedaba.
Un pálpito hizo que Maciel por fin despertara de ese sueño profundo. Al abrir los ojos sintió que algo hermoso latía sobre su cuerpo, sentía una energía poderosa que le había obligado a despertar. No había nadie a su alrededor, pero su instinto le hizo palpar su vientre y no se sintió sola.
Disfrutaba de ese momento, no entendía por qué se sentía tan bien, todo dolor ya no le inquietaba, simplemente cerró los ojos eh hizo un pequeño viaje a un mundo perfecto.
Minutos después Diego entró en la habitación, lloró al ver la linda imagen de la mujer que amaba. Las paredes de su corazón volvían a latir con nuevas esperanzas. Se acercó a ella y le dio un beso en la frente, un beso de respeto y protección.
—¿Tan fea estaba la situación?— dice Maciel con la voz baja al ver a Diego.
—No hubiese soportado pederlos— responde con la voz quebrada.
—¿Por qué dices perderlos?
—Porque dentro de vos hay un pequeño corazón que late.
Maciel vuelve a tocar su vientre y derrama unas pequeñas lágrimas. Ahora entendía por qué minutos atrás no se sentía sola. Estaba decida a hacer lo que fuese por mantenerse viva y fuerte.
—¿Cómo está nuestro bebé?— pregunta.
—Está bien, de alguna forma él te mantuvo con vida, ahora te toca a vos protegerlo. Las cosas afuera están muy feas.
—¿Qué pasó?
—Muchas cosas Maciel.
—Cuéntame. ¿Dónde está Ezequiel?. ¿Qué es lo que realmente pasó?
—¿Recuerdas el accidente?
—Recuerdo que alguien me empujó y un auto me choco.
—Mis hombres están trabajando para atrapar a esa persona.
—¿Cómo está mi hijo?
—Ezequiel venía un rato por las noches a verte, hasta que su padre le prohibió que venga.
—¿Cuánto tiempo llevo aquí?
—Dos meses y un poco más.
El llanto de Maciel aumento un poco más, lloraba porque el hombre que un día amo la estaba haciendo mierda, lloraba porque se había dejado arruinar, lloraba por todo el desgaste sentimental y sobre todo lloraba porque dejaría de darle más oportunidades. Arrasaría contra él sin piedad.
—¿Qué más pasó? — pregunta Maciel.
—Tu exmarido puso todo a tu nombre otra vez, y como todo se vino abajo, todas las demandas se vinieron en tu contra. Quise actuar, pero no quería hacerlo sin tu consentimiento, pero ahora que has despertado iremos contra todos.
Unas nuevas manos la abrazaban, el mundo podría estruirse y arder en llamas, pero eso a ella no le importaba, porque alguien en todo ese caos estaba dispuesto a arder con ella. No como aquel que la abandono en medio de mucha mierda.
—De aquí en adelante quiero que siempre estemos juntos, quiero terminar mi mundo a tu lado, porque vivir sin tu presencia ya no sería vida. Gracias por llegar a mi vida Diego— dice Maciel enlosándose en los brazos de aquel hombre que le transformaría la vida.
El tiempo por un instante se detuvo en ese abrazo, no importaba los resultados de esa unión que se estaba dando en esa habitación, solo importaba el hermoso amor que transcendía en sus cuerpos.
A veces el destino es así, te pone a alguien cuando sentías que ya nada tenía salida y sentido.
Henry cerraba un maletín lleno de dinero, se llevaba todo el efectivo que tenía en el banco, antes de que le incauten todo. Por unos días desaparecería para buscar un nuevo hogar para vivir y guardar toda la plata.
Un mensaje de texto modifico el estado de amino de Ezequiel, una sonrisa se plasmó en su rostro joven, por fin su madre había abierto sus ojos. Se levantó para pedir permiso a su docente de la facultad. Los ojos del hombre le revelaron el permiso.
Ezequiel se marchó de la clase y se subió a un taxi, su alegría y los deseos de estar con su madre era algo que venía anhelando hace días. Puede apresurarse señor, indicó al taxista. Sin embargo, el miedo por un instante se instaló en sus pensamientos. Si su padre sabría de esto, de seguro volvería a amenazarlo.
Finalmente, llegó al hospital, bajó del auto algo nervioso, por temor a estar siendo observado por los hombres de su padre. Cuando llego a la habitación por fin pudo respirar con normalidad, abrió la puerta con mucho cuidado para no hacer mucho ruido, su madre estaba en los brazos de Diego, él no entendía lo que pasaba entre ellos o lo que había, simplemente estaba agradecido con ese hombre por cuidar de su madre.
—¡Mi amor!— dice Maciel separándose de Diego.
—¡Mamá!— responde Ezequiel quebrado en lágrimas se acercá a ella.
—Ven mi amor, abrázame— dice Maciel cubriendo a su hijo entre sus brazos.
Diego los dejas solos, abandonando la habitación.
Ella abrazó a su hijo con mucho cariño, cargando con ella su llanto, luego secó sus lágrimas. Vio a su hijo llorar como un niño, y esto le rompió el corazón.
—No llores mi amor— menciona Maciel con la voz suave.
—Fueron días difíciles mamá, tenía miedo de perderte y no saber como seguir.
—No te preocupes mi vida, volví. De ahora en adelante nadie más nos separará, te lo prometo.
—Fui un cobarde mamá, perdóname.
—Las cosas estaban bien planeadas mi amor, ninguno sabía que tu padre era un traidor.
—Mi padre no tiene corazón mamá.
—Lo único que te voy a pedir es que no tengas lástima por él, cuando esté pagando cada lágrima que derramamos por su culpa.
—¿Mamá?