El General II.

Llegamos a una casa grande que se encontraba en los patios del castillo, el general no dijo nada mientras cabalgabamos y yo no quería enfrentarlo más sabiendo que el caballero estaba inválido, me obligó a entrar a la casa y me empujó sin decir palabra hasta una habitación mirandome con recelo.

-Este será tu nuevo hogar... acostumbrate- eso aún no estaba decidido y puse una cara de repulsión.

-Aun no está decidido... ni siquiera ha pasado una semana... - el callo mis palabras con una bofetada.

-Que te quede claro que mi esposa no sera visto con un hombre a solas... con o sin compromiso debes respetar las órdenes del rey- no tenía sentido lo que decía esas creencias eran arcaicas... negué con la cabeza pero no podía hacer nada sencillamente contuve mis lágrimas y me puse en pie.

-El rey ordeno que se me diera la oportunidad de resolver los problemas.... del reino, hágame el favor de dejarme ir- este ignoro lo que decía como si mis palabras fueran zumbidos solamente.

-El desayuno lo serviras al alba, limpiaras y en la tarde lavaras la ropa, no tienes permitido salir solo, bajo ninguna circunstancia y si te veo afuera te daré tu merecido- no dijo más y cerró la puerta detrás de el, lo seguí tratando de abrir la puerta implorando que me dejara salir que hablaría con el rey... en todo el alboroto solo quería ver a Aldo... estaba bien?, estaba en pie?, porque no venía por mi?

Paso la semana de prueba en la que solo me permitía salir a limpiar y colgar la ropa, preparaba las comidas y en un punto me pareció hasta normal hacer esos quehaceres, el general era quisquilloso con la comida y me maltrataba si no era de su agrado algo que hiciera, estaba desesperado por la situación, llegó el último día de la semana y no había tenidos avances, tocaron a la puerta y la mujer entro por nosotros, esperaba con ansias a Aldo pero al verlo llegar ni siquiera me miró, sentí un gran y profundo abismo que nos separaba, que fueron esas palabras en la capilla?, acaso eran mentiras?, porque me hacía esto?

El general me subió a la carreta y nos dirigimos al palacio, parecía como si Aldo jamas me hubiera conocido, hablaba con el general de asuntos de palacio, incluso la mujer me ignoraba, me sentí minúsculo en comparación, apreté mi túnica y la piel me ardió, eran los golpes pero muy en el fondo me ardia el orgullo, me dolía el corazón, tan fácil fue que Sir. Aldo olvidara su promesa?

Al poco tiempo llegamos a palacio y el general bajo de la carreta mientras Sir. Aldo extendió su mano para ayudarme a bajar -le agradezco Sir. Aldo pero para eso está mi esposo- alzando la mano el general la tomo con gentileza y me ayudó a bajar, el otro se quedó inmóvil, dolido al parecer, me abrace al brazo del general y entramos al palacio.

El rey nos esperaba, intuyo que se habían arreglado las cosas y me explico que el general había saldado su deuda y el la suya dandole mi mano en matrimonio, que agradecía la venida de las lluvias gracias a mis runas y que siempre tendría un lugar seguro en el palacio por ello incluso siendo un hechicero, estaba sordo a lo que decían todos, era como un sueño, una traición, el general reía animoso junto con el rey y la mujer, Aldo no decía nada, no se movía, el rey nos invitó a un banquete para celebrar la ocasión y le ofreció celebrar la boda en palacio, el general estaba complacido, acaso me habían traído aquí solo para casarme con el general?, se burlaban de mi magia ... se burlaban de la magia de mi hermano, se burlaban de mi condición, de mi impotencia, no cabía duda que el rey no confiaba en lo que decía y tampoco creería la injusticia que sí había provocado al llevarme a rastras a la casa del general, era una situación que no podía ganar.

-mis cosas.... de magia las tienen? quisiera seguir estudiando en caso de que se necesiten más runas...- el rey asintio con la cabeza diciendo que eran buenas para promover el cultivo y que se siguiera con ese estudio, que si el general lo veía prudente le gustaría que nos mudaramos al palacio para seguir con mis estudios.

El general asintio feliz por la oferta, no cabía en sí mudarse al palacio, me apreto la cintura y solté un pequeño gemido de dolor, justo ahí donde tocaba estaba sensible por la carga de trabajo en casa, Sir. Aldo se movió como un espasmo y retiró la mirada al instante, me soltó al poco tiempo y fue guiado por el rey hacia otra sala, la mujer lo acompaño, el general me indico que mas tarde iría por mi al laboratorio y que me sintiera libre por esa noche.

Estaba parado en medio de la sala, Sir. Aldo tampoco se movió, sentí que la habitación se caía a pedazos a mi alrededor , quería sentarme y llorar desde el fondo de mi alma pero me contuve, quise gritar... maldecir, golpear pero me contuve, camine hacia el laboratorio sin dirigir la palabra al caballero y me encerré ahí.

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