Hijo de puta

Narrado por Charly

Me encuentro atrapada en la monotonía de las mañanas, donde las preguntas maternas invariablemente inician mi día. Mi madre, también conocida como la directora, me interroga sobre el desayuno mientras paso por su lado con una expresión desinteresada.

"No, y tampoco tengo hambre", respondo, consciente de que esta conversación es un eco constante en nuestras vidas.

"¿Piensas ir a clase sin desayunar? Debes comer algo, hija...", insiste, pero sus palabras resbalan sin hacer mella en mi apatía.

La sugerencia de una cita con un chico apenas logra captar mi atención. Opto por hacerme la sorda y seguir adelante, intentando evitar más intrusiones en mi privacidad.

"Voy saliendo al colegio, madre...", anuncio, anhelando poner fin a la repetitiva escena matutina.

Su respuesta forzada agrega irritación a mi estado de ánimo. "Todavía es temprano. Si quieres, nos vamos juntas y te cambias esa ropa; te ves fea", sugiere, demostrando una vez más su hábito de intervenir en mi vida.

"¿Qué más quieres, mamá? ¿Que almuerce contigo? Me puedes dejar en paz. Ya has controlado mi vida. Me cambiaste de colegio tres veces, y ahora estoy donde tú eres la directora. Y esta es mi ropa, madre", exclamo, cerrando la puerta con frustración.

Con los audífonos puestos, camino hacia ese maldito colegio. ¿Por qué? Era feliz en mi otro colegio, con mis amigos y mi novio; todo quedó atrás. Todo por culpa de mi madre, y solo de ella. Ahora seré la hija de la directora, ¡mierda!

Frente al colegio que mi abuela fundó con esmero, alzo la mirada sin entusiasmo. Me dirijo a la dirección con pasos lentos, hacia donde está mi madre. No toco, simplemente entro. La secretaria me observa y me saluda.

"Hola, ¿eres la nueva, no? La directora está ocupada hoy. Creo que de nuevo es su hija", comenta la secretaria, contribuyendo así a la rutina diaria.

Dice rodeándome, riéndose. "Oh, entonces soy conocida como la mala de cuento, ¡qué genial!"

"¿Me puede dar mi horario?" le pido a la secretaria.

"Oh, cierto, pero llegaste tarde hoy. Debe ya estar acabándose. Toma", responde ella entregándome el horario. Salgo, conozco este colegio de memoria, así que me dirijo directo al salón. Respiro profundo antes de tocar.

Escucho a alguien decir "debe ser ella" y abren la puerta. Entro con una cara de pocos amigos.

"Eres la nueva", pregunta alguien.

Mi mente responde sarcásticamente, "no, claro que no soy una persona que solo quiere estar acá", pero prefiero no ser grosera ni irónica.

"Sí", respondo. El profesor indica que me presente.

"¿Es necesario? Además, a ellos no les importa", digo, y como siempre, debe haber un imbécil que se cree el mejor. Mi madre me había hablado de él.

"A mí sí me importa, dale", comenta Cameron.

La otra clase se desvaneció, y me dirigí rápidamente a la próxima. Sin embargo, resultó ser una eternidad. Cada vez que intentaba entablar una conversación, ella llamaba a la profesora alegando: "Me está desconcentrando".

Cameron, con su típica arrogancia, suelta: "Me caes mal, chica, pero tendré tu corazón y lo haré pedazos". No puedo evitar soltar una carcajada, provocando que todos en el salón volteen a verme.

"Tú tampoco me caes bien, ¿sabes? Quiero ver cómo haces eso", respondo desafiante.

"¿Entonces es una apuesta?", pregunta Cameron.

"Una apuesta es algo que puedes lograr o no, pero no lo harás", concluyo con seguridad. La tensión entre nosotros se siente palpable en el salón, y estoy dispuesta a resistirme a sus intentos de conquista.

"Pueden dejar de estar susurrando o decir lo que están hablando", interviene la profesora. Me levanto riendo.

"¿Acaso está celosa, señorita?" provoco, notando su nerviosismo.

"¿Quién te crees, Cameron?" responde la profesora.

"Yo, fácil. El chico que la puso en cuatro muchas veces, y hacía gemir mi nombre en este salón de clases", revelo sin preocuparme por la humillación.

No me importaba humillarla, solo era una más de mi lista. Sin embargo, ella reacciona y me golpea en la cara.

"Eres un infantil, ¿cuál es la gracia de decirlo a todo el mundo? Eso te hace un hombre de mierda", me reprocha Charly, volteándose hacia mí.

"Para que todo el mundo sepa que tenemos una profesora que se acuesta con un alunmo", respondo fríamente.

