Chapter 3

El café ya no era un lugar acogedor, sino un teatro donde se representaba su propio y aterrador thriller psicológico. El ruido del vapor de la cafetera y las risas de los clientes se desvanecieron en el fondo, reemplazados por el sonido hueco del eco de las palabras de Adrian. "...no la voy a arruinar... solo la voy a poseer." Él la observaba con una intensidad que la hacía sentir desnuda, expuesta. Su mente, entrenada para el peligro, la urgía a reaccionar, a luchar. Pero su cuerpo, paralizado, solo podía sentir el pánico.
Laila Thorne
Laila Thorne
—No puede hacer esto —musitó Laila, su voz un hilo casi inaudible.
Adrian Volkov
Adrian Volkov
—¿No puedo? —Adrian se reclinó en la silla, con una sonrisa de lobo—. Laila, en esta ciudad, la pregunta no es qué puedo hacer, sino qué no. Y créame, no hay nada que no pueda. Sus libros, sus regalías, su nombre… son solo cifras en un balance que me pertenece.
Se inclinó de nuevo, su voz ahora un susurro tan íntimo y peligroso que solo ella podía escucharlo. —Usted, The Muse, es un genio. Pero el genio es un bien que un hombre de negocios como yo sabe cómo adquirir. He comprado la editorial, la he comprado a usted. La única negociación posible es si viene por las buenas.
Laila se levantó abruptamente, su silla raspando el suelo con un chillido que pareció romper el hechizo que él había tejido. Agarró su bolso y se dirigió a la salida, con la intención de correr. Pero Adrian la siguió, su paso tranquilo y confiado. La alcanzó en la calle, con la lluvia goteando sobre sus hombros.
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Adrian Volkov
Adrian Volkov
—Laila, Laila, ¿adónde va? —Su mano se posó suavemente en su brazo, un toque que, a pesar de su levedad, la detuvo por completo—. Podemos hacer esto de la manera fácil, la elegante. Venga conmigo, veamos las locaciones para la película, y hablaremos de su nuevo contrato. Uno que será diez veces más lucrativo. O puede huir, y ver cómo el mundo que usted construyó con tanto cuidado se desmorona a su alrededor. Usted elige.
El corazón de Laila latía tan fuerte que podía escucharlo en sus oídos. Se encontró atrapada. Las calles de Nueva York ya no eran un refugio, sino una trampa. Miró sus ojos ambarinos, y supo que no estaba bromeando. El juego que él había empezado era real. Y ella, The Muse, estaba a punto de convertirse en la protagonista de su propia pesadilla.
Laila miró la mano de Adrian en su brazo. El contacto no era violento, pero la sensación de control que irradiaba era abrumadora. La lluvia se intensificaba, empapando el hombro de su chaqueta, pero ella apenas lo notó. Su mente corrió a toda velocidad, intentando encontrar una salida, un resquicio en el laberinto que él había construido a su alrededor. Pensó en huir, en correr, en gritar, pero la mirada en sus ojos le dijo que cualquier intento de escape sería inútil. Él era el cazador, y ella, la presa. Y el cazador siempre sabe adónde va la presa.
Con un suspiro que sonó a derrota, pero que en realidad era un acto de pura audacia, Laila se encontró a sí misma asintiendo. "Está bien", dijo con una voz que sorprendió a ambos por su firmeza. "Iré contigo. Pero si crees que voy a ser una marioneta, estás muy equivocado. Yo no escribo historias, las vivo. Y no te lo voy a poner fácil, señor Volkov." La esquina de sus labios se curvó en una sonrisa desafiante. No era una sonrisa de alegría, sino una de guerra. Él podría tener el dinero y el poder, pero ella tenía las palabras. Y en su mundo, las palabras eran más afiladas que cualquier cuchillo.
La mano de Adrian se retiró de su brazo. Una expresión de sorpresa, breve y casi imperceptible, cruzó su rostro. Era una expresión que Laila, en su vida, nunca había visto en él. No era miedo, era... ¿admiración? No, era más profundo que eso. Era la mirada de alguien que acababa de encontrar un digno oponente, un reto que creía que nunca encontraría. Su sonrisa se ensanchó, no con malicia, sino con la euforia de un depredador que ha encontrado un desafío.
Adrian Volkov
Adrian Volkov
—Espero que no lo hagas, Laila —dijo Adrian, su voz ahora un ronroneo bajo y peligroso—. La caza es mucho más interesante cuando la presa lucha. Bienvenida a mi mundo, The Muse. Creo que vas a encontrar mucha inspiración aquí.
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