Bendiciones escondidas

Dos días después de esa horrible cena seguía tratando pasar desapercibida, me levantaba muy temprano e iba a la habitación de la señorita así no me cruzaba con nadie desagradable. Venía funcionando bien hasta que el tercer día me las crucé a ellas.

- Parece que las ratas decidieron salir de su escondite, típico de plebeyas

- Dione, no sabía que me extrañaste, dije disimulando la risa

- No seas loca solo vengo a recordarte tu lugar, y detrás de mí salieron sus seguidoras que empezaron a empujarme hasta estar dentro de una habitación.

Me tiraron al piso boca abajo y sostuvieron mis brazos, Dione me subió el vestido y cuando iba a empezar a patalear sentí el primer golpe, creo que era una varilla, sentía las astillas como se iban clavando en mi piel. Alcancé a contar 5 y después de mi grito de dolor golpearon mi cabeza contra el suelo y me desmayé. Cuando desperté estaba sola, no podía mover muy bien mis piernas por el dolor y me sangraba el golpe de la cabeza, no sabía cuánto tiempo había pasado, pero vi que el sol ya había salido. Me apresuré a ir hasta la habitación de la señorita, ni loca quería quedarme ahí. Al llegar golpeé la puerta y pasé.

- Disculpe señorita Fiona, tuve un inconveniente de camino acá, pero ya llegué, dije inclinándome hacia adelante, esperaba que me creyera y no que me echara.

- ¿Quién fue? Levanté la cabeza porque nunca había escuchado ese tono. Dímelo ahora.

- Fue Dione, la misma criada de la otra vez, su hermano se está acostando con ella asique se cree la dueña de la casa ahora.

Fiona solo se levantó, me sentó en una de las sillas que tenía en su habitación y tiró de una cuerda que estaba al borde de su cama, 5 minutos después aparecieron el mayordomo y la jefa de las criadas.

- Llamen al médico y díganle a mi padre que quiero una audiencia con él, rápido. Creo que no fui la única que estaba en shock, ambos asintieron y se fueron rápidamente, el ambiente se sentía frío y parecía que iba a nevar en esa habitación. El médico no tardó en llegar, nos miró a las dos y Fiona solo me señaló. El médico me revisó y curó con un poco de magia curativa, ayudó muchísimo al dolor de mis piernas que me había olvidado que sentía, me colocó un apósito en la cabeza y también dejó de sangrar, pero dijo que era para no tener una infección. El mayordomo apareció cuando el médico se estaba yendo y pidió que lo acompañemos.

Llegamos al despacho del golpe y el mayordomo nos anunció. Mi señorita entró y se quedó en silencio mirándolo fijo al Conde, yo me incliné a saludarlo por las dudas.

- Te di la audiencia urgente porque fue la primera vez que sucede -dijo mirándola y dejando de escribir- no esperaba que seas tan maleducada, tendré que contratar profesores de etiqueta.

- Padre, entiendo que no soy tu hija preferida, pero mínimo te pido que la futura señora de esta casa no golpee a mi doncella, no me gusta que lastimen lo que es mío.

La cara de confusión del Conde era un poema, levantó una ceja y puso las manos en su boca apoyando los codos en el escritorio.

-Futura... ¿Señora? No sé de qué estás hablando, pero no es una broma chistosa.

-Hay una criada que anda diciendo que mi hermano mayor la ama asique se van a casar y va a ser la futura señora. Abrí mi boca sin querer, esta niña es una genio, para los nobles su reputación es muuuy importante. El Conde no lo iba a dejar pasar, hizo sonar una campana y le dijo al mayordomo que cite a todos en el comedor.

Ambas seguimos al Conde que salió del despacho donde Fiona ya le había dicho el nombre y la descripción de la tipa. Al salir nos cruzamos con el hermano mayor de Fiona que el Conde solo le hizo una seña para que lo siguiera. Nos paramos en el descanso de la escalera y se podía ver la confusión y el miedo de todos los trabajadores ahí, yo solamente trataba de pararme detrás de Fiona por las dudas. El Conde levantó la voz.

-Escuché un rumor desagradable, levante la mano quién se acuesta con este hijo mío- y se levantaron 15 manos a la vez, bajé la vista después de ver la cara de Dione, iba a morirme de risa y no era el momento.

-Papá, esas preguntas no se hacen, me avergüenzas, dijo el descarado

-Noooo, me dijiste que me amabas, que era única todas estas semanas estuvimos juntos. El descarado empezó a reírse.

-Papá, disculpa por no saber controlar la gentuza, no va a volver a pasar, decía entre risas mientras Dione lloraba.

-Guardias saquen a las 15 que levantaron las manos, menos la que hizo el escándalo van a recibir cartas de recomendación y tú conoce tu lugar. El Conde se dio vuelta y Fiona empezó a caminar hasta su habitación.

Al entrar empezó a reírse a carcajadas, tanto que terminó contagiándome, cuando ya nos habíamos calmado me dijo.

-Recuerda no dejarte que te peguen, no tengo mucho poder pero sé manejar algunas cosas, me caes bien.

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

Ya pasaron 6 meses que estoy trabajando con mi señorita, me acostumbré tanto a decirle así que ya parezco de esta época. Al poco tiempo de empezar a trabajar exclusivamente para ella le conté mi historia, bueno la de este mundo, se conmovió tanto que empezó a enseñarme, desde leer hasta la etiqueta básica. Me explicó que hay veces que se realizaban bailes donde asistían plebeyos y nobles, podría ir junto a ella y no sentirme mal. No olvidé mi propósito, pero la mayoría del tiempo que pasamos juntas se comporta como una niña normal de esta época, no pude encontrar ni una pista para saber la verdad pero es algo que sigo teniendo en mente.

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