QUE ABANDONE

—Toma una mochila, mete solo lo esencial y vete. Ellos te esperan en la sala principal de su casa. Tienes diez minutos. ¡Ya están por salir!

¿Diez minutos? ¿Acaso era tiempo suficiente? ¿Por qué todo esto me estaba pasando a mí? Sentí un impulso enorme de escapar. ¿A dónde podría huir? ¡Ni siquiera tenía dinero! Lo había gastado todo en mi ropa de graduación.

—¡Gracias, hijo! Tu padre está un poco estresado, teme que los patrones nos echen de la casa. ¡Tú siempre eres bueno!

Mamá acarició mi mejilla por unos segundos y me abrazó con todas sus fuerzas. ¿Yo “bueno”? ¡Ja! ¡Qué ironía!

Fui a mi habitación, saqué una vieja mochila de estambre y metí una muda de ropa, unos tenis desgastados… ¿y qué más podía llevar? ¡Éramos pobres! Pero sobre mi mesita de noche vi el ramo de flores que había recibido anónimamente hace una semana por mi graduación. Claveles blancos y amarillos, todavía frescos, aun resistiendo.

Decidí que no debía hundirme en la tristeza. Había que buscar un lado positivo.

Corrí al baño y me miré en el espejo. No debía llorar.

Me enjuagué la cara, me puse un poco de la colonia de lavanda de mi padre sobre la ropa, y mi reflejo me provocó un nudo en la garganta. ¿Qué iba a pasar conmigo? ¿Por qué me elegían a mí? ¿Se estaba vengando por mis años de rebeldía? Nuevamente, obligué a mis lágrimas a quedarse dentro.

Monty, mi gato, se asomaba por la ventana. Sus maullidos me recordaron que debía despedirme.

—Tengo que irme. No sé cuándo volveré, pero sé que estarás bien. ¡Eres un canijo muy abusado!

Lo abracé con todas mis fuerzas, sintiendo un dolor sordo en el pecho.

Salí al patio de nuestro jacal.

—¡Estoy listo! —Exclamé a mi padre, que estaba juntando hojas secas.

Asintió y me abrazó con fuerza.

—Gracias por obedecer. Perdona mi enojo, pero a mí tampoco me gusta que te vayas. ¡Lo haces por el bien de nuestra familia! No lo olvides.

Asentí, mi enojo se desvaneció. ¿Qué otra opción tenía? ¿Qué estaba por acontecer conmigo? ¿Por qué mi padre no podía controlar sus vicios y deudas para evitar tanto sufrimiento?

Entramos por la puerta trasera que daba a la cocina, caminamos por el pasillo y, al llegar a la sala, allí estaban los patrones, sentados en el sofá de piel.

La mujer se levantó al verme, se acercó, puso sus manos sobre mis mejillas y me besó en la frente.

—¡Gracias! —dijo, conmovida.

Su esposo se levantó, me examinó y puso la mano sobre mi hombro.

—Estarás bien. No te preocupes, no te haremos daño —dijo el jefe.

No sabía qué decir. Dentro de mí, el deseo de no dejar a mi abuelita era fuerte, y todo esto era confuso y aterrador.

—¿Necesitan algo más en lo que pueda ayudarles? —preguntó mi padre.

—No. Puedes retirarte a tus labores, tu hijo está en buenas manos.

Mi padre no dijo nada más. Se fue, y una punzada de tristeza me atravesó. ¿A él también le dolió no despedirse? Porque a pesar de todo, era mi padre, y yo lo quería.

—Es hora de irnos —dijo el amo.

Subí al auto sintiéndome incómodo y mareado por el humo de cigarro. ¡Asco! Me arrepentí de no haber huido.

—¿Estás nervioso? —preguntó ella, con curiosidad.

—No. Me siento bien —mentí, mientras un nudo de tristeza me apretaba el estómago.

—Estarás bien. ¡No te preocupes! Serás de mucha ayuda para Nicolás.

¿Nicolás? ¿Quién era él? Aún no entendía adónde me llevaban ni a quién conocería. Papá dijo que los jefes me necesitaban para algo importante, pero todo era confuso.

—¿Cuántos años tienes? —preguntó el jefe.

—Acabo de cumplir dieciocho.

—¡Perfecto! Mi hijo te lleva diez años. ¡Tú tienes más vigor que él!

¿Más vigor que él? ¿Su hijo? ¡¿Qué rayos estaba pasando?!

Dos horas y media después, llegamos a un fraccionamiento de lujo en la ciudad. De mi pueblo a este lugar… ¿por qué yo?

—¡Hemos llegado! —dijo él.

—No te preocupes por tus pertenencias, si necesitas algo, pídelo a Iker. Él se encargará de tus cosas —explicó ella.

Los vigilantes saludaron al amo, el viento golpeó mi rostro y un miedo profundo me recorrió. Estaba muy lejos de casa. Mi corazón dolía.

Subimos las escaleras de la casa y nos detuvimos frente a una puerta de madera. Al entrar, allí estaba él: Nicolás, de pie junto a la ventana abierta, su espalda ancha y estatura imponente.

—¿Quién es? —preguntó, con voz firme y atractiva, como de caballero de película.

—Hijo, hemos venido a verte —respondió su padre.

Nicolás guardó silencio, dándonos la espalda.

—¿Se irán pronto? —dijo, de manera grosera.

—Saldremos del país un tiempo, pero necesitamos que alguien te ayude con tus cuidados —explicó su madre.

—¿Alguien para mis cuidados?

—Así es. Él estará aquí contigo —dijo el padre, señalándome.

—¿Él? ¿Contrataron a un nuevo mozo para mí? —Nicolás no se digna a mirarme.

¡No puede ser! Me habían obligado a venir para cuidar a este engreído altanero. ¡Qué absurdo!

—Está bien, nos iremos ya —dijo el amo.

—Ven con nosotros —me pidió la esposa.

Mis nervios disminuyeron un poco al salir de la habitación. Bajamos a la planta baja.

—¿Cómo te sientes? —preguntó el amo.

—Me siento bien —mentí de nuevo.

—¡Cuida bien de mi hijo! Ayúdalo a sentirse a gusto. ¿De acuerdo?

¿Qué opción tenía?

—Sí, señor. Lo intentaré, aunque no entiendo por qué necesitaría mi ayuda. Su hijo parece estar bien.

Ambos padres mostraron sorpresa.

—Acaba de ser operado. Por eso necesitamos que lo cuides —dijo la madre.

¿Operado? ¿De qué?

—Si necesitas algo, pregúntale a Iker. Él ya preparó tu habitación —dijo el amo, con autoridad.

—Está bien. Gracias.

—Nos vamos. Gracias por tu ayuda. Mi hijo tiene un carácter difícil, espero que lo comprendas —dijo la esposa.

Asentí. Esto tampoco sería fácil para mí.

Salieron, el portón se cerró, los guardias tomaron sus posiciones y yo… estaba completamente solo y lejos de casa. Mi corazón dolía como nunca antes.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play