Capítulo 2.
Al día siguiente, una llamada me levanto a las 7am al contestar era Sam diciendo que tenía una junta en media hora, le tuve que decir que adelantará la junta para las 8am y le conté lo que había pasado con mi auto.
Tomé un taxi para llegar al mecánico para recoger mi auto, pero parecía que ese miércoles no sería un día tan agradable, cuando estaba a medio camino de llegar al mecánico el auto del taxista se descompone.
Le pague una cantidad y me marche corriendo me repetía a cada minuto mientras corría por la acera "No pienses… No te estreses", después de 20 minutos corriendo llegue al mecánico tome mi auto y recibí una llamada la atendí era Sam diciendo que faltaban 20 minutos para empezar la junta le dije que llegaba en un instante.
Cuando colgué la llamada sabía muy bien que para llegar eran 25 minutos y que no alcanzaría, pero no tenía otra opción acelere con mucha velocidad y por obra del destino no morí.
Llegué 5 minutos antes y Sam me llevó a la junta prepare mi traje y entre, estuve dos horas explicándole a los compradores y moviendo nuestro contrato para que ese problema no se repitiera, no dije nada y solo acepte.
Salí de la junta y Sam no tardó mucho en preguntar qué había pasado…
—Presidenta, por que tardó sabes que esa junta era sumamente importante por qué atrasarla.
—Sé que tarde, pero mi auto lo iba a recoger en el mecánico y en un momento a otro el taxi en el que iba falló y tuve que correr llegué en 20 minutos y llegué aquí, así que yo me encargo desde ahora, búscame un café y algo de desayunar.
—Está bien, te lo llevó en un momento.
Entre a mi oficina y me acosté en mi silla cerrando los ojos y pensando en todo lo que me había pasado esta mañana, después de un rato Sam entró a mi oficina con un café y un sándwich, me lo comí con lentitud para disfrutar cada minuto que pasaba tranquila al fin.
No tardó tanto en empeorar mi día más cuando llegó el empleado de la otra vez con una orquídea en mano.
—Presidenta, le preguntó a la mayoría de la empresa y dijeron que nadie era alérgico a la orquídea, así que le traje una en disculpa por mi mal comentario.
— ¿¡Que!? Una orquídea…
Me tape la nariz con el saco que tenía y le grite rápido a Sam, no tardó nada en llegar y llevarse la orquídea, mientras yo intentaba no respirar la orquídea el empleado se reía con felicidad, él sabía muy bien que era alérgica y lo hizo.
No tardó tanto en llegar un doctor para checar que suerte la mía que en un momento a otro no podía respirar y me llevaron a un hospital estuve ahí cuatro horas hasta que pudieron ayudarme.
Regrese a la empresa tan rápido como pudiera era la 1:30pm, cuando llegue en 25 minutos me dirigí al empleado que lo provocó y lo despedí de inmediato.
—Usted desde este momento queda despedido por lo que provocó en mi oficina y no espere menos también tendrá una demanda, le digo para que se preparé, lo veré en la policía.
Me marché sin decir más y sin querer escuchar más, pero más enojo me causó el empleado cuando me di la vuelta y seguía burlándose después de tanto, la rabia me consumía que di la vuelta y con la fuerza que tenía tome su café y lo derrame en él dándole un golpe con tanta fuerza que tenía.
Mientras más rápido me dirigía a mi oficina pensaba en lo que había hecho había sido estúpido de mi parte hacer eso, pero la rabia me consumió.
Entre a mi oficina y no aguante ni un solo segundo hay salí corriendo lo más rápido para salir, ya era tarde la noche se ponía, pero no me importo ni un segundo me quite los tacones y empecé a correr más rápido.
Después de un rato corriendo me canse y comencé a caminar hasta que me percate que no sabía dónde estaba era una calle desconocida y fue donde razone, mi vida es una mentira no conocía esa calle porque no tengo vida solo voy de la oficina a mi casa.
Me tomé mi tiempo parada en una acera viendo cada casa, cada luz, cada decoración que había, pero después de 30 minutos me decidí a caminar y buscar cómo llegar a casa, pero mi mala suerte era tan grande que comenzó a llover.
Me sentí mal ya estaba cansada y harta de ese día que solo me senté en la acera me acosté en mis rodillas y comencé a llorar, no sabía qué hacer y no tenía mi teléfono conmigo lo había olvidado en la oficina.
Pensé que todo había acabado que solo tenía que esperar en la lluvia hasta que alguien me recordará, pero fue donde una luz de un auto iluminó todo a mi alrededor, ese auto lo reconocería en cualquier lado era el presidente de MORL.
Se acercó a mí con una sombrilla, me miró y comenzó hablar.
—Hola, creo que te extraviaste, ¿Quieres que te lleve?… Estas empapada ven.
—¿Por qué me ayudas?
—No lo sé, pero deja que te ayude, te llevare a tu casa y podrás estar bien.
Yo no quería ir a mi casa a tener la misma rutina de cada día a vivir en mi ciclo de vida y al parecer Nathan se dio cuenta, me llevó a su casa y de camino pensé por qué me alteraba en momentos que ya no pasaban. La razón es que al simple hecho de salir de mi burbuja me sentía libre, me sentía yo.
Después de que manejara por una hora no saqué la mirada del camino quería conocer, vivir, hasta que llegamos a su casa, no era tan grande, pero tampoco tan pequeña parecía una casa normal.
Me enseño donde bañarme y cambiarme, al terminar me dio una pijama que tenía de su hermana mientras se secaba mi traje.
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