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Welcome To The Imgard

Welcome To The Imgard

Status: En proceso
Genre:Romance / Venganza / Intrigante / Época / Traiciones y engaños / Sherlock
Popularitas:608
Nilai: 5
nombre de autor: Nijuri02

En el elegante y exclusivo Imperial Garden (Imgard), un enclave de lujo en el Londres de 1920, la vida de las doce familias más ricas de la ciudad transcurre entre jardines impecables y mansiones deslumbrantes. Pero la perfección es solo una fachada.

Cuando un asesinato repentino sacude la tranquilidad de este paraíso privado, Hemmet, un joven detective de 25 años, regresa al lugar que dejó atrás, escondido tras una identidad falsa.
Con su agudeza para leer el lenguaje corporal y una intuición inquebrantable, Hemmet se sumerge en el hermético círculo social de Imgard. Mientras investiga, la elegancia y los secretos del barrio lo obligan a enfrentarse a su propio pasado.

En Imgard, nada es lo que parece. Y cada elegante sonrisa esconde un misterio.

NovelToon tiene autorización de Nijuri02 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo Uno: Hemmet

"Si desconfías demasiado, dudaras hasta de ti mismo. Si confías demasiado, te perderás en tu egoísmo"

Atte: Papá

Capítulo 1

El Royal Queen, uno de los transatlánticos más grandes y suntuosos del mundo, cortaba las olas con una majestuosidad imponente, a punto de atracar.

En sus camarotes de caoba pulida y salones adornados con terciopelo, la élite de la sociedad inglesa y americana aguardaba con impaciencia su llegada a puerto.

Muy por debajo de esas cubiertas de lujo, en la penumbra de la bodega, un oficial de policía descendía con un candelabro en mano, su luz vacilante bailando sobre los barriles de madera y las sombras danzantes. El aire era denso, impregnado de un olor a moho y humedad. Con su macana, golpeó repetidas veces los viejos toneles y las paredes.

— ¡Levántense, ratas inmundas! — gruñó. — Llegamos en quince minutos.

En un rincón apartado, un anciano corpulento se desperezaba con lentitud. En su mano derecha, una botella de ron casi vacía.

Se puso de pie con dificultad, los vaivenes del barco y la borrachera haciendo que sus piernas flaquearan. Se limpió la saliva de la boca con la manga de su camisa blanca, sucia y rasgada.

— ¡Oye! ¡Es hora de despertarse! — dijo, dirigiéndose a un bulto que se mecía en una hamaca improvisada, hecha de tela y suspendida entre dos postes. — ¡Que te levan…!

La oración se cortó abruptamente cuando el barco dio un fuerte golpe. El anciano, apodado Boch, se fue de espaldas, golpeándose contra la dura madera. El bulto de la hamaca cayó al suelo con un golpe seco.

Un joven se frotó la cabeza, gimiendo de dolor.

— ¿Qué haces, Boch? Déjame dormir — se quejó, dándose la vuelta y acurrucándose en el suelo, abrazando un pequeño cofre de madera.

— ¡Imbécil! — exclamó Boch, asomando la cabeza por una rendija que daba al exterior.

El barco, con un último y suave vaivén, había llegado a puerto.

— Por fin… Inglaterra — pensó Boch, un alivio palpable en su voz. Se volvió hacia el joven. — Bueno, creo que es hora de despedirse, muchacho. — Del bolsillo de su pantalón sacó una carta y la lanzó al suelo.

— Como habíamos acordado, aquí está tu documentación. Ahora puedes moverte libremente por Londres.

El joven, ya sentado, tomó la carta y la miró.

— ¿Cómo me llamo? — preguntó.

— Johan Fareyn — respondió el anciano. — Detective, soltero, sin familia, sin pasado. Perfecto para ti, Hemmet.

— ¿Y cómo conseguiste esta documentación? — inquirió el joven.

— No preguntes si no soportarías la respuesta, niño — dijo Boch, observando por última vez la vista exterior. — Bueno, ya puedes bajar.

El joven se levantó del suelo, sacudiéndose el polvo de sus pantalones de vestir, de un oscuro y elegante tono, que combinaban a la perfección con su camisa blanca almidonada y su chaleco gris oscuro.

— ¿Qué harás ahora, amigo Boch? — preguntó, recogiendo un maletín que ocultó bajo su saco y ajustándose un pequeño sombrero oscuro. En su brazo izquierdo, sostenía con delicadeza el viejo cofre de madera.

