Capítulo 3| Traición

La mañana siguiente despertamos allí.

Me gire hacia la derecha donde estaba él, durmiendo tiernamente entre las sábanas color marrón, sus pestañas largas caían sobre sus mejillas rosadas me levanté sin despertarlo.

La alcoba estaba impecable tenía pinta de un hotel cinco estrellas, las cortinas bien acomodadas y los muebles relucientes.

Me dí una ducha, cuando salí del baño estaba sentado en la esquina de la cama sin playera. Era casi excitante mirar su torso desnudo, le encantaba pasar horas en el gimnasio.

Salimos al jardín y nos sentamos en la mesita. Disfrutamos el bello paisaje acompañado de un cielo azul celeste, el sol radiante y unas flores amarillas que sobresalían de los demás arbustos. Desayunamos fruta de temporada picada en cubitos pequeños, yogurth y jugo.

—Te llevaré a ver las caballerizas—me dijo.

—Que maravillosa idea.

Decidimos montar a caballo. Escogí un alazán precioso y él una yegua pinta. Eran muy mansos ambos pues estaban bien adiestrados, fuimos a dar un paseo, hablamos de una y mil locuras.

El camino estaba lleno de piedras y árboles gigantes de muchísima antigüedad, casas grandes de gente adinerada y hacendados muy importantes.

Era una zona muy bonita, me encantaría vivir aquí.

Un estruendoso sonido desconcentro a Jaziel, era su teléfono.

Perdió la vista del camino y la yegua el control. Estaba en el piso, bajé de inmediato como pude y lo auxilie.

—¿Te encuentras bien?

— Sí tranquila, creo que tengo un raspón en el brazo.

—Vamos te curaré—llega con peón por el animal y yo recojo el teléfono.

Presiono el botón y la pantalla estrellada aún enciende. Dejándome ver...

Adam (10 mensajes)

—¿Qué mierda le hiciste a Dayana?

—¡Maldito hijo de puta!

Dejo de husmear porque no me gusta entrometerme pero sin duda me preocupa. «Adam...mi mente viaja a un lugar indescriptible»

—¿Quién era cielo?

—Adam—siento un vacío en el pecho al pronunciar su nombre—dice algo sobre Dayana.

—Ese imbécil no hace más que joder, desde que lo dejaste por mí...me odia.

—¿Desde que lo dejé?—lo miro enojada—nunca tuvimos algo en concreto y tú sabes las circunstancias.

Se queda callado... A veces me arrepiento.

Al llegar nuevamente a la hacienda observé la camioneta de sus padres al igual que el auto de una de sus hermanas.

—¿Porqué no me dijiste que vendrían tus padres?— cuestioné de inmediato.

—No lo sabía, estarán felices de verte mamá dice que ya no la visitas.

—Seguro que sí—digo con poco ánimo.

—¡Muchachos, qué bueno que están aquí!

¿Cómo estás querida?—me dice su madre.

—Bien señora, me alegra verla— en realidad no me agradaba.

—Cocinaré algo para ustedes— su rostro irradiaba felicidad. Amaba y consentía muchísimo a Jaziel por ser el único varón, futuro heredero de todos sus bienes y por consecuencia digamos que me aceptaba, suele decir "eres la mejor opción para mí hijo" como si yo fuera un objeto fácil de adquirir sin relevancia y en posición de que alguien me escoja sin oportunidad de elegir por mí misma, suelen ser imprudentes y hacer comentarios de muy mal gusto.

—¡Oh! no madre, pensábamos marcharnos dentro de poco.

—Pero cariño—dijo en tono meloso—deberían quedarse a comer, haré el estofado de res a la colombiana que tanto te gusta.

—Bien madre, tienes un poder de convencimiento increíble— le sonrió.

—La ayudaré a cocinar—me ofrecí.

Hice todo lo que su madre me pidió.

Nos sentamos en el comedor.

—¿Cuando piensan casarse?- preguntó abruptamente su padre.

Me atragante con la comida.

No quería tocar ese tema por ahora

Jaziel me miró con desaprobación, estaba muy apenada.

—Hablemos de eso después padre— respondió.

Terminamos de comer.

