Estar desnuda frente a Albert era de las cosas que más disfrutaba Florence.
La chica yacía en la cama, completamente desnuda, su cabello enredado en una trenza y su cuerpo brillaba bajo la luz de las velas. El amor y la adoración que los ojos plasmaban en ella, la hacia sentir segura de sus imperfecciones.
—Eres preciosa— Dijo con voz ronca. —Toda una diosa.
Ella se ruborizo pero en las partes importantes esas palabras hicieron que doliera deliciosamente.
—¿No planeas venir a la cama?
—Necesito admirar tu cuerpo. —El se mordió el labio carnoso, sin despegar su vista a los ojos de la mujer. Esta se retorcio.
—Pero yo te nesesito.
Sin pensarlo dos veces, se deshizo de su ropa subiendo en tiempo récord a la cama de sábanas blancas. Siempre que había hecho el amor con Florence le gustaba demostrarle cuanto la amaba y hoy no iba a ser la excepción.
Sin embargo, ella entregaba su corazón con cada toque y eso la ayudaba a incentar su delicioso placer.
Cuando sus labios se unieron, la razón se perdió, sus manos exploraban lugares que ni siquiera había conocido y estaba feliz de tener tiempo para admirar la belleza de su cuerpo. Primero miro su rostro, enrojecido por la excitación, sus labios se encontraban hinchados por su pequeño arrebato y ni hablar de su cuerpo, era perfecto para él. Sus pechos se encontraban un poco más grandes que la última vez, su vientre no era tan plano y sus caderas se encontraban perfectas para sus manos.
Ella era agua viva y Albert tenía sed.
Sin pensarlo, la beso, acercando su cuerpo a centímetros del suyo, sus respiraciones se conectaban haciendo que llenaran la habitacion, sus manos se estrecharon queriendo estar lo más cerca posible.
—Te amo, Florence.
—Yo también te amo, Albert. Siempre lo haré.
Cuando Albert se enterró dentro de ella, esta perdió la razón, aquella pasión solo era un manojo de sudor, amor y placer. Muchísimo placer. Pero cuando empezaron a moverse su aliento se convierto en quejidos que exitaban a Albert, Las embestidas se volvieron más rápidas intentando llegar a una liberación juntos, entonces Florence sintió como llegaba, el placer terminó consumiendola hasta caer desfallecida en la cama.
Albert se alarmó pero cuando escuchó los ronquidos de ella supo que no había que preocuparse, fue por una toalla al baño y limpio el resto de su fluido encima de ella, fue con tanto cuidado que la chica ni siquiera se inmutó.
Enseguida, subió junto a ella y se arropó para entrar a los brazos de morfeo.
Florence odiaba levantarse temprano y hoy era esos días en lo que ella no quería hacerlo. Quería dormir por siempre con aquel cuerpo caliente encima suyo.
El chico se encontraba encima de ella, sus manos y brazos la envolvían como muestra de posesión, su radiante piel brillaba sobre las cobijas de seda, pudo observar como su trasero perfecto se deslizaba por encima de la cobija, ella estaba agradecía por la vista.
Pero no era simplemente atracción que sentía por él, su amor floreció de su pecho. Aquel hombre era suyo y decirlo ya era demasiado, era todo lo que una chica podía pedir.
—Buenos días, Cariño—La voz de Albert era ronca y su barba se empezaba a notar.
—Buenos Días, ¿Que te parece? Vamos al riachuelo cerca de aqui e intentamos conocer el lugar?
La sonrisa creció en los labios de Albert, el haría que pareciera una cita aunque tuvieran compañía, entusiasmado se levantó, pero un golpe a la puerta alarmó a la pareja.
—¿Melanie?
—Si, Vicent está abajo, quiere hablar con Albert.— Dijo detras de la puerta.
Cuando ambos bajaron encontraron al secretario con su cara dura, inmediatamente Albert se alarmó más.
—¿Que sucede, Ethan?— Llego hasta él.
—Hay un comunicado de prensa de la señora, todo se ha tranquilizado, pero no le gustará lo que dicen de ella.
Albert miró hacia Florence, la chica se encontraba ruborizada, mirando su zapatillas deportivas, ella lo había hecho por él y nadie se lo había pedido. Una parte muy adentro de él estaba aliviado y eso lo asustó, pero su parte racional le decía que aquella mujer había echado por la borda toda su vida.
Él no quería obligarla a hacer tal cosa. Y se regaño de pensar de manera diferente. El quería entregarle el mundo, no quitarle oportunidades, si seguía haciéndolo, significaria que afectaba a su vida más que aportarle.
—Yo no te pedí que lo hicieras, Florence.—Dijo calmado.
Pero cuando Florence levantó los ojos el enojo ese reflejo en sus ojos, ella se puso nerviosa. Hasta ahora no había lidiado con un novio enojado.
—Crei que no había otra opción, yo solo quería....
—¿No había otra opción? ¡Maldita sea, Florence, siempre hay otra opción! Ayer, me quedé debatiendo con el Alcalde por otra opción, luego vas y haces que esos esfuerzos ¿no valgan la pena?— Se estaba conteniendo, no quería terminar enojado con ella pero con cada palabra lo provocaba más.
—¡Nunca me dijiste nada! Tu puesto... tu sueño, peligraba.
—¿Y los tuyos? ¡Florence quiero darte oportunidades no quitarlas!—El se paso la mano por el cabello en señal de fustracion— Pero mira a tu alrededor, estás aquí encerrada en medio de la nada porque todo el mundo está encima de ti, luego vas y haces esto para echarte más tierra.
—¿Crees que tenía elección? Mis errores...—ella se detuvo, estaba a punto de romper en llanto.
—¿Cuales errores? Todo es culpa mía, pero ya pelear de esto es en vano, me voy— Tomo su chaqueta que se encontraba en el respaldo del sillón y camino hacia la puerta. —Iré a la Gran casa a arreglar todo esto. Nos vemos en la noche.
Cuando Albert salió por la puerta, Florence se desplomó en el piso, nada había salido como ella había esperado y su día se había arruinado por su culpa.
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Comments
Laura Ferral
ese vientre abultado y esos pechos más grandes,será que está embarazada 🤔y Florence que tanto dijo para salvarlo, comprendo el enojo de Albert pues el la ama y no la quiere arruinar,pero le falta comunicarse más con ella.
2022-02-14
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Alicia Camacho
Ojalá que este embarazada.
2021-12-15
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Yolidia Castillo
lo dicho chiquilla
debiste decirle
debieron hablar
2021-12-04
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