"¿Entonces, profesora, sigue su show o lo termina ya?" provoco con una sonrisa burlona, disfrutando de la humillación que he causado.

La clase concluye, todos recogen sus pertenencias y se marchan. Me acerco a la profesora con la cara empapada de lágrimas y levanto su rostro.

"Me gustó hacer el amor contigo, ¿sabes? Aunque ya me aburriste. Ahora tengo un nuevo desafío", señalo hacia Charly, la chica que me lanza una mirada asesina.

"Ella será mía", anuncio con frialdad.

"Eres una persona de mierda” dijo la profesora

"Jaja, verás cómo la tendré comiendo de mi mano", le contesto con arrogancia.

La profesora insiste: "Te falta amar..."

"Hay gente que dice que el amor lo encuentras a la vuelta de la esquina... Bueno, yo no creo en el amor. Esa cosa es superficial", concluyo con desdén mientras me alejo del aula.

Narrador por Cameron

Y salgo victorioso del salón, me he acostado con casi todas, no, mejor todas. Aún así, siguen cayendo, como si la humillación no tuviera fin, ellas continúan comiendo de mi palma.

"Otra profesora que hiciste llorar en esta semana. Es un récord", comenta mi amigo.

"Tengo hambre", respondo.

"Hambre de comida o de sexo", pregunta entre risas.

"Las dos. Igual, le escribiré a Naty que llegue a mi casa hoy."

"No que ya habías terminado con ella", señala mi amigo.

"Sí, somos amigos con derechos", admito.

"Eres amigos con derechos de la mitad de las chicas de acá", comenta sarcásticamente.

"Sí, como digas", respondo, distraído al notar mi celular lleno de mensajes que me invitan a una fiesta esa noche.

"¿Vas?", pregunta mi amigo.

"No puedo, me veré con mi novia", responde él, haciendo señas sugerentes.

"Entonces iré a ligar solo", decido.

"Juan y Marcos irán", menciona mi amigo.

"Entonces les escribiré más tarde. ¿Nos vamos ya?", propongo.

"Tengo que pasar por la dirección otra vez", explico.

"¿Otra vez?", cuestiona mi amigo.

"Sí, nos vemos luego.”

Camino despacio, guiñando los ojos de manera exagerada, y muchas chicas se me acercan preguntándome si iré a la fiesta. Finalmente, llego a dirección y toco la puerta.

"¡Hola de nuevo, Cameron! ¿Ahora qué hiciste?", comenta la secretaria.

"Le grité a la chica nueva", respondo con una sonrisa.

"Oh, sí, hoy la vi. Es algo así como antipática", agrega la secretaria.

"Sí, al fin alguien está a mi favor. Es grosera, ¿no?", comento.

"Sí, y esa ropa horrible que lleva parece de hombre", dice la secretaria.

"Debe avergonzarse de su cuerpo", agregó, y justo en ese momento escucho una tos falsa detrás de mí.

"Para la próxima, miren si hay alguien", comenta Charly.

"Hola... ¿Charly, cierto?", le digo.

"¿Está mi madre allí?", pregunta Charly a la secretaria.

"¿Tu madre?", dice la secretaria, y yo aprovecho para comentar que es la hija de la directora.

"Perdón, me encanta tu ropa. ¿Dónde la compraste? ¡Por favor, no le digas a tu madre!", exclama la secretaria, mientras Charly parece confundida.

"¿Está mi madre o no?", insiste Charly.

"Está ocupada", responde la secretaria.

"Me da igual", dice Charly, y yo le advierto que es una mala idea.

Pero ella no parece importarle y abre la puerta, encontrándose con la sorpresa de que mi amigo y la directora estaban besándose. Esa era la nueva novia de mi amigo.

"¡Oh, mierda!", exclama Charly, cerrando la puerta con fuerza.

"Hija, lo puedo explicar", intenta la directora.

“Te lo dije” dije mirándolo la escena que ella misma había provocado

La directora y Charly dijeron al unísono, "Haz silencio, Cameron". Le hago señas a mi amigo, preguntándole si esto es en serio.

"A mí no me estés gritando, señorita. ¿Acaso no hiciste eso en tu anterior colegio? ¿Que te encontraron con tu profesor?", responde la directora.

"Al parecer, la señorita tiene secretos de promiscua", agrego con una sonrisa sarcástica.

Pero Charly no se queda callada, "Es una puta, madre. ¿Acaso fui yo? Estuviste allí para verlo, no estabas de viaje o revolcándote con el primero que te dijera hermosa. ¡Porque eres una puta!"

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