Tristán Firefly, es un esclavo que fue vendido a sus tres años de edad, siendo tratado de una forma cruel e inhumana. A sus ocho años continúa con esa vida, su único sueño es tener una familia propia con su pareja destinada, pidiendo una señal a su Dios. Encontrándose con ella un día después, pero tienen que separarse. Gracias a ello, vuelve a su vida normal, su amo casi lo mata y lo tira al bosque quitando toda evidencia para no ser acusado de asesinato. Todos los creen muerto ahora y con eso logra ser libre para hacer su nueva vida como quiera.
¿Logrará encontrarse de nuevo con Shahiem y ser felices juntos?
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El secreto y el cumpleaños de Tristán.
Tristán seguía enojado con Shahiem, ella estaba afuera pidiendo entrar, no tenía la llave de la puerta. Sabía que tenía que comprar su boleto de entrada con comida, pero... ¿Dónde encontraría comida en el bosque?... Se le ocurrió una buena idea.
- Tristán... ¿Eres alérgico al pescado?...-dijo con una voz alta pero triste.
— No, Pero eso de que te sirve saber?.... ¡NO ME DEJASTE COMER UN MALDITO PAN!, ¡CUANDO ME MUERA SERÁ EL DÍA EN EL QUE PIENSES ,LE HUBIERA DEJADO COMER ESE PAN!.
No quiso abrir más la boca, pero no podía perder la oportunidad de burlarse de sus palabras. Parecía una madre con esa frase, comenzó a imaginar a Tristán con mandil y con un vestido de señora. No pudo aguantar su risa nada discreta, parecía que un mono se reía junto con un pato y un loro. Era contagiosa esa risa, pero él estaba muy enojado como para reír un poco.
- ¿Si me comprarás pescado?....
Ella gritó que sí mientras estaba a carcajadas en el piso retorciéndose y riendo más por no poder ponerse de pie. Al final si la dejó entrar y se disculpó.
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La abuela de Ágata intentaba comprar al pequeño esclavo. El señor David era imposible de convencer cuando se trataba de su esclavo.
- Un cofre lleno de oro, es mi última oferta.- dijo mientras esperaba su respuesta.
-Como le dije en la mañana, el mocoso no está a la venta, me gusta torturar a ese gusano.
Comenzó a reír discretamente mientras buscaba a su esclavo. No lo encontró en el lugar donde debía estar en esa hora de la tarde. Le comenzó a faltar el aire.
- ¿Dónde está el maldito de Tristán?.- gritó mientras iba corriendo por toda la casa.- Ese maldito… escapó.
Interrogó a todos sus empleados, nadie sabía algo sobre dónde estaba. Su hermano le recordó en ese momento lo que le había ordenado a Tristán. Se calmó un poco, pero ordenó que lo trajeran de inmediato.
- Tengo que admitir que se me olvidó, pero todo es culpa de esa niña que tanto proteges, hermana...
-Mierda, aquí vamos otra vez, además esa mocosa no lo sabe todavía, así como ese niño no sabe nada de sus orígenes.- dijo mirando a todos.
- Si tu mocosa le llena de ideas a mi juguete te voy a matar sin dejar evidencia alguna...
-Ella piensa todavía que me acosté con un dragón mientras era humano y ya. -Aclaró.- No cómo ese niño que aún cree que sus "padres" lo vendieron, pero escúchame bien... Cuando sepa de dónde viene y quién es realmente, caerá el infierno sobre ti.
Salió de la casa una vez terminó de decirle eso. Necesitaba ir por Shahiem antes de que pasara algo que afectara sus planes, seguía con su idea de ayudar a los seres de luz, pero ya no podía proteger más a esa pequeña. Si iba a llevarla a un lugar seguro, lo haría con ese niño también. Subió a un caballo que estaba atado a una cerca de madera, el dueño salió furioso, pero ella fue más veloz y se fue a la cabaña. Su plan era llevar a los dos niños cómo si nada y a la mañana siguiente escapar con ellos a Corbad . En ese sitio se reunían los magos más poderosos y guerreros, siempre eran los mejores. Además, ahí vivía su madre para ayudar económicamente. Todo estaba planeado.
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Shahiem se había acomodado en las piernas de Tristán. Se había convertido en dragón para poder dormir ahí, ya le había dado su obsequio, había incluso llorado al recibir algo por su cumpleaños que era ese mismo día. Claramente, no sabía que ese día era su cumpleaños, pero fingió saberlo además de mentirle que le había pedido un pastel en el pueblo vecino. Ya sabía cuál era su sabor favorito por qué él preguntó con emoción si era de tres leches con fresas encima. Al menos sabía que le gustaban las fresas. Mañana iría por un pastel así. Sería sencillo encontrarlo.
-Gracias por tus regalos, es la primera vez que me regalan algo, siempre me dan algo como préstamo por un tiempo y luego me lo quitan.- le miró.- Pero está vez sé que es mío y nunca me lo quitarán.
Ella no quería mostrar debilidad ante él, intento no soltar una lágrima al escuchar eso. Le daba ganas de comprarle todo lo que siempre quiso, pero no podría hacerlo, no en ese momento. Todo tenía su tiempo, aunque para ella el tiempo se estaba tardando mucho. Se oyeron pisadas de caballo y su madre llamándole. No tenía sentido, nunca fue por ella en el pasado, ¿por qué empezar ahora?, Tristán se dió cuenta de quién era, estaba igual de sorprendido. Fué a abrir la puerta.
-¿Por qué el día en que me muestra afecto?.- susurró Shahiem mientras veía a su mamá.
Sus ojos lo decían todo, quería matarla de mil maneras por interrumpir los mimos que recibía hace un momento. Mientras que su madre comenzó a hablar.
-Tristán, tengo que sacarte de esa casa lo antes posible, ya no puedo con la culpa en mi corazón.- suspiró.- Te llevaré con Shahiem a Corbad, ahí yo sé que podrán estar seguros, mi mamá vive ahí y es buena, nos vamos mañana en la mañana.
Los dos no sabían que decir, Shahiem estaba confundida mientras que Tristán estaba lleno de miedo.
-No quiero.- dijo.- Si cambio de parecer, iré yo solo a dónde ustedes se encuentren, pero no me iré con ustedes de la noche a la mañana...
Shahiem estaba a punto de llorar, talvez no era la persona indicada para ella.
- No lo digo por ti, lo digo por tu madre.- Le acarició la cabeza.- Tú sabes lo importante que eres para mí, pero no puedo ir.
Hubo silencio en todo el camino de regreso, tuvo que dejar su capa nueva en el bosque dentro de un árbol seco, sabía que si la llevaba puesta había la posibilidad de una paliza y la quema de su regalo. Al llegar a la mansión,su amo estaba furioso y aliviado por ver a su esclavo de vuelta, miró a su hermana con desagrado, mientras ella le contestó que no le había dicho nada respecto a eso, no sabía a qué se refería. Su amo le ordenó llevar a la cama a su sobrina, él obedeció sin decir nada . Esa noche ni Tristán o Shahiem pudieron dormir. Querían abrazarse un poco más.
- Tristán, nunca me olvides.- dijo mientras lloraba un poco.
- Y tú nunca abrases a otro niño que no sea yo.- dijo mientras imaginaba algo así.- Tampoco me olvides.
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A la mañana siguiente, Shahiem se fue con su madre con la excusa de que no la aguantaba más y se la daría a su madre. Sus hermanos estaban de acuerdo por qué esa niña solo daba vergüenza además de que llenaba de deshonra a su apellido.