"Es un idiota" pensé molesta, ahora sí que lo estaba.
Octavio debe de saber que lo hago es porque lo quiero, porque me importa y no quiero que le hagan daño pero el no entiende y no debió decirme eso, por lo que veo se le olvidó lo último que pasó.
《Flashback》
Jimena Castillo.
— ¿Estas saliendo con Octavio y también con él?— le pregunté amenazantemente a Jessica.
Aunque era obvia la respuesta, ya que fuera del centro comercial intercambiaba saliva con un tipo que no era precisamente Octavio.
Jessica
— Yo… he… Jimena — su nerviosismo la delataba.
Jimena Castillo.
— Eres una basura— le dije con asco.
Jimena Castillo.
— Octavio te quiere como no tienes una idea y tú le haces esto.
Jessica
— Cállate, eres la menos indicada para hablar— se armó de valor.
Jessica
— Muchas cosas se dicen sobre ti.
Me acerqué peligrosamente, ahora las ganas de arrancarle cabello por cabello eran innumerables.
Jessica
— Muchos dicen verte visto pasar por su cama.
Ella sabía bien que era más que falso.
Jimena Castillo.
— Di, escucha y habla lo que quieras- la señalé con mi dedo índice.
Jimena Castillo.
— Pero si te acercas a Octavio va a ser para comentarle lo sucedido con ese idiota— moví mi cabeza para indicar al tipo que intimidado esperaba a un lado.
Jimena Castillo.
— Si no yo misma me encargo de ti— la miré fijamente.
Jimena Castillo.
— Sabes que no estoy jugando.
《Fin Flashback》
Jimena Castillo.
— Yo no soy la que está tirando quince años de amistad a la basura— dije segura mientras caminaba de regreso al baño.
Deje caer mi ropa en el piso de la ya húmeda habitación para poder entrar a la regadera, dejé que las gotas de agua se llevaran cualquier rastro de sudor y estrés de mi cuerpo; estuve dentro por un buen rato, hasta que creí que ya era hora de salir.
Rodee mi cuerpo con una toalla blanca para después anudar una en mi cabello para lograr que se secara rápidamente. Abrí el closet, pero giré mi mirada hacia el reloj que se encontraba en la mesa de noche, marcaban las siete y diez, a ún tenía veinte minutos para llegar al partido.
"No necesito a Octavio, no necesito a nadie" pensé orgullosa.
Volví mi mirada hacia el closet y saque la camiseta del equipo, era de un color azul marino con un par de líneas blancas; la giré para ver el gran numero 17 "P. Gonzalez".
"Creo que no podré usarla más" musite en mi interior al mismo tiempo que dejaba caer esta al piso.
Ya vestida acomode mi cabello, lo dejé suelto dejando libres las no muy marcadas ondas en este, el maquillaje como siempre ligero, sólo que agregué un poco más de delineador negro; rize mis pestañas y me coloqué brillo labial. Mire el reloj, siete y veinticinco ¡Wow! Tiempo record.
Tomé mi bolso y bajé con ligeros brincos las escaleras, llegué a la cocina y les avise a las de limpieza que saldría, de todos modos le dejaría un recado "como siempre" a mi madre para avisarle que salí.
Ahora si tomé las llaves de mi auto y salí por la puerta principal, caminé hacia afuera y me encontré con Octavio recargado en su auto, miraba hacia el piso; ignore su presencia y caminé hacía mi auto que se encontraba hacia el lado contrario.
Octavio Vasquez.
— Lo siento— escuché detrás de mí mientras abría la puerta de mi auto.
Octavio Vasquez.
— No quise decir eso.
Mi estómago se estrujo al escucharlo.
Era la persona que más apreciaba en el mundo, era la persona que me hacía sentir querida, apreciada, la única y que él me hablara de ese modo me había herido enormemente.
Jimena Castillo.
— Pero lo hiciste — volteé a verlo.
Jimena Castillo.
— Sabes lo importante que eres para mí y lo mucho que me duele que TÚ me digas algo asi.
No iba a derramar una sola lágrima.
Octavio Vasquez.
— En serio Jimena discúlpame, es que ella en realidad me importa.
Su mirada me lo confirmaba.
Jimena Castillo.
— Y ya te lo dije, despreocúpate que yo en tú vida nunca más me meto…— subí al auto y cerré la puerta. Fugazmente lo encendí y partí.
Nunca me había molestado de este modo con él, como todos los "amigos" habíamos tenido discusiones pero nunca al grado de hacerme llorar.
Llegue al estacionamiento del campo donde sería el partido. Moví el retrovisor para poder verme, saque el maquillaje de mi bolso para desaparecer todo rastro de lágrimas, volví a delinear mis ojos ya que se había corrido un poco. Ya lista suspiré profundamente y bajé del auto.
Caminaba hacia la entrada, la fuerte música de la banda se escuchaba al igual que la mescla de gritos, entré y estaba completamente lleno, seguro estaba por comenzar.
Miré hacía las gradas para lograr encontrar algún lugar, hasta que vi que me hacían señas y me llamaban; los amigos de Octavio, reí y subí las escaleras para llegar hacía dónde estaban ellos.
Luis
— Castillo ¿y Octavio?— me preguntó mientras se movían para hacerme un lugar.
Jimena Castillo.
— No lo sé— conteste como si nada.
David
— ¿Iba a salir con la chica nueva no?— le dijo.
Luis
— Ah cierto— pareció recordar.
Gabriel
— ¿Hey y tu camiseta del equipo?— preguntó el otro castaño tirando levemente del hombro de mi sudadera.
David
— Gabriel no fastidies— le dijo y yo solo reí.
Jimena Castillo.
— Ya no la quiero— reí.
Jimena Castillo.
— Tal vez se la regale a Maria — todos soltaron una carcajada.
El partido estaba por comenzar, las porristas lideradas por Maria, iniciaron con sus cantos de apoyo y en cuestión de minutos todo el equipo salió corriendo a la cancha.
Jimena Castillo.
— ¿Nuevo número?— pregunté.
Jimena Castillo.
— ¿Quién es la treinta y tres?.
Desde hace tres meses no me había perdido ni un sólo juego y no recuerdo un treinta y tres.
Luis
— Es Reyes, recién entro al equipo— me informo.
Jimena Castillo.
— ¿Reyes?— pregunté.
Luis
—Si… Alejandra
Reyes — confirmo.
Luis
— La tipa ruda esa— soltó una carcajada.
Jimena Castillo.
— Ah..
Luis
— Dicen que es muy buena jugadora, que puede desbancar a… a Patricia — dijo algo inseguro de mencionar su nombre, solo reí.
Jimena Castillo.
— Ojalá y lo logré— dirige mi mirada hacia el campo donde estaban todas tomando sus posiciones.
Todos permanecían en "silencio", ya que esperaban el inicio del partido cuando se escuchó un chillante grito "¡Vamos Patri!", solté una carcajada y puse mis manos alrededor de mi boca para formar un altavoz con esta y gritar lo más fuerte que pude "¡Sáquenla!"
Las fuertes carcajadas no se hicieron esperar yo solo me volteé fingiendo estar hablando con Luis, ya que todos voltearon hacia nosotros, mientras que los cuatro intentábamos resistirnos las carcajadas.
Regresé mi mirada hacía la cancha y logré ver la fulminante mirada de Patricia, era más que obvio que se daría cuenta de quien había sido, de todos modos me da lo mismo.
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