Clara decidió que lo mejor era ir a mi casa para prepararnos juntas. Error número uno: no tenía idea de dónde se estaba metiendo.
Mi casa no era precisamente “acogedora”. Era más bien un campo de entrenamiento disfrazado de hogar, con armas en las paredes, libros que nadie entendería sin un doctorado en lo arcano, y un aire de “siéntete cómoda… pero recuerda que aquí nadie puedes morir.”.
—Wow… —murmuró Clara, dejando su mochila en el sofá—. Esto parece… un museo de guerra medieval con toques de biblioteca maldita.
—Gracias —respondí, con una sonrisa torcida—. Es el ambiente acogedor de mi infancia. Entre insultos y golpes, ¿sabes? Muy hogareño.
Ella me lanzó esa mirada tímida que siempre parecía pedir disculpas hasta por respirar, pero su atención se cortó cuando mis hermanos entraron al salón.
Ahí empezó el desastre.
Eran tres. Guerreros en todo el sentido de la palabra, con esa aura que gritaba peligro y protección a partes iguales. Y claro, a Clara se le notó en la cara que acababa de descubrir que sí tenía glándulas hormonales después de todo.
Uno de ellos, Kael —el más sarcástico de los tres, siempre con esa sonrisa que podía hacerte sentir desnuda sin tocarte—, la miró directamente y… sonrió.
No esa sonrisa casual de “hola”, sino la sonrisa peligrosa de “te vi, me gustas, y voy a divertirme con esto”.
Clara casi se atraganta con el aire. Literal. Tosió como si se hubiera tragado una piedra invisible, mientras yo rodaba los ojos.
—Hermano —le dije, alzando una ceja—, ¿puedes no asustarla con esa sonrisa de pervertido fácil? Al menos no antes de que lleguemos a la fiesta.
Kael sonrió más amplio.
—No la estoy asustando, Ev. Solo le estoy dando la bienvenida.
Clara, roja hasta las orejas, intentó recomponerse.
—Y-yo… mucho gusto.
Kael inclinó la cabeza, encantado con su reacción.
—El gusto es mío, Clara.
Yo suspiré.—Genial. Esto va a ser un problema
Mientras nos preparábamos en mi habitación, Clara no paraba de mirar de reojo hacia el pasillo, donde sabía que Kael seguía cerca.
—Deja de suspirar como si fueras la protagonista esperando al príncipe —le dije, delineándome los ojos frente al espejo—. Ese hombre es dinamita pura, y créeme, explota sin previo aviso. El no es ningún santo Clara.
—Pero… —murmuró ella, mordiéndose el labio—. Nunca me habían mirado así.
—Sí —respondí seca—. ¿Como si fueras el postre.?— levante las cejas picarona
Ella me empujó con un cojín, pero no lo negó.
Yo solo reí para mis adentros. Clara podía ser tímida, pero estaba a punto de descubrir lo que era sentirse atrapada en el juego de sonrisas de mi hermano. Y ese juego nunca terminaba bien, y menos para una humana con corazón gentil como ella.
••
Bajábamos las escaleras cuando la voz de mi padre tronó desde el salón.
—Evelyn.
Me detuve a la mitad del escalón, apretando los dientes. Ese tono nunca auguraba nada bueno.
—¿Qué pasa ? —pregunté, nerviosa
Él dejó el libro sobre la mesa, mirándome con esos ojos "no saldrás así, iras con tus hermanos "
—Después del altercado con ese hu..Muchacho… no voy a dejar que salgas sola. Tus hermano te acompañará.
—¿Qué? —solté con incredulidad—. ¡Papá, no es como si fuera a matar a alguien en la fiesta! Y Kael no deja ni que baile.
Él arqueó una ceja.
—¿De verdad quieres que discutamos esto Evelyn?
Abrí la boca para retrucarle… y la cerré. Touché.
—Bien.. —bufé—. Ahora tengo que llevar a mis guardaespaldas de bolsillo.
Kael apareció en el umbral, cruzado de brazos, con esa sonrisa que me sacaba de quicio.
—¿Guardaespaldas? Prefiero “hermano favorito” o “el más guapo de la familia”.
—Prefiero “estorbo con ego inflado” —le respondí sin dudar.
Detrás de él, Clara apenas asomó la cabeza, y lo miró como si acabara de ver al mismísimo sol salir en medio del salón. Yo casi podía escuchar sus pensamientos: oh, por favor, que me sonría otra vez.
Y claro, Kael la vio. Y sonrió.
Clara se puso roja como tomate. Yo rodé los ojos
—Perfecto. Ahora sí la perdí, con una tercera no parara de hablar de él.
Papá no dijo nada más, solo hizo un gesto seco de asentimiento. Y eso era ley. Así que me crucé de brazos y resoplé.
—Muy bien. Pero si algo sale mal, no pienso hacerme responsable.
Kael me pasó un brazo por los hombros, como si fuéramos mejores amigos.
—Tranquila, Ev. Esta noche será inolvidable.
—. Si.. yuju ..Justo lo que pedí
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De camino al bar exclusivo, Clara iba callada a mi lado, pero cada tanto se mordía el labio, echando miradas furtivas a Kael, que conducía con la tranquilidad de quien sabe que todas las miradas lo siguen.
Yo apoyé la frente en la ventana.Iba a ser una noche larga.
Muy larga.
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