Tuve una charla con mi mamá, me dijo que tenía que hablar conmigo de mi nueva situación, me recomendó que no me metiera en líos, y que solo tuviera relaciones con un solo hombre, en este caso, con Jesús, él tenía dinero y quería mantenerme como su amante, y le dije que así lo haría, aunque no pensaba ser exclusiva, había descubierto los placeres del sexo y pensaba obtener más beneficios de eso. Saldría con Jesús, pero con otros también. Solo sería muy discreta para no dañar mi reputación, así no tendría problemas.
En la universidad las cosas marchaban muy bien, yo ponía mucho empeño en las, clases y lo que no conseguía de esa manera, lo conseguí usando mi cuerpo, así que iba logrando mis metas, costará lo que costará. Los hombres solo quieren una cosa de las mujeres, y eso es sexo, así que por que no hacerlos pagar de una u otra manera,
Finalmente,, llegó el momento de pedir la beca en la universidad privada y la obtuve sin problema al tener buenas calificaciones.
Al principio no me fue muy bien en la nueva escuela, no estaba a la altura de los otros alumnos que tenían más posibilidades económicas qué yo, pero convencí a Jesús de financiarme, diciéndole que estaba muy enamorada de él y que quería progresar para ser digna de ser su novia formalmente, él se dejó manipular, y me compró ropa, los útiles y hasta una computadora portátil para ayudarme con mis estudios. Yo le prometí que cuando acabara la carrera y estuviera a su altura, sería su novia, para que su familia me aceptara.
Así logré encajar un poco más en el ambiente universitario, hasta conseguí unas cuantas amigas.
También me fui perfeccionando en el arte de la manipulación, hacía pensar y creer a las personas lo que yo quería sin decirles, nada, así hacían lo que yo quería sin deberes favores, a mis amigas les hice pensar que tenía que salir adelante por mi hermano enfermo, que yo era el sostén de mi familia y que mi mamá era una alcohólica, que su vida desordenada me daba vergüenza y quería ser yo el ejemplo de mis hermanas. Me fui ganando el respeto y la admiración de ellas. Recibía de ellas ropa muy buena que ellas no habían usado o la habían usado alguna vez, pero ya no les gustaba, esto lo aprovechábamos todas, lo que no le quedaba a una, le quedaba a otra, y lo que se podía, como suéteres y chamarras, las usábamos por turnos.
Otro camino se me abría, no necesitaba de momento relacionarme con otros chicos para obtener esas cosas, y me centre en los estudios y en Jesús.
Mi hermano, siempre se veía muy cansado y apagado, creímos qué era debido al trabajo pesado que desempeñaba, estaba delgado, pero al interrogarlo, siempre decía estar bien. Aunque se veía mayor, tenía la mentalidad de un niño de 12 años, era muy inocente. Tal vez él no sabía expresar lo que sentía.
No le dimos mucha importancia pensando que pasaría pronto su decaimiento.
Cuando estaba por graduarme él comenzó a empeorar, Le salían moretones y sangraba por la nariz a cada rato.
Le pedí al médico con el que trabajaba qué lo revisara, y éste le mando unas vitaminas. Yo me tenía que aplicar a la universidad y pasaron unas semanas en que casi no lo veía, creí que con lo que le dio el doctor mejoraría poco a poco, pero no fue así.
Terminó el curso y me gradué con honores. Hasta ese momento mis planes se estaban cumpliendo como yo quería, pero no sabía que algo de lo que habíamos avanzado estaba por retroceder.
Tomás se desmayó un día en el trabajo y su jefe lo llevo al hospital, nos avisaron y cuando llegamos nos dijeron que había que hacer estudios minuciosos para ver que tenía, nos lo entregaron con una larga lista de exámenes médicos que debíamos practicarle. Pero todo lo que nos pedían era muy caro, así que tuvimos que juntar dinero para realizar los estudios, no fue fácil, Delia tuvo que entrar a trabajar en la fábrica, y Ana se hizo cargo de la casa y el cuidado de Tomás, se requería redoblar esfuerzos de todas y tuve que aceptar las insinuaciones de mi jefe para que nos consiguiera descuentos en los laboratorios con los que tenia convenios, nuevamente mi cuerpo servía para poder pagar lo que necesitaba. Yo confiaba en la discreción de el doctor.
Los resultados que nos entregaron arrojaron un mal diagnóstico, leucemia. El tratamiento estaba completamente fuera de nuestras posibilidades, y mi amante en turno nos consiguió que lo aceptarán en un hospital del estado, donde pagaría mucho menos que en un particular, pero el trato que recibió no fue el que necesitaba, largas filas, esperas de semanas para los estudios complementarios, medicamentos de menor calidad, etcétera. La enfermedad avanzaba y no pudimos hacer más.
Tomás falleció una mañana, su cuerpo extremadamente delgado y lastimado, fue creado, nos tocó decirle adiós en una funeraria muy humilde, gracias a que Jesús pagó por el servicio. Nos entregaron una urna con sus cenizas y regresamos a casa con tristeza y un sentimiento de derrota. La más afectada fue Ana, que al haberlo cuidado durante los últimos días, se apegó a él como nunca antes. La vimos sufrir unos días, pero como no parecía poder superar la pérdida, mi mamá habló con ella y queriendo que entrará en razón le dijo que tal vez había sido mejor, que al morir había dejado de sufrir y que también nosotros debíamos dejar de hacerlo, que nos tocaba continuar con la vida y ser fuertes. Estas palabras se quedaron muy bien grabadas en su mente. Y pareció entender, aunque se mostraba aún más tímida que de costumbre, continuó con la nueva rutina ya sin nuestro hermano.
A mi me dolió mucho su partida, pero en el fondo me liberó de una carga, ya que no sabía cómo ayudarlo, lo único malo era que mi jefe no quería dejar de tener encuentros sexuales conmigo, claramente yo no quería seguir con él, y habiendo terminado la universidad, mi nuevo objetivo era buscar un trabajo relacionado a mi carrera, donde me pagarán mejor y pudiera dejar atrás al médico.
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