Y en esta tan verde y tan florida edad, su mucha discreción y conocida prudencia los hacía ancianos.
4 días faltaban, para llegarse aquel en el cual sus padres de Ricaredo querían que su hijo inclinase el cuello al yugo santo del matrimonio...
... teniéndose por prudentes y dichosísimos de haber escogido a su prisionera por su hija...
... teniendo en más la dote de sus virtudes que la mucha riqueza que con la escocesa se les ofrecía.
Las galas estaban ya a punto, los parientes y los amigos convidados, y no faltaba otra cosa sino hacer a la reina sabidora de aquel concierto...
... Porque sin su voluntad y consentimiento entre los de ilustre sangre no se efectúa casamiento alguno...
... Pero no dudaron de la licencia; y así, se detuvieron en pedirla.
Digo pues, que estando todo en este estado, cuando faltaban los 4 días hasta el de la boda, una tarde turbó su regocijo un ministro de la reina que dio un recaudo a Clotaldo...
... Que su majestad mandaba que otro día por la mañana llevasen a su presencia a su prisionero, el español de Cádiz.
Respondióle Clotaldo, que de muy buena gana haría lo que su majestad le mandaba.
Fuese el ministro, y dejó llenos los pechos de todos de turbación, de sobresalto y miedo.
Catalina
¡Ay!
-Decía la señora Catalina-
Catalina
¡Si sabe la reina que yo he criado a este niño a la cathólica, y de aquí viene a inferir que todos los desta casa somos christianos!
Catalina
Pues si la reina le pregunta, qué es lo que ha aprendido en 8 años que hace de prisionero...
Catalina
¿Qué ha de responder el cuitado que no nos condene, por más discreción que tenga?
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