Más tarde regresamos, me dejó en el portón de acceso a mi casa y entré.

[...]

Desperté temprano como de costumbre, me puse la ropa que había elegido un día antes, era una falda de color blanco y un crop top de color verde, recogí mi cabello, me maquille un poco tratando de ser natural.

Bajé las escaleras y escuché un ruido en el comedor, era Eider. Siempre llegando en las mañanas a desayunar.

Me asomé, tenía un bote entre las manos.

Estaba comiendo las galletas de mantequilla qué hace mi madre.

—¡Te vez patético!— le digo.

—¡Wow! Myrna—dijo y quedo boquiabierto.

—¿Qué pasa me veo mal?—dije algo nerviosa.

—Te vez perfecta...— respondió.

—Gracias —suspiré con alivio—

Vámonos, ¡Ya deja de comer!

—Ve a buscar tus cosas.

—Está bien, tú sigue desayunando que no tienes control—expresé con burla.

Me arrojó una galleta y salí corriendo mientras me reía a carcajadas.

Íbamos camino a la universidad y recién recibí un mensaje de Daniella dónde decía:

—Estaremos en la biblioteca vengan en cuanto puedan

En la entrada de la facultad estaba ella, fui a saludarla.

—Danie, ¿Dónde están Lorena y Jaziel?—pregunté.

—En la biblioteca, tenemos que estudiar, andando— respondió.

Era una semana de evaluaciones llena de exámenes, exposiciones y proyectos. Imposible pasar las materias sin estudiar un poco.

Entramos a la biblioteca, sólo había estado aquí un par de veces jamás la había recorrido toda pues era muy grande.

Tenía un aspecto misterioso por la cantidad de pasillos conteniendo miles de libros de todo tipo, color, tamaño y de cualquier tema.

Lorena y Jaziel no estaban en la mesa que anteriormente indicó Daniella.

Ella dijo:

—Han desaparecido, quizás han ido por algún libro.

—Si eso creo— respondió Eider.

—Estoy sedienta— dijo Génesis.

—Te traeré algo de beber, ¿Qué quieres?— le preguntó Eider?

—Agua de Jamaica, por favor— dijo sonrojada por el ofrecimiento.

—¿Ustedes quieren algo?

—Una malteada de fresa no estaría nada mal— dijo Danie

—Yo quiero un jugo de Naranja, toma...quise darle dinero pero no lo acepto.

—Déjalo así, esta vez yo invito— sonrió abiertamente y se marchó.

—Bien chicas buscare la enciclopedia que necesitamos.

—¿Quieres que te acompañe?—pregunta mi prima.

—No te molestes, iré yo sola.

Me adentre en los pasillos repletos de libros, estaba buscando una sección pero parece que se escondía de mí.

No la hallaba por ninguna parte, quise regresar y solicitar la ayuda de Génesis que no debí haber rechazado.

pero no sabía cómo, al parecer estaba pérdida.

Ví a un chico y decidí preguntarle:

— Ehh hola...disculpa, ¿Sabes en dónde está la entrada?, creo que me perdí—Me ánimo a preguntar pero estaba súper apenada, jamás hablo con alguien que éste fuera de mi círculo social.

—Hola, no estás muy lejos te podría llevar pero en realidad estoy un poco ocupado,el asistente del bibliotecario te puede guiar tal vez esté en su oficina toca en esas puertas de madera—hablo muy rápido.

—Muchas gracias eso haré.

Toqué en una de las puertas pero nadie respondió, así que me dirigí a la de un costado he hice lo mismo. Pude escuchar que algo se caía allí dentro así que gire la perilla y la puerta se abrió.

¡Oh por dios! Habría preferido no hacerlo.

—¡Maldita sea, maldita sea!—Grité con una loca.

Estaban cogiendo en la puta biblioteca

Ella estaba sentada a horcajas en él, tenía la falda levantada, sus bragas tiradas en el piso e incluso pude ver cómo la penetraba.

Las lágrimas comenzaron a escurrir en cada una de mis mejillas

—¡Myrna espera, no es lo que estás pensando!— gritó Jaziel.

Salí corriendo, no podía detenerme, no ahora.

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