Aún no sabía quién me estaba llevando a casa, la voz me sonaba tan familiar, pero no la reconocía. Aquel tipo me llevó del bar hasta su coche, era un coche negro, se podía ver incluso con la visión nada buena. Abrió la puerta y me colocó en el asiento del pasajero, entrando en el coche justo después.
Su coche tenía el aire acondicionado encendido, dejando todo más fresco, pero aun así sentía calor, un calor tan insoportable. Desabroché mi camisa como pude, mi respiración todavía estaba acelerada y eso incomodaba, el calor no pasaba, al contrario, parecía empeorar. Sentía todo calentarse a cada instante que pasaba, un calor que se instaló por mi cuerpo de forma inexplicable y yo mal podía controlar lo que podría suceder.
— Deberías tener cuidado con quién bebes. ¿Eres idiota por casualidad?
¿Estaba hablando conmigo? Él realmente me conocía. Pero incluso después de escuchar su voz por algunas veces, yo no lo reconocí. No bastaba solo eso, ni sus toques, palabras o ver su rostro, yo solo no conseguía razonar todo.
— ¿Nos conocemos?
Mi voz vaciló nuevamente, salió un aire caliente de mi boca, era una incomodidad.
— ¿Tu visión está mal por culpa del afrodisíaco que Thian te dio, verdad? Soy yo, Max.
Él se giró hacia atrás, mirándome fijamente. Demoré algunos segundos para procesar lo que me habló hasta darme cuenta.
— ¿¡Max!?
Levanté el tono con sorpresa. Abriendo mucho los ojos, por dentro yo estaba deseando que fuese un sueño, pero sé que es todo verdad. No importa cuánto alcohol haya bebido, estoy lúcido de forma que reconozco lo que estaba realmente sucediendo.
— Sorpresa.
Max bromeó, vi una sonrisa surgir entre sus labios al verme de aquella forma. En aquel momento, mi visión estaba volviendo a la normalidad.
— Te voy a llevar a casa. Puedes intentar dormir en el coche si quieres, sé que no va a ayudar, pero puedes intentarlo.
Sugirió, volviéndose para el volante del coche. Al final, sería un riesgo enorme para causar un accidente de coche que podría quitarnos la vida instantáneamente.
— Quitar la ropa no va a ayudar en nada, sé muy bien lo que ayuda. Pero tú no vas a querer hacer eso.
Continuó hablando, maniobrando el coche para irnos.
— ¿Qué podría ayudar?
Lancé la cabeza hacia atrás en el asiento del coche, solo de hacer eso me dio un dolor de cabeza.
— ¿De verdad quieres saber?
Él movió el volante, entrando finalmente en la carretera y en el camino para mi casa.
— Quiero.
Respondí, estaba tan curioso. Su voz me dejaba con más ganas aún de saber qué es, yo no sabía absolutamente nada sobre lo que los efectos de un afrodisíaco podría hacer con el cuerpo de una persona, o entonces, cómo eso podría parar.
— Afrodisíaco estimula el cuerpo de la persona que toma eso, o sea, solo sirve para dejarte más excitado y vulnerable. Generalmente el efecto de un afrodisíaco deja de funcionar después de algunas horas o la persona puede tener sexo, lo que disminuye los efectos.
— Entonces va a demorar para que este calor insoportable acabe...
Suspiré irritado. Mi visión continuaba de la misma forma, veía todo borroso, las cosas estaban tan confusas para mí todavía.
— Puede parar eso de otra forma también, Alisson.
Habló como una indirecta, pero tan directa para mí. Entendí perfectamente los seis puntos, pero me negué.
— No voy a tener sexo contigo.
Le respondí, más irritado aún, sabía muy bien que me dejaría así. Mientras seguía el camino para mi casa, me acosté en el asiento del pasajero y cerré los ojos, intentando dormir y olvidar el calor que yo sentía. El coche no se balanceaba mucho, incluso en una velocidad por encima de lo que debería andar. Mantuve los ojos cerrados, intentando olvidar aquel maldito calor, no conseguía pensar en nada, quería de toda forma quitar toda la ropa, incluso que no adelantara nada. El viento entrando en el coche refrescaba un poco, pero no lo suficiente. Y finalmente, no sé cuánto tiempo había pasado, poco, yo imagino. Pero el coche había parado de moverse, oí la puerta del coche abrirse. Max salió y abrió la puerta de atrás para mí, ayudándome a salir de su coche.
