La tensión en el aire es muy palpable.
Agradezco que en ese momento haya llegado una enfermera interrumpiendo nuestra conversación.
Pero, como nada dura mucho. Ella volvió a irse y su mirada volvió a posarse en mí.
—Necesitamos hablarlo, salma—
—Quiero que sepas, que sea lo que sea es mi hijo y no pienso deshacer de él, así me mates—
La mirada que me está dando ahora es de incredulidad, ¿o de asombro quizás? No lo sé, él me confunde mucho.
—Nunca te pediría algo así, ni siquiera haría algo contra ti y tampoco con tu bebé, ¿Por qué dices esas cosas?—
Bajo la cabeza avergonzada, sé que él no sería capaz de algo así, pero de igual quería que lo supiera.
—¿Qué piensas hacer entonces?—
—Lo correcto, salma— dice acercándose a mí. —Eres mi esposa y ese bebé nacerá en nuestro matrimonio. Así que llevara mi apellido—
En absoluto, su decisión me ha dejado sin palabras.
—Pero. Es que mi bebé ya tiene un padre, que obviamente no sabe de su existencia. Pero lo tiene—
—Lo lamento mucho por eso salma, pero no puedo aceptar que esto salga de aquí. ¿Qué dirán de mí?— se vuelve alejar. —He sido muy benevolente contigo y a todo lo que me has pedido, pero algo así no puedo aceptarlo, o ese bebé nace en este matrimonio y con mi apellido o te olvidas de todo y lo haré a mi manera que será de la misma—
Con esas palabras duras sale de la pequeña habitación de hospital, dejándome con un mal sabor de boca.
Mi hermana Seinet llega a la habitación y se apresura a acercarse a mí.
—Hermana, ¿Qué ha pasado? Tu esposo salió hecho una fiera de aquí—
—Estoy embarazada, hermana— ella se lleva las manos a la boca con sorpresa.
—No creí que tú y...—
—Es de Emir—
—¿¡QUE!?— su asombro es descomunal. —¡Dios mío, salma! ¿Qué has hecho?—
—Paso cuando me le entregué aquella vez— musitó con los ojos cristalizados. —No creo que algo así podría suceder—
Ella me abraza apoyando su barbilla en mi cabeza.
—Por eso Ozan, salió de esa manera— Me soba la espalda. —¿Qué van a hacer?—
—Él quiere que mi bebé nazca con su apéllido— me separo para mirarla a los ojos. —¿Cómo puedo hacerle eso a Emir?—
—Hermana, pero el ya no está. Ni siquiera te ha llamado desde que se fue. La verdad es lo más natural, ustedes están casados y ese bebé debe nacer en este matrimonio, porque si no, ya sabes lo que podría hacer papá si lo vuelves a deshonrar—
Vuelvo a abrazarla y está vez sí dejo que las lágrimas ruedan por mis mejillas.
—¿Crees que él ya se olvidó de mí?— murmullo.
—No lo sé, pero si no te ha llamado desde que se marchó...— suspira. —Deberías seguir con tu vida, hermana. Si él llega aparecer algún día veremos que hacemos, mientras lo más correcto es aceptar lo que dice Ozan. Recuerda que otro no hace esto. Ya sabes cómo son, incluso Ozan no te ha tocado ningún pelo. ¿Dime quién hace eso?—
Me quedo pensando y ella tiene razón, me duele pensar en Emir. Pero si de verdad no me ha llamado es porque está siguiendo con su vida y yo tengo que seguir con la mía.
—Tienes mucha razón, hablaré con él y le diré que acepto o que me pide— continuó. —Sé que será difícil porque amo a Emir, pero si no obtengo respuesta de él antes de que nazca este bebé, lo olvidaré por completo— Seinet asiente y se acerca a mí.
—Está bien, ahora vámonos de aquí, los hospitales me enferman—
Nos colocamos de pie y como ya nos habían dado la orden de salida, caminamos hasta la entrada donde estaba el auto esperando por nosotras, entramos y ahí estaba Ozan, en su teléfono.
Decidí no decirle nada por ahora, cumpliré con lo que le dije a mi hermana hace un momento.
Si no obtengo ninguna respuesta de Emir de aquí a que nuestro bebé nazca, le daré la oportunidad a Ozan de que mi bebé lleve su apellido.
[•••]
Los días pasan. Las semanas incluso los meses.
Ya tengo ocho meses de embarazo y aún no he sabido nada de Emir. Ya a estas alturas y que no me haya llamado me hace pensar que quizás le ha pasado algo, porque todo esto es muy raro.
Tendremos una hija y él no lo sabe aún.
Solo quedan unas cuantas semanas y mi plazo se habrá acabado, unas semanas para que mi hija nazca.
Estoy tan emocionada, porque a pesar de todo ella es fruto de nuestro amor. Un amor puro y sincero que nos tuvimos, o al menos yo le tuve, ya a este punto hasta eso está en tela de juicio.
Me he mantenido firme para no desmoronarme, pero a veces siento que ya no puedo más.
Todos alrededor de Ozan y mío se han alegrado tanto por mi embarazo. Sobre todo mi padre, ese no cabe de la dicha, si tan solo supiera la verdad, juro que me mataría a mí y a mí bebé.
Mientras que Ozan, él se ha mantenido distante. Desde ese entonces todo cambió, hablamos y todo, pero es más frío. Supongo que me está dando mi espacio y se lo agradezco. Look
Aún que ha pasado tanto tiempo él sigue manteniendo su palabra de no tocarme sin mi consentimiento. Mientras que yo sigo también cumpliendo la mía, soy esa esposa amorosa e intachable en público como él lo necesita.
Ambos estamos cumpliendo con nuestros acuerdos.
No puedo negarles que cuando me siento desanimada con Emir, trato de decirme a mí misma que lo olvidé así como él me olvidó a mí, que le dé esa oportunidad que tanto me pide a gritos Ozan, una oportunidad de amarme y ser ese matrimonio real que debimos ser desde el principio.
Pero nada de esto es fácil.
Yo necesito un poco más de tiempo, aún guardo las pocas esperanzas de que él aparezca y me saque de este mundo que parece empeñarse a obligarme a vivirlo sabiendo que no encajo en él.
El mundo de Ozan no es el mío.
Mi mundo sigue siendo con Emir y siempre será con el.
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