— Yo no soy tu amigo, solo te conozco hace un mes — replicó el viejo, arrojando la botella vacía.

— ¡Vamos, no digas eso! Incluso te dije mi verdadero nombre. Puedes usarlo si quieres.

Boch se quedó en silencio un momento. Se quitó el sombrero revelando una fotografía dañada, escondida dentro de aquel sucio sombrero.

— Espero ver a mi familia — la voz del anciano se tiñó de nostalgia y tristeza. — Mis dos hijas deben estar esperándome en alguna parte… Fue hace tres años la última vez que las vi. Desde entonces me he sentido solo.

El joven levantó la mano derecha dando un chasquido con sus dedos.

— Entonces no me equivoqué… — murmuró Hemmet en voz baja.

— ¿Por qué lo dices?

— No preguntes si no soportarías la respuesta — replicó el joven con una sonrisa enigmática.

Mientras se disponía a marcharse, Boch lo detuvo.

— ¿Puedo preguntar algo, Hemmet?

El joven se detuvo, inmóvil.

— ¿Por qué te quedaste aquí abajo conmigo estos siete días? Pudiste haber estado con la alta sociedad desde el inicio. Un excombatiente tiene esos derechos, incluso con la gente rica.

Sin darse la vuelta, Hemmet respondió:

— Debía conocer los secretos más oscuros de esta… misteriosa ciudad — dijo, su voz con un deje carismático. — Me servirá para mi trabajo.

Hemmet continuó caminando, pero se detuvo de nuevo.

— También… — añadió. — Pensé que te vendría bien una buena compañía.

Tiene razón, no se equivocó, pensó Boch.

— Es un gran detective… — murmuró el anciano, mientras Hemmet, ahora Johan Fareyn, subía las escaleras hacia las cubiertas superiores.

Ya en los camarotes, era fácil camuflarse. Su vestimenta lo hacía pasar por uno más de los pasajeros de lujo. Caminó con soltura entre la multitud, esquivando a las personas que avanzaban más lento. En un momento, chocó con un hombre alto.

— Lo siento, amigo. Está un poco estrecho por aquí — se disculpó.

El hombre sonrió con tranquilidad.

— No se preocupe, sucede todo el tiempo.

— Soy Johan Fareyn, un gusto saludarle — dijo Hemmet, extendiendo su mano.

El otro aceptó el saludo.

— Esteban Bullock. Vuelvo para ver a mi familia. Al parecer, uno de mis tíos murió hace unos días.

— ¡No puede ser! — exclamó Hemmet, fingiendo sorpresa. — Vengo a analizar un caso de asesinato en la familia Bullock. Soy investigador privado, el mejor en América.

— Conozco a muchos investigadores, y de los más famosos, pero nunca oí de usted — dijo Esteban, extrañado.

— Si fueran los mejores, no se dejarían conocer tan fácilmente — respondió John con una sonrisa.

Esteban asintió en silencio, aceptando la respuesta.

Mientras la conversación se extendía entre risas y anécdotas triviales, ambos cruzaron la cubierta del barco y finalmente pisaron tierra firme.

Londres se alzaba ante ellos, una ciudad misteriosa de construcciones antiguas, pero con un aire de elegancia y refinamiento.

La neblina matutina apenas se mantenía, mientras el sol radiante comenzaba a asomarse por el horizonte.

Un Bentley verde apareció por un lado de la calle.

— Bueno, mi amigo detective, aquí está mi transporte — dijo Esteban. — ¿Quiere acompañarnos? Podría presentarle al resto de mis amigos. Sin duda se convertirán en sus amigos en minutos.

Y no era de extrañar para Hemmet. Una de sus grandes habilidades era crear conversaciones triviales, ganarse la confianza de la gente y fabricar historias falsas para generar carisma.

— Esta vez paso — dijo Hemmet. — La próxima vez beberemos algo, amigo. Debo hacer una parada antes.

Era una mentira. Hemmet sabía que no debía viajar con un Bullock; eso lo convertiría en sospechoso y sería un mal comienzo en su misión.

Bueno… hicimos un avance, se dijo, mientras observaba la gigantesca ciudad frente a él.

— Y ahora...¿Dónde carajos es Imgard?

1
Thaurusi
buen ritmo. siento que ba a pasar algo grande. quiero masss
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