La Bienvenida Agridulce

Salí de la oficina de Don Pascual, lista para presentarme al personal y cambiar el cartel de "Se necesita camarera". Al llegar al salón de la cafetería, me presentaron a Doña Pepa, una señora que, aunque muy amiga de Don Pascual, me daba la sensación de que estaba secretamente enamorada de él; sus ojos brillaban cada vez que lo mira. Doña Pepa era una mujer de unos cincuenta y tantos, canosa, de ojos negros y estatura mediana, vestida de forma sencilla pero formal. Era la única sin uniforme, lo que me hizo pensar que tenía algunos "beneficios".

_Doña Pepa: con un aire de desconfianza, me dio la bienvenida de una forma peculiar: Niña, aquí se viene a trabajar y no a perder el tiempo. Si entiendes eso, nos vamos a llevar bien.

Su franqueza me desconcertó un poco, pero estaba decidida a demostrarle mi valía.

_Azul: Estoy de acuerdo, le respondí. Espero que nos llevemos bien.

Sin más, Doña Pepa se dio la vuelta y llamó a María y Berta para que Don Pascual me presentara y les explicara mis nuevas tareas. Poco después, María y Berta se acercaron a donde estábamos con Don Pascual. Él, dirigiéndose a ellas, anunció:

_Don Pascual: Niñas, ella es Azul. Será su compañera y tendrá la responsabilidad de interactuar con los clientes, organizar las reservas y coordinar el trabajo en el salón. Ustedes deben responderle a ella y acatar sus indicaciones. Ante cualquier duda, me preguntan a mí. Espero que respeten su puesto y su autoridad.

María, una joven de veinticinco años, morena y de baja estatura, pero de carácter humilde, bondadoso y cariñoso, me dio una cálida bienvenida:

Maria: ¡Bienvenida, Azul! Espero que nos llevemos bien y seamos buenas amigas —dijo con una sonrisa en el rostro.

Sin embargo, Berta, una mujer alta, rubia y de ojos negros, con un aura algo misteriosa y un tanto negativa, no ocultó su descontento:

_Berta: Don Pascual, pero esas eran mis tareas —dijo con un tono de enojo—. No sé por qué las va a hacer ella.

_ Don Pascual:respondió con calma pero firmeza:

Berta, el puesto vacante era este y el de una camarera más. Ella tiene los conocimientos y habilidades para hacer este trabajo. Por favor, desempeña el cargo para el que fuiste contratada. Todos hacíamos de todo porque nos faltaba personal.

Antes de retirarse, Don Pascual nos miró con una expresión que denotaba su confianza en haber tomado la mejor decisión, esperando que trabajáramos en armonía. Algo que, sinceramente, dudaba, pues a Berta se le notaba que no le caía bien.

- Doña Pepa me sacó de mis pensamientos con su voz: Niñas, estos serán los nuevos uniformes: un pantalón de vestir entallado, bien formal, de color azul; un chaleco también azul; una camisa rosada y un pañuelo azul al cuello.

Uniforme de un mesero hombre por si se contrata a unos. Precavido Don Pascual.

Uniforme de Azul, Berta y María.

Después de recibir mi uniforme y asegurarme de que era de mi talla, me despedí de todos y salí de mi nuevo lugar de trabajo. Llegué a casa, una habitación sencilla con lo justo: una cama, un televisor, un escritorio en un rincón y, en el otro, una mesa con dos platos, dos vasos, dos tazas y un horno. No era mucho, pero para mí era suficiente.

Me acosté y llamé a mis abuelos. Les conté que estaba bien y que había encontrado trabajo. Me felicitaron y les prometí llamarlos la semana siguiente. Me levanté, me di un baño rápido y calenté agua para un café. Después, me volví a acostar, lista para mi primer día de trabajo.

Lugar Donde vive Azul.



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