— Max... está demasiado calor...
Jadeé nuevamente, el calor parecía haber empeorado en un nivel absurdo. Yo ya no estaba aguantando más sentir eso.
— Yo sé que está. Eso va a pasar.
Él intentó calmarme, llevándome para dentro de casa con cuidado. Llegando a mi cuarto, me acostó en la cama y quitó mis zapatos. En aquel momento yo no tenía más sobriedad para pensar en nada, ni sabía lo que estaba haciendo. Solo conseguía oír las voces y vagamente el rostro de Max.
— ¿Aún insistes en aguantar eso por más algunas horas?
Me preguntó mientras dejaba mis zapatos al lado de mi cama. Se sentó cerca de mí, y me miraba sin desviar los ojos, llegaba a ser desconfortable. Pero qué yo podría hacer en relación a eso, ¿no es?
— Yo no sé qué hacer...
Tiré la punta de su camisa e inclinó su cuerpo para cerca del mío, como si esperase que yo hiciese algo. Admito que no estaba más razonando bien en aquella hora, única cosa que yo quería era parar con este calor insoportable.
— Max, ayúdame...
Aquellas palabras finalmente salieron de mi boca. Vi vagamente una sonrisa de satisfacción cruzar los labios de Max cuando me oyó decir aquello para él.
— Con placer.
Él se inclinó más un poco al punto de nuestros labios tocarse, no sé qué me dio, pero no dudé en besarlo. Lo tiré por el cuello de la camisa mientras lo besaba, él retribuía sin reclamar, ni siquiera se alejó cuando hice eso.
Sentí cuando sus manos comenzaron a deslizar por mi cuerpo, por debajo de mi camisa, su mano aún un poco helada tocándome causaba escalofríos por todo mi cuerpo. Suspiré jadeante cuando comenzó a provocar uno de mis pezones y yo sujeté aún con más fuerza su ropa.
— Estas ropas incomodan, ¿no es?
Dijo eso mientras se alejó un poco, desabrochando su camisa. La quitó y lanzó para el lado de la cama, vi su cuerpo musculoso y pequeñas cicatrices, dejándome con ganas de tocarlo. Me pregunto si siempre él fue así y yo nunca reparé, y el calor solo parecía aumentar. Se aproximó nuevamente y quedó encima de mí, su cuerpo casi pegado al mío, sujetó mi mentón y me besó intensamente hasta dejarme sin aire. Deslizó una mano lentamente hasta la cintura de mi pantalón y retiró el cinturón para bajarla un poco.
— Tu "amiguito" aquí quiere atención...
Susurró contra mi cuello mientras me desvestía despacio. No tenía qué decir, yo no tenía noción de lo que estaba haciendo más.
— Solo relájate por hoy, porque dudo que recuerdes de algo mañana.
Terminó de quitar mi ropa y la lanzó para fuera de la cama junto a las otras piezas. Comenzó a acariciarme lentamente, el modo más fácil que encontró para provocarme y arrancarme un gemido. Mi cuerpo se estremeció sin motivos obvios, su toque era tan bueno, capaz de hacerme delirar e implorar por más. Nunca imaginé experimentar eso con quien yo más odiaba, no era tan malo así. Su pulgar presionó levemente mi uretra y continuó besando mi cuello, deslizando hasta mis pezones y los provocando también.
A cada movimiento que hacía, podía sentir el calor aumentar y mi excitación aún más. La sensación era muy buena demás, haciéndome gemir bajito con cada toque que hacía por mi cuerpo, yo deseaba más que eso. Mordía el labio inferior, en una tentativa frustrada de contener lo que yo quería que Max hiciese conmigo. Su voz era tan buena de escuchar en aquel momento, continuó provocando y estimulando mi cuerpo de su modo, tal vez de la manera que me hiciese pedir por más después.
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