Un Asesino Inocente

Ana Lucía, retrocedió dos pasos, y su semblante se tornó pálido, recuerda la estatua con claridad.

Aquí fue donde sucedió, aquí conocí a Chis… Aquí concebimos a Mathias.

Una vez más aquel recuerdo llegó a su mente. 

—Laura, no estoy acostumbrada a andar en fiestas, menos de estos chicos ricos que se creen de la realeza. Ana Lucia consideraba a Laura como su mejor amiga, pero la amistad entre ellas terminó esa noche. eran como las ocho de la noche, cuando ambos llegaron a la mansión.

—Ánimo, amiga, ellos no se darán cuentan, estas máscaras disimulan un poco. Laura volvió a acomodar su antifaz, solamente lo hizo para asegurar que estaba bien puesto.

Era una fiesta de máscaras que se había organizado por el cumpleaños número 19 de Christian. Aunque bueno, la organizaron los amigos del joven, esto teniendo en cuenta que William se encontraba de viaje y que Christian había quedado solo en la mansión. 

—Mira, si te hace sentir bien, entramos un rato, disfrutamos un poco de esta fiesta de ricos y luego nos iremos. Aseguró a la joven con una gran sonrisa, luego pasó junto a la enorme estatua. 

Los lujos que se dan los ricos. Pensó, Ana al seguir de cerca a su amiga. Esa noche ambas disfrutaron de bebidas y comida. 

Al pasar las horas, Ana Lucía se sintió un poco mareada y decidió buscar algún baño. pero los del piso de abajo estaban ocupados, así que no tuvo de otra, más que subir y buscar uno. Al llegar al último escalón, logró ver una puerta abierta. Estos ricos siempre tienen un baño dentro de las habitaciones. Pensó al entrar a la habitación y al parecer no había nadie, sin embargo, cuando giró el porno de la puerta del baño, descubrió que había alguien adentro.

—¡Necesito aire o aquí mismo devolveré el estómago! Dijo en voz alta y corrió al balcón. una vez ahí, se apoyó en el barandal y miró hacia abajo. 

—¡Ni se te ocurra! El tono era algo ronca, lo que la hizo voltear y ver al hermoso joven que la flechó de inmediato. 

—Sera mejor que te comas esto. Christian se acercó y le dio lo que parecía ser una pastilla.

—¡Gracias, pero no consumo drogas! Ella creyó que se trataba de algún estupefaciente. 

—¡Eres una tonta! ¿Como crees que te daría algo como eso? ¡es de menta! te quitará el malestar! Resulta que cuando Ana se llevó la pastilla a la boca, el joven posó la mirada en los labios de la chica, luego le acarició la mejilla con los nudillos de su mano. 

—Esa máscara no me permite apreciar tu rostro como quisiera, pero tu boca me cautivó, tu piel se siente tan frágil. 

Christian sentía un calor exorbitante, era similar a llevar una hoguera por dentro. 

—No sé quién seas, pero esos estúpidos colocaron algo en mi bebida. Necesito calmar mi cuerpo. Christian le mintió, la verdad, desde que la vio entrar, puso los ojos en ella, aunque sí fue una coincidencia que Ana subiera hasta su habitación. El solamente había subido para cambiar su camisa.

—¡No sé cómo puede ayudarle! Buscaré un médico, puedo llamar a emergencias. Contestó con inocencia y, cuando estaba por salir, Christian le cerró la puerta y escondió la llave dentro del bolsillo de su pantalón. 

—UPS, qué pena. Sonrió una vez más. 

Luego la apoyó en la pared y al acercarse le respiró en la nuca; al mismo tiempo, metió la mano debajo de la falda de la chica. 

—No suelo tocar a cualquier mujer, pero siento mi corazón agitado. Cuando te vi, sentí un impulso por saber quién eres, por hacerte mía. 

En ese momento, Ana, respiró con agitación, ningún hombre había sido tan descarado como Christian, mucho menos la habían tocado. Por lo que intento alejarse de él.

—Joven, no lo conozco, y su mano está donde no debería, siento que me está… ah… Gimió con excitación. Su parte más íntima estaba siendo estimulada por el descarado joven… 

Mientras que Christian disfrutaba de ver cada gesto, cada gemido despertó poco a poco su deseo. 

—Por favor… la chica suplicó con debilidad, y es que en ese punto, no puede controlar lo que siente. 

—¿Por favor, qué? Un brillo apareció en la mirada del joven. Sabía que ya la tenía donde quería. 

—¡No te detengas! Ana no tenía experiencia, era su primera vez, y por su descuido se está entregando a un desconocido, derretida por los besos en su cuello y los habilidosos dedos del joven.

Así fue como perdió su pureza, se entregó a Christian en una noche en donde le ganó el trago y se dejó llevar por las caricias. Ese día cambió por completo su vida, y la de Christian también. Pues al despertar solamente vio la máscara de la chica, Christian fue castigado por la fiesta, no era el lugar para llevar a tanta gente y por desgracia alguien hurtó unas reliquias valiosas de la casa.

La lucha de Ana Lucía apenas comenzaba, su embarazo no fue fácil, y mucho menos después de que nació su hijo, y que los gastos se incrementaran.

—Mami, ¿Estás bien? El niño vio que su madre se distrajo mirando la estatua. Ella inclinó la cabeza y sonrió al decir. ¡Estoy muy bien! Es solo qué, esa imagen es impresionante. 

—¡Es el emblema de la familia! Añadió William al pasar junto a ellos. 

Dentro de la casa los esperaba la familia Montalbán. Si bien es cierto que quiso hacer algo privado, William quería comprobar algo e invitó a ciertas personas de su núcleo familiar.