PRISIONERA DEL DOLOR.

Thomas no dijo nada se levantó de donde estaba y se fue a su despacho, en la habitación Luisa sentía impotencia y tristeza a la vez nunca se imaginó que Thomas le pegaría aunque reconoce que compararlo con su padre quizás fue un error pero eso no lo justifica para que se atreviese a alzarle la mano.

Su tristeza se intensificó al recodar que Agustín se iba a casar nada más y nada menos que con su media hermana, pero no lograba entender por qué le habían enviado la invitación aún faltando seis meses para dicha celebración.

En el despacho Thomas observaba una fotografía la acariciaba como si tuviera en sus manos algo valioso, la beso y la volvió a guardar en su cajón que mantenía con llave, se sirvió un vaso de whisky y se sumergió en sus pensamientos.

Inicio del recuerdo.

Después de que Raúl le diera su apellido Thomas lo vio como una figura paterna y le decía papá, Raúl lo quería mucho cuando cumplió los 15 años empezó a enseñarle todo respecto a la mafia, le enseño a pelear y lo mando a las mejores escuelas y universidades del país.

Cuando cumplió sus 24 años Raúl le dio toda la información de la persona que ocasionó el accidente de sus padres y que además lo había buscado para encargarse de él.

- Esta es la cuenta bancaria de la empresa.-. Le decía Raúl enseñándole unas hojas.-. Como ves necesita dinero porque está al borde de la quiebra así que querido hijo tú serás un buen samaritano y le vas a dar todo el dinero que necesite.

- Claro que lo haré padre eso dalo por hecho.

- Perfecto hijo recuerda que una vez esté endeudado contigo hasta la coronilla tú aparecerás y cuando se dé cuenta de que eres el niño al que dejo huérfano no podrá hacer nada.

- No sabes como ansío que llegue ese día y verlo morir lentamente.

- Así se habla hijo pero recuerda que la venganza es solo con él su familia no tiene por qué pagar su error.

- Para ser mafioso tienes un buen corazón.-. Se le burló.

- Por eso sigo en el trono hijo, nunca dejes que la venganza te ciegue porque puede causarte la muerte.

Siguieron observando la información.

- Así que ahora Santiago es viudo.-. Dijo con ironía.

- De seguro tuvo que ver en el accidente.-. Dijo Raúl.-. Aquí están las fotos de sus hijos.

Tocaron la puerta era Lucía que les traía el desayuno

- Como no bajaron a desayunar mejor se los traje.

- Gracias nana.-. Thomas le respondió sin mirarla pues estaba concentrado viendo una fotografía.

- Quien es ella hijo.-. Le pregunto Lucía.

- La hija de un asesino.-. Dijo Thomas viendo aún la foto.

- Es muy bonita.-. Le picó Raúl.

- Nada del otro mundo.

- Si es así porque no dejas de mirarla como un tonto.-. Se le burló Raúl.

Thomas lo observo pero no dijo nada, le entrego todos los papeles que su padre le había dado menos aquella foto que en un descuido se la guardo en el bolsillo del pantalón.

Fin del recuerdo.

Pasaban las doce de la noche cuando Thomas salió de su despacho iba a subir las escaleras pero se percató que había movimiento en la cocina así que decidió ir a ver de quien se trataba.

Al llegar vio a Luisa que estaba de espalda preparándose un té, ella vestía una blusa de tirantes y un short que le marcaba su hermoso trasero.

Al girar Luisa se encuentra con Thomas y pega un grito del susto.

- Disculpa no quise asustarte.-. Le dijo al ver que Luisa se toca el pecho que subía y bajaba de la impresión.

Luisa solo asintió y empezó a limpiar el desorden que ocasionó una vez limpio se preparó para irse pero Thomas la agarro del brazo.

- Luisa por favor nada más quiero que me escuches.

- No lo pienso hacer Thomas ahora por favor sueltame.

Thomas no le hizo caso y la acercó más a él con una mano le tocó la mejilla que aún estaba irritada por la cachetada que le había dado

- Perdóname por favor.-. Unió su frente con la de ella.-. Prometo jamás volver a lastimarte.-. Empezó a acariciarle la mejilla.

- Yo también lo siento Thomas jamás debí compararte con mi padre.-. Se sinceró.

Al escucharla decirle eso acortó la distancia y la abrazo con delicadeza y Luisa también hizo lo mismo.

- Solo no quiero que me mientas Luisa no me gusta.

- Está bien no volveré a mentirte.-. Caminaron juntos hacia las escaleras y después cada uno se fue a su habitación.

ESTADOS UNIDOS.

Priscila con Karen celebraban que su plan le haya salido bien.

- No sabes las ganas que tengo de verle la cara a la estúpida de Luisa.-. Decía Karen.

- Ya me la imagino hija llorando como magdalena al ver que su gran amor se va a casar con su hermana.-. Priscila había enviado la invitación unos mese antes para torturar a Luisa con la noticia.

- Ja, ja, ja y eso que aún no se ha enterado que será tía.-. Karen se tocó el vientre.

Ambas se rieron y en eso entró Santiago.

- A que debo su celebración.

- Pues que pronto tu hija será una Harrison cariño.

- Aún no logro entender como le hicieron para que Agustín accediera a casarse contigo hija.

- Él me ama papito.-. Los tres se rieron.

En la casa de Agustín en vez de estar celebrando por su boda era todo lo contrario parecía un alma en pena pues la noticia de que iba a ser padre no le había agradado siempre quiso formar una familia pero no con ella sino con Luisa.

No había día que no pensara en ella y no había día que no se arrepintiera de haberla dejado en brazos de otro hombre él tuvo que haber luchado por ella por su amor pero fue un cobarde y ahora ella ya le pertenece a otro.

Aunque Luisa escapara de su esposo porque estaba seguro de que ella no lo amaba jamás le perdonaría haberse metido con su hermana y mucho menos haberla dejado embarazada.

- No sé cómo fuiste capaz de embarazar a esa mujer.-. Ricardo lo saco de sus pensamientos.

- Ni yo sé, juro que siempre me cuide pero ella se las arreglo para quedar embarazada.

- Y si ese hijo no es tuyo.-. Agustín negó.

- No papá es mío las fechas coinciden además ese fue el único día que no use protección pues estaba totalmente borracho.

- Malditas arpías.-. Dijo furioso Ricardo.-. De seguro todo lo tenían planeado.

- No lo sé padre pero no quiero hablar de eso ahora.

- Es que no entiendes que si te casas con esa víbora es capaz de dejarnos en la calle.

- No me queda de otra porque me juro que si no nos casábamos le diría a todo el mundo que la seduje para embrazarla y así vengarme de lo que supuestamente me hizo Luisa.