La Verdugo Y El Demonio De Tasmania.

Rachel Fiore

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-Al finalizar la aplicación de mi crema corporal, dirijo la mirada hacia ese vestido que planeo ponerme. Siento que es demasiado para mí y que resalta aspectos de mi figura que no me agradan. No comprendo cómo hay mujeres que se sienten cómodas vistiendo así, pero entiendo que es la única manera de captar la atención de ese hombre. Según lo que he leído, a él le atraen las mujeres rubias, de busto prominente y caderas grandes, características con las que me siento identificada. Me pongo el vestido

negro que realza mi figura y mis pechos, me maquillo y aplico un labial rojo. Me coloco lentes de contacto y recojo mi cabello para ponerme la peluca una vez que esté en el automóvil. Tomo una chaqueta para cubrirme, ya que no deseo que nadie en la mansión me vea vestida de esa manera. La llevo en mi mano al salir de la habitación, cerrando la puerta silenciosamente. Son las 10 de la noche cuando escucho una voz que me pregunta-¿A dónde vas?

-La impresión me hizo sobresaltarme, provocando que tanto la chaqueta como mi bolso cayeran al suelo. Al girar, veo a Gian observándome desde abajo, con los ojos bien abiertos. Noto cómo muerde su labio inferior mientras se acerca a mí, apoyando un brazo en la pared y acorralándome. Trago en seco, ya que su mirada se conecta con la mía; sus ojos oscuros me recuerdan a los de mi líder, que solían ser tan intensos y amenazantes. Me estaba poniendo nerviosa, pero trato de mantener la firmeza en mi voz y le digo- No tengo que darte explicaciones, joven Gian.

-Intento alejarme, pero él sujeta aún más su cuerpo contra el mío, y colocando su mano en mi barbilla, con un tono serio, me dice- Fiera, quiero saber adónde vas vestida así, por qué llevas una peluca y esos lentes de contacto. Dime, ¿a dónde irás? De lo contrario, no permitiré que salgas.

-Me pierdo en su mirada, que refleja su molestia. Sin embargo, arqueo una ceja cuestionando quién se cree para pedirme explicaciones; después de todo, no es más que el hermano de mi líder, nada más. Con un movimiento, le golpeo el brazo y le digo- Ya te he dicho que no tengo por qué darte explicaciones. Por favor, ubícate.

-Tomo mi chaqueta y mi bolso, guardando la peluca en su interior. Salgo rápidamente; mientras me dejo mis tacones, bajo la escalera y me coloco una chaqueta lo suficientemente larga. Escucho voces en el corredor y reconozco que pertenecen a Leandro y Olivia. Decido salir por la puerta trasera, busco mi auto y, al subirme, me ajusto la peluca. Enciendo el motor y, tras unos minutos, llego al bar. Antes de bajar del auto, me quito la chaqueta y ajusto el vestido. Al caminar hacia el bar, me doy cuenta de que hay una gran cantidad de personas. Observo que algunas mujeres están bailando en un tubo, mientras los hombres les entregan dinero. Observo el lugar en busca de mi objetivo. Al encontrarlo, me doy cuenta de que todos los hombres me están observando con miradas lascivas, lo cual me desagrada. Sin embargo, el que realmente deseaba que me viera ya lo ha hecho. Me pica el ojo y le sonrío. Caminando hacia el barman, agito un poco mis caderas, sintiéndome algo ridícula en este acto. Pido una margarita y, pasados unos minutos, mi objetivo se acerca a saludarme, preguntando mi nombre. Decido inventar uno y me dirijo a él de manera coqueta. Él apoya su mano en mi espalda y, mientras me acaricia, siento una intensa ira, aunque solo logro sonreír. Noto que Gian entra al bar; su rostro se vuelve rojo al verme, así que rápidamente le informo a mi objetivo que voy al baño, temiendo que la presencia de Gian podría perjudicar mi trabajo. Me acerco a Gian y, con un tono suplicante, le solicito que me siga hacia los baños; sin protestar, acepta. Al llegar al baño de mujeres, él también entra. Le digo- ¿Qué haces aquí? ¿Por qué me seguiste?

