El silencio envolvía la pequeña habitación. Solo se oía el sonido de una respiración suave, interrumpida ocasionalmente mientras Aurora—o, mejor dicho, Elena Zhao—intentaba asimilar todo lo que acababa de suceder.
Sus pequeñas manos aún temblaban mientras trazaba su propio rostro, como si intentara probar que todo esto era solo una pesadilla. Sin embargo, la sensación de una piel más suave, un cabello largo más sedoso y un cuerpo más pequeño de lo que solía tener eran pruebas evidentes de que esto no era un sueño.
Realmente ya no era Aurora De Luca.
La ira y la frustración hervían en su pecho. Ella, la líder de la mafia más temida de Europa, había muerto de una manera despreciable: traicionada por su propio hombre de confianza. Sin embargo, en lugar de ir a la nada o al infierno que le correspondía, se despertó en el cuerpo de una joven que ni siquiera tenía la fuerza para defenderse.
"Bastardo...", murmuró suavemente, la nueva voz más ligera y suave sonando extraña en sus oídos.
¿Quién era Elena Zhao?
Como respondiendo a su pregunta, recuerdos ajenos comenzaron a invadir su mente sin previo aviso. Un dolor atacó su cabeza, haciéndola gemir suavemente y agarrarse las sienes. Imagen tras imagen aparecía en su mente: el pasado de esta chica lleno de sufrimiento.
Elena Zhao. 17 años. Hija biológica de Zhao Tian, un exitoso empresario en el sector inmobiliario, pero considerada una vergüenza por su propia familia. Su madre, la primera esposa de Zhao Tian, murió cuando ella era pequeña, y desde entonces su vida se había convertido en un infierno.
La madrastra, Liu Mei, la odiaba y la trataba como a una sirvienta en su propia casa. Su medio hermano, Zhao Ren, siempre buscaba la oportunidad de lastimarla, tanto física como mentalmente. Mientras tanto, ¿su padre? No era más que una sombra que solo aparecía para darle miradas llenas de desprecio.
En la escuela tampoco tenía un lugar donde refugiarse. Shen Yue, la reina de la escuela que siempre la envidiaba, se aseguraba de que no hubiera un solo día en que Elena pudiera vivir en paz. Y lo más doloroso: Jiang Han, el prometido con quien estaba comprometida desde pequeña, se convirtió en la primera persona en avergonzarla frente a todos.
La cabeza de Aurora latía con fuerza. Estos recuerdos eran tan dolorosos, llenos de humillación e injusticia.
Elena Zhao había sufrido tanto, que finalmente...
Este cuerpo murió.
Podía sentir el último recuerdo de la chica: la frialdad que recorría su cuerpo, la risa malvada de su madrastra y su cuerpo tendido débil después de haber sido torturada hasta el final. Como una flor marchita, Elena perdió su luz y se rindió a la oscuridad.
Sin embargo, cuando la chica murió, Aurora revivió en su cuerpo.
Aurora abrió los ojos lentamente. Su respiración aún era un poco entrecortada, pero su mente ahora estaba más clara.
Si Dios le daba una segunda oportunidad, no la desperdiciaría.
Había muerto una vez.
No moriría una segunda vez.
Ella, Aurora De Luca, nunca fue una víctima.
Lentamente se levantó de la estrecha cama, sintiendo su nuevo cuerpo aún débil y lleno de heridas. Al ponerse de pie, vio su reflejo en el espejo que estaba en la esquina de la habitación.
Una chica con un cuerpo delgado y un rostro pálido la miraba fijamente. Sus ojos, que antes eran tenues, ahora brillaban con una nueva determinación. Los moretones adornaban sus brazos, las débiles marcas aún eran visibles en su cuello.
"Qué débil eres, Elena Zhao...", murmuró suavemente.
Sin embargo, esa chica ya no existía. Lo que quedaba era Aurora De Luca en un nuevo cuerpo.
Y a partir de ahora, nadie se atreverá a tocarla de nuevo.
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