Los chicos se dirigieron al salón de Liam.
—Disculpe, profesora —dijo Rose, con voz suave pero lo bastante clara para que todos la escucharan.
De inmediato, el aula se llenó de murmullos.
—Dígame, señorita —respondió la profesora, curiosa.
—¿Podría permitirme hablar con Liam, por favor?
La maestra arqueó una ceja, pero asintió.
—Claro, adelante, Liam.
—Gracias.
Liam se levantó, caminando entre las miradas de sus compañeros hasta llegar a ellos—. Hola, ¿cómo están?
—¡Hola! ¡De maravilla! —respondió Cintia, entusiasmada—. Soy Cintia.
—Un gusto, Cintia. Soy Liam.
—Por favor... ¿quién no te conoce?
—Jajaja, eres divertida.
—Siempre me lo dicen.
—Y bien, ¿para qué soy bueno?
—Queremos que te unas a nuestro equipo —mencionó Rose.
—Depende... si las propuestas me convencen.
—Ahora mismo son bastante básicas —admitió Rose con honestidad—. Somos nuevos y no conocemos bien la escuela. Creemos que contigo podríamos tener más información para mejorarlas.
Liam sonrió, evaluando la sinceridad en su voz—. Me gusta cómo piensas. Estoy dentro.
—Perfecto. Nos vemos en el receso para organizarnos —dijo Rose.
—A ustedes, gracias.
—Gracias, profesora —añadió Rose antes de salir.
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De camino al salón
—¿No les parece hermoso? —preguntó Cintia, suspirando dramáticamente.
—¿Quién? —preguntó Agustín, sin interés.
—Liam, ¡es una hermosura!
—¿Y de qué sirve ser guapo si no eres inteligente?
—¡Por favor! Es el primero de su clase.
—Como sea... —Agustín rodó los ojos.
—Le tienes envidia.
—¿Envidia yo? —replicó, indignado—. ¿De qué?
—De que es más guapo que tú —dijo Cintia antes de salir corriendo.
—¡Ahora sí la mato! —gritó Agustín, corriendo tras ella.
—¿Por qué siempre dejan a alguien atrás? —se quejó Rose, acelerando el paso.
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En el salón
—Ya no puedes hacerme nada —dijo Cintia, burlona.
—Ya veremos cuando no tengas a nadie que te defienda —replicó Agustín.
Rose entró justo a tiempo para interrumpir.
—Podrían evitar dejar a la gente atrás, ¿no creen? —dijo con una risa leve.
—Estás loca si creíste que me iba a quedar ahí después de decir eso —respondió Cintia.
La profesora los interrumpió:
—Chicos, la clase terminó. Lo que falte lo resuelven en el receso.
Los alumnos tomaron asiento y continuaron la clase.
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En el receso
—Cintia, ¿puedo estar contigo en el receso? —preguntó Rose.
—Ya sé que me amas, pero tampoco es para tanto —bromeó Cintia.
—¿Puedo?
—Obvio.
—Gracias.
Rose, aunque sonreía, buscaba instintivamente no quedarse sola.
—Mira, Rose. Te presento a Mabel, Alex, Mónica y Sofía —dijo Cintia—. Chicos, ella es Rose.
—Mucho gusto, Rose —dijo Mabel con una sonrisa perfectamente ensayada.
—Mucho gusto —repitieron los otros tres, como si fueran un coro.
—Igualmente —contestó Rose.
Eran impecables: uniformes sin una arruga, peinados perfectos, zapatos brillantes. No necesitaban alzar la voz para imponerse; bastaba una mirada para dejar claro que allí mandaban ellos.
—Mabel ganó las elecciones el año pasado —comentó Cintia—. Su equipo obtuvo más de la mitad de los votos.
—Así es —intervino Mabel, clavando los ojos en Rose—. ¿Ya tienes equipo, Cintia?
—Sí, estoy con Rose.
—Ya veo. Es una pena no tenerte conmigo, pero les deseo mucha suerte —dijo Mabel con una sonrisa que parecía un cumplido, pero sonaba a advertencia.
—Muchas gracias —respondieron Rose y Cintia casi al mismo tiempo.
—Nos vemos —dijo Mabel, girándose—. Vámonos.
Su grupo la siguió en formación perfecta, como si marcharan.
—¡¿No es increíble?! ¡Es tan perfecta! —dijo Cintia, casi hipnotizada.
—Sí... lo que me hace dudar que ganemos —respondió Rose, bajando la mirada con una sonrisa tímida.
—¿De qué hablas? ¡Tienes a los mejores!... Bueno, a Liam y a mí.
—Te estoy escuchando —dijo Agustín, apareciendo detrás.
—¡Ay! ¿No sabes que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas?
—Si vas a hablar, procura que no te oigan.
—Sí, sí...
—En fin, traje a Liam.
—Hola —saludó él.
—Hola, guapo —contestó Cintia, coqueta.
—¿Podrías dejar de coquetear con todos? —refunfuñó Agustín.
—¿Por qué?
—Olvídalo.
—Bueno.
—Y bien, ¿qué haremos, Rose? —preguntó Liam.
—Primero registrarnos, pero nos falta un integrante.
—Podríamos incluir a mi hermana, nos ayudaría con la imagen.
—Que sí.
—Me parece bien.
—Que no.
—¿Vamos a registrarnos, entonces?
—Sí. Y ustedes dos —dijo Rose, señalando a Cintia y Agustín—, dejen de pelear.
—Por tu culpa nos regañaron —acusó Cintia.
—¡Por la tuya! —respondió Agustín.
—Silencio —ordenó Rose.
—Sí, jefa —dijo Cintia.
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En la dirección
Esperaban su turno cuando una chica muy bien vestida entró, desprendiendo seguridad.
—Hola, Lim —saludó con familiaridad.
—Hola, Lea —respondió Liam—. Ella es mi hermana.
—Mucho gusto —dijeron todos.
—¡Siguiente! —llamó la encargada.
—Buenos días —saludó Rose.
—Buenos días. Anota aquí los nombres completos, grado y grupo —indicó, entregándole una hoja.
Rose escribió con letra cuidadosa.
—Listo.
La encargada revisó—. Muy bien, aquí tienen —les dio una tarjeta—. Equipo Rojo, a nombre de Aguilar Torres Emily Rose.
—Muchas gracias.
Todo estaba listo para que comenzaran las propuestas y las eliminaciones. Rose lo sabía: la competencia iba a ser dura, y Mabel no era de las que perdían.
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Lyn 🥀
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Comments
Lana
Esos dos se gustan
2025-08-23
0
Yiyi
¿Otra? Coraje me va a faltar
2025-08-17
1
Yiyi
Yo sería Cintia
2025-08-17
0