-Él me responde con enojo- ¿Por qué permites que ese hombre toque tu espalda? ¿Y por qué le sonríes? ¿Qué haces aquí? Dime, ¿acaso es tu novio? ¿Por qué estás vestida así y llevas peluca?

-Respiro hondo y le digo- Si te lo cuento, ¿te irás?

-Él asiente con la cabeza, señalando que sí. - Bien -continúo- ese hombre que viste es mi objetivo. Tengo la orden de eliminarlo. Si estoy vestida de esta manera, es la única forma de llamar su atención. Ahora que lo sabes, por favor, vete. Estás arruinando todo.

- Observo cómo sus ojos se iluminan mientras se acerca a mí y me dice- Me alegra saber que no es tu novio. Si deseas terminar con él, puedo ayudarte.

- Comienza a acariciar mi mejilla, mientras con la otra mano presiona suavemente mi cadera contra su cuerpo. Quedo paralizada cuando me besa lentamente y me lleva contra la pared, alzándome para que estemos a la misma altura. Me dejo llevar por el beso, que se vuelve cada vez más pasional, y siento su paquete entre beso y beso. Me susurra Con una voz ronca, lo atractiva que me veo y lo hermoso que es mi cuerpo, afirmando que solo él deseaba ser su dueño. Ante esto, reacciono, reflexionando sobre mi situación y comprendiendo que no puedo permitir que me afecte. Le empujo ligeramente y le digo- Deja de ser tan atrevido; no entiendes que no me gustas. Si estamos juntos, será únicamente para descubrir al informante y no por nada más. Así que, por favor, mantén la compostura.

-Salí rápidamente del baño, sintiendo mi corazón latir con fuerza. Me ajusté el vestido y me acerqué a mi objetivo, insinuándole de manera seductora que nos trasladáramos a un lugar más privado. Él sonrió, tomó mi mano y me llevó hacia una de las habitaciones del bar. Mientras caminábamos, noté la mirada de Gian, quien, con las manos apretadas, reflejaba una marcada furia. Al llegar a la habitación, el hombre intentó besarme en el cuello, pero me aparté y le dije- Con calma, cariño, primero vamos a jugar.

-Tomé un pañuelo y le cubrí los ojos. Luego saqué unas esposas y, tomando sus manos, lo llevé a la cama. Él se recostó, asegurado con las esposas, mientras me susurraba palabras provocativas que me causaban más repulsión. Busqué en mi bolso una jeringa que contenía un veneno capaz de detener su corazón; lo mejor es que no deja rastro, haciendo que su fallecimiento parezca un paro cardiaco. Me subo encima de el , comienzo a quitarle la camisa el sonrie , lo inyecto el comienza agritar que lo soltara yo le digo - silencio nadie pordria escucharte tu escolta estan abajo. esto te paso por meterte con mi jefe

-al terminar de inyectarlo , comienzo a devestirlo , poco a poco se queda quieto , al quedar desnudo , toco su impulso ,ya estaba muerto , por lo que cuidadosamente salgo de la habitacion , sin ser vista por lo guardaespalda salgo de bar al subir al auto escucho la voz de gian que dice- ¿Cómo te fue con esa idiota?

-Coloco mi mano en el pecho; algún día esto me causará un problema cardíaco. Me giro y lo encuentro con los brazos cruzados, mirando hacia otro lado. Lo veo haciendo un puchero, como un niño molesto y consentido. Le respondo- He terminado mi trabajo, gracias por preguntar. Ahora, ¿podrías bajarte de mi auto? Debo irme.

-Me quito la peluca, dejando que mi cabello caiga. Le escucho decir-Conduce, iré contigo.

-Yo giro los ojos, enciendo el motor y acelero, dando vueltas por la ciudad para despistar cualquier posible seguimiento, hasta llegar a la mansión. -