Capítulo 5

La Condesa Veritas regresó a casa justo a la hora de la cena con una sonrisa triunfal, la familia ya estaba reunida en la mesa y la miraban con curiosidad y desconfianza, la sonrisa de la Condesa era aterradora como la de alguna villana, incluso el Conde se sentía intimidado por aquella expresión.

- Parece que fue una buena reunión- dijo Isabel tratando de aligerar el ambiente.

- La mejor sin duda...- dijo la Condesa sentandose a lado de su marido y dirigiendole una mirada de complicidad, con eso el Conde ya sabía lo que se venía. -... Niñas, ¿qué es lo que saben del Emperador?- preguntó la Condesa, las tres hermanas se miraron confundidas, no era común traer temas políticos a la mesa y mucho menos que fuese su Madre quien los trajera.

- Emperador Hendrik Skylar de Renance, lleva dos años de reinado, ascendió al trono a los 23 años después de que su padre el Emperador Daegal Cosmos de Renance, el Conquistador, falleciera de una misteriosa enfermedad tras 22 años de reinado.- resumió Isabel como lectura de clase.

- Nuestra querida Isa, la más letrada.- aplaudió el Conde.

- El Emperador Bestia está buscando esposa- la Condesa fue directa, de inmediato Alexandra sintió escalofríos, nunca había maldecido tanto la falta de detalle de aquella novela.

- ¿Y eso que tiene que ver con nosotras?- preguntó Isabel, Lexi estaba muda, sabía lo que se venía.

- Pues que nosotros le daremos una- sentenció la Condesa, las tres chicas palidecieron.

- ¡¿Por qué?!, que otras familias lo hagan- exigió Ana.

- Eso es lo mejor, ninguna familia quiere hacerlo y no responderán a la petición del Emperador- sonrió la Condesa, el Conde se sorprendió ante la noticia, sabía que el Emperador no era muy querido pero nunca imaginó que ninguna familia estuviera dispuesta a proponer a una de sus hijas, observó a las tres niñas y verlas tan molestas le partía el corazón, mucho más cuando su hija la más salvaje y valiente estaba tan aterrada ante esa idea.

- ¿Tú que opinas Alexandra?- cuestionó el Conde.

La chica lo miró sin saber qué decir.

- No creo que sea nuestro problema, el Emperador puede buscar una esposa en otro reino-

- Políticamente sería suicidio, hacer de una extranjera Emperatriz lo hundiría más de lo que ya está, además ésta es una oportunidad para asegurar un lugar en la Corte Real y ganarnos un título más alto.- alentó la Condesa.

- El puesto de Emperatriz nunca había estado tan degradado y aún así piensan envíar a una de sus hijas a esa basura.- puntualizó Isabel.

- Creemos que la mejor opción para esta tarea es Ana.- dijo la Condesa ignorando el comentario de Isabel, Lexi sintió un balde de agua fría sobre su cabeza, ¿Ana?, ¿cómo?, ¿en qué momento la historia había cambiado sin darse cuenta?, la descripción no era muy exacta pero recordaba que ella era la primera y única opción para desposar al Emperador, los ojos redondos de Ana se llenaron de lágrimas, Lexi estaba aliviada de cierto modo pues contaba con que eso tan sólo agilizaría los eventos del libro, saltandosela a ella y yendo directamente al final feliz, pero la reacción de Ana la hizo dudar.

- ¡NO!, ¡SI ME OBLIGAN A CASARME CON ESE MONSTRUO JURO QUE ME MATO!- exclamó Ana para sorpresa de Lexi, sus palabras estrujaron su corazón, Ana comenzó a llorar devastada, se tumbó de rodillas y se abrazó de las faldas de Lexi.

El corazón de Lexi latía con fuerza que dolía, ¿esa había sido la reacción de la verdadera Alexandra al escuchar la noticia?, ¿también había jurado suicidarse? si así era, le aterraba la idea de que Ana lo hiciera.

- Lexi no los dejes hacerme esto- balbuceó Ana Holy, la protagonista de la historia original, la heroína, por un momento Lexi olvidó el libro y sólo podía ver a su pequeña hermana, a la que más amaba, suplicandole aterrada a sus pies, sin pensarlo más de una vez, Lexi acarició la cabeza de Ana.

- Yo lo haré- sentenció Alexandra con voz decidida, ya no había temor ni duda, la historia ya había cambiado, su personalidad era tan distinta que sus padres no la habían considerado, esta vez prepararía el camino para Ana, y cuando llegara el momento en que ella y el Emperador descubrieran su amor, felizmente concedería el divorcio.

La familia quedó sorprendida ante la sentencia de Lexi, Ana sollozó avergonzada por no tener la fuerza para evitar que su hermana tomara su lugar y el Conde sonrió, una vez más Lexi le demostraba que ella era su mayor orgullo.

- Alexandra eres la peor candidata.- comentó la Condesa.

- El Emperador no puede quejarse, mucho menos si soy la única en responder a su petición- sonrió Lexi con la misma sonrisa macabra de su Madre.

La Condesa asintió con la cabeza.

- Anton, ¿tú redactarás la respuesta?-

- En seguida lo haré- concluyó el Conde antes de dirigirse a su oficina, las hermanas se quedaron en el comedor consolando a Ana.

Al día siguiente en el palacio, el mayordomo Marcel Ghal Parvis entró a la oficina del Emperador, Marcel sonrió con lástima al ver al jóven Emperador conflictuado con los decretos y papeles Reales, Marcel había sido el único empleado del antiguo régimen que se había quedado en el palacio una vez que se dio el cambio de Emperador, sabía que el Padre de Hendrik no había tenído preparación en la nobleza y había reinado como un lider mercenario, y por ende Hendrik tampoco tenía idea de lo que hacía, pero a diferencia de su Padre, Hendrik lo intentaba, Marcel sentía estima por el Emperador, y era de las pocas personas que lo podía ver sin su máscara.

- Su Majestad- llamó Marcel, Hendrik levantó levemente la mirada, sus ojos eran grises y tristes, por inercia peinaba su cabello con sus dedos tratando de cubrir su lado izquierdo de la cara.

- ¿Hay respuesta?- preguntó con voz grave y lastimosa.

- Una.- respondió Marcel acercando la carta de la familia Veritas, Hendrik suspiró y abrió la carta en la que efectivamente se leía la positiva de los Veritas y el nombre de la prospecta "Alexandra Trinity Veritas" el corazón de Hendrik dolió en silencio. - También enviaron esto- dijo Marcel acercando un pequeño ovalo de plata, Hendrik lo miró, cabía en la palma de su mano y era el retrato de Lexi enmarcado en plata.

La sonrisa de la chica parecía curiosa, y su mirada era salvaje, no podía despegar su mirada de la imagen de aquella joven pelirroja.

- Marcel- llamó el Emperador.

- Enviaré su respuesta, su Majestad- concluyó Marcel con una pequeña sonrisa, conocía a Hendrik, lo había visto crecer, y el brillo en sus ojos decía más que cualquier palabra.

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Comments

ljp

ljp

No entiendo la parte de dolió en silencio 🤔porque que sabe el

2024-05-11

1

ljp

ljp

Jun no se pero ese sacrificio no me da buena espina con Ana 😏

2024-05-11

0

becfran

becfran

Ya me dio algo de lástima el emperador ...

2023-05-24

2

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