_ Llego a mi casa después de un día agotador, solo quiero un baño y dormir por toda una semana. Todo está oscuro, entro sin fuerzas, camino como zombi hasta que ¡bam! caigo en el piso. ¡Mierda! He tropezado con algo. ¡¿Qué es esto?! Enciendo las luces, !!! Mi casa esta toda revuelta, faltan los muebles, no hay nada todo está vacío. Ni los electrodomésticos, ni mesas, ni sillas, no hay nada. ¿A dónde han ido mis pertenencias?, avanzo por la habitación, ¡me han robado!, ¡¿cómo sucedió esto?!
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Herencia
Verónica: ¿por qué nada me sale bien?, todo parece ir de mal en peor y justo ahora que necesito el empleo. Con una falta como esa será difícil conseguir trabajo en ese sector.
Alex: * eso es cierto, su carrera está arruinada. * No te preocupes, me tienes a mí, te ayudaré en todo lo que pueda. Ya no llores. (Limpio sus lágrimas). Tengo algo que te alegrará. *Voy por las cosas que traje de su casa y saco el pequeño cofre.*
Verónica: ¿eso es lo que creo que es?
Alex: si, fui por él. Sé que querrías recuperarlo.
Verónica: gracias no sabes cuanto te lo agradezco, es lo único que tengo de mis padres. Sabes nunca entendí su relación, ambos se amaban lo sé, se les veía en el rostro cada vez que se miraban pero por alguna razón mi madre no quería nada que la uniera a mi padre por eso llevo los apellidos maternos y no los paternos, pero a pesar de eso el nunca la dejó. Incluso cuando murieron, trató de protegerla usando su cuerpo. Este cofre tiene las pocas pertenecías que pude recuperar de ambos. Lo guardé antes de salir con Álvaro, me ponía triste verlo. Me recordaba a ellos y luego fue como si olvidara que existiera, gracias a eso ese malnacido no sabía de su existencia o lo hubiera robado también.
Alex: no quiero deprimirte, pero cambia tu dirección postal a mi casa y no vuelvas a tu departamento por ningún motivo.
Verónica: ¿qué pasa?
Alex: cuando fui por tus cosas, habían personas de no muy buen ambiente vigilando el edificio y no puede ser coincidencia.
Verónica: nada sale bien.
Alex: tranquila aquí estas segura.
Verónica: *ya ha pasado una semana, no he podido conseguir trabajo y la cancelación de los preparativos de la boda me ha sumida en deudas. Ahora es imposible que me valga por mi misma, por suerte tengo un amigo que vale oro. Así que en compensación por acogerme me encargo de la limpieza de la casa y que tenga comidas caseras cada vez que regresa, incluso le incluyo pequeños refrigerios para que lleve al trabajo y afronte mejor su día a día. Parecemos un matrimonio, siento la puerta abrirse*. Llegaste
Alex: si, estoy agotado no sabes cuánto me alegra tenerte aquí. Hace tiempo que no comía tan bien y mi casa no lucía tan en orden.
Verónica: siempre fuiste un pica flor, nunca quisiste nada serio.
Alex: eso no es lo mío, hasta ahora no he conocido a nadie con quién quiera compartir mi vida cotidiana.
Verónica: si tú lo dices.
Alex: *mi vista se gira a la gran pila de correos y hay una carta que llama mi atención, pero no es para mí. Es antigua, parece salida de un museo o una película histórica.*
Verónica: ¿qué es eso?
Alex: es para ti.
Verónica: ¿para mí?
Alex: si viene de Shadowvale.
Verónica: ¿de dónde?
Alex: de Shadowvale, eso dice la carta. Es un nombre bastante sugerente ¿no?
Verónica: no conozco ese lugar.
Alex: yo tampoco.
Verónica: *abro la carta, está escrita a mano, es una escritura antigua de esas con pluma y tintero, es hermosa ya nadie escribe así. *
Por medio de esta carta se informa de la muerte de su abuela Alina Harrison, al usted ser la única en la línea familiar que se encuentra con vida todos los bienes pertenecientes a su abuela le corresponden como su única heredera. Le informamos que dentro de las posesiones se encuentra una antigua mansión valorada en más de 500 mil dólares y las antigüedades y objetos de valor dentro de la residencia duplican el valor de la misma. Debe venir personalmente a reclamar los bienes en un término te siete días después de recibida esta carta o perderá el derecho sobre dichos bienes, ya que así lo estipula el testamento dejado por la fallecida.
Atentamente Norton Williams notario de Shadowvale
Verónica: ¡escuchaste eso, es una fortuna!
Alex: con eso se resuelven todos tus problemas, pero no sabía que tenías una abuela.
Verónica: yo tampoco, mi madre nunca me habló de su juventud y mucho menos de su familia. Siempre evitó el tema, cada vez que preguntaba parecía inquieta así que nunca indagué en el asunto.
Alex: aun así, es extraño. Pero una herencia es una herencia.
Verónica: lo sé, pero no me da buena sensación. Es como una noticia demasiado buena para ser verdad, ¿se habrán equivocado de persona?
Alex: no lo creo, dice tu nombre. ¿Qué harás?
Verónica: esto puede cambiarlo todo, así que no desperdiciaré esta oportunidad.
Alex: ¿cuándo partimos?
Verónica: ¿me acompañarás?
Alex: claro, no te irás a quién sabe dónde sin mí.
Verónica: gracias, la verdad no quería ir sola.
Después de una tarde de complicidad por parte de los dos amigos, ambos se retiran a sus respectivas habitaciones. Alex para encontrar descanso después de una jornada agotadora. Verónica se ducha antes de dormir, mientras el agua cae por su cuerpo intentando lavar todas las tensiones que la agobian. En su habitación el ambiente cambia drásticamente. Es de noche, pero se siente más fría, más sombría, incluso puede notarse la escarcha en los ventanales, pero no es invierno y solo ocurre en esa habitación. El resto de la casa permanece sin cambios aparentes, solo se escucha un pequeño sonido.
Rash…rash
El pequeño cofre se arrastra encima de la cómoda y cae al suelo estrepitosamente, sin explicación, sin razón, sin sentido. Como si alguien o algo lo hubiese empujado, dejando ver la punta de una nota escondida en el terciopelo, que solo se revela por el impacto de la caída. Pero no termina ahí. Ese esfuerzo por revelar un secreto escondido se ve empañado cuando la nota como si tuviera vida propia vuelve a esconderse dentro de ese elaborado escondite. El cambio nada sutil en el ambiente, esos sucesos inexplicables que ocurrían, no eran más que la confirmación de que allí había algo. Una presencia silenciosa, inmaterial, que se arrastraba entre la sombras y tal vez algo más que intentaba frustrar sus planes. Como si desesperadamente quisiese evitar que el destino cambie. En esa habitación se enfrentaban silenciosamente dos fuerzas opuestas, intentando cambiar el escenario en que se encontrarían envueltas las vidas de ambos chicos. El cofre vuelve a voltearse intentando desvelar nuevamente su secreto, pero la puerta del baño es abierta y todo desaparece de golpe, el ambiente sombrío, el hielo de los cristales. Como si nada hubiera pasado. La suerte estaba echada y el destino es inevitable.