Just Let Me In

Just Let Me In

Cap 1 : el inicio de todo

Y empezamos 

  Se puede decir que es un cuento pero no va a ser lo suficientemente largo como para experimentar la grata sorpresa del mundo romántico, como explico lo siguiente ..creo que sería necesario presentarme adecuadamente..... Mi nombre es park Liam  tengo 20 soy alfa dominante pero no me importa el sentimiento romántico ni el contacto físico y les voy a contar mi la historia de como me case con ese idiota ( señala 👉🏼)  ..... El es tks no se cómo referirme a el .. digamos que es mi esposo,pareja o compañero .. bueno retrocedamos el tiempo a hace uno 4 meses....

Esa mañana de verano se presentaba serena, con un sol cálido pero no agresivo. Apenas había apagado el motor del coche y empezaba a relajarme, cuando el silencio fue quebrado de forma brutal. Un ruido seco y repetitivo — pac, pac —, el sonido inconfundible de unos golpes, cortó la paz del lugar.

Instintivamente, salí del vehículo y me dirigí con paso rápido hacia el origen del altercado. Al girar la esquina, la escena que se reveló ante mí fue desgarradora: un joven de piel clara, cuyo rostro estaba marcado por unos intensos ojos verdes y un desordenado cabello negro, se encontraba acorralado. Su agresor, un muchacho de tez morena y una mirada gélida de un azul penetrante, descargaba su furia sobre él con violencia.

El joven de piel morena, con los ojos azules encendidos por la rabia, se acercó hasta que su aliento caliente golpeó el rostro del otro. Su mano se enredó con fuerza en el cabello negro, tirando de la cabeza hacia atrás para forzar un contacto visual.

—¿Cómo te atreves, eh? ¿Cómo te atreves a decirme que no soy suficiente para ti? —escupió las palabras con desprecio—. ¿Estás tomándome el pelo? Si recuerdo cómo estabas en mi cama... cómo me rogabas, suplicando que no parara... —Su agarre se apretó, y una risa cortante escapó de sus labios—. Ah... Pero mírate ahora. Tú, Lee Jun, eres el verdadero desastre. No sirves para absolutamente nada. Ni siquiera para mantener una relación. Eres una porquería, Lee Jun, y lo serás a dondequiera que vayas.

Antes de hablar, Lee Jun escupió al suelo a los pies de su agresor, un acto de puro desdén. Una sonrisa fría y torcida se dibujó en sus labios mientras sus ojos verdes, ahora brillantes de odio, clavaban al otro.

—Deberías cerrar esa boca estúpida, bastardo —su voz era un filo de hielo—. Eres basura. ¿En qué momento de esa noche de borrachera pensaste que esto era una relación seria? —Soltó una risa breve y amarga—. Para colmo, ni siquiera eres bueno en la cama. Das lástima.

Un par de golpes más, secos y contundentes, silenciaron la pelea. Lee Jun se desplomó en el suelo, inconsciente. Desde la distancia, Park Ji-hoon observó la escena con una frialdad que a él mismo le resultaba familiar. Para él, los sentimientos ajenos eran una carga infructuosa, un desgaste de energía inútil. Así que, sin un ápice de remordimiento, pasó de largo con paso firme.

Sin embargo, la pragmática cordura que lo caracterizaba le dictó la acción más eficiente: sacó su teléfono y, alejándose, llamó a la seguridad del campus. Que fueran ellos quienes resolvieran el desagradable asunto. Mientras la línea sonaba, un pensamiento cruzó su mente: aquel intercambio de miradas cargado de odio y desprecio con el chico de ojos azules había sido, sin saberlo, su primer y único vínculo con él.

De camino a la asamblea matutina, una figura familiar se cruzó en mi camino: Sol Geon, mi compañero de grupo y, en el fondo, la única persona que podía considerarse mi amigo. Avanzaba con su estatura media de 1,72 metros, su cabello rubio despejando un rostro de ojos castaños que, a pesar de saludar con leves asentimientos a quienes pasaban a su lado, reflejaban una distancia infranqueable.

Geon era un beta, y como tal, despreciaba la arrogancia y el desplante que, en su opinión, caracterizaban a los alfas. Esa fue la base de nuestra complicidad. Él es el único en este mundo que me comprende, porque compartimos una creencia fundamental: los sentimientos hacia los demás son, en esencia, una pérdida de tiempo y energía.

Sol Geon se acercó con una sonrisa burlona, clavando sus ojos castaños en los míos con complicidad.

—¿Y a ti qué te pasa,amigo? ¡Vaya cara más larga! —exclamó, dándome un golpecito en el hombro—. Déjame adivinar... ¿otra vez no abriste los libros para el examen? —Bajó la voz a un tono de falsa conspiración—. ¿O será que por fin encontraste a un lindo omega que te volvió el cerebro? ¿Ya estás planeando la boda y no me invitas?

Park Liam soltó un suspiro exasperado, con el ceño fruncido.

—Ni los menciones.He tenido una mañana deplorable —comenzó a caminar hacia el salón, obligando a su amigo a seguirlo—. Mi café llegó tarde y, para colmo, apenas puse un pie aquí me encontré con el espectáculo de golpear a un promiscuo. Un drama innecesario. Por suerte, la seguridad ya se está encargando; para eso les pagan. —Lanzó una mirada de fastidio hacia Geon—. Vamos, que llevamos un retraso considerable. Apresúrate.

—Bueno,¿quieres almorzar conmigo? —preguntó

Liam negó con la cabeza

—No puedo.Tengo que llamar a mi madre.

La expresión de Geon se suavizó de inmediato, un destello de comprensión cruzando sus ojos castaños.

—Ah,vaya. Es ese día —comentó, con un tono inusualmente sereno—. Bueno, te deseo suerte.

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