Capítulo 4 - Juliette

Metida bajo la cama solo puedo ver los pies de padre e hijo. Me asusto cuando su padre se percata de la marca, al igual que cuando da el portazo. Benjamín sale tras él y al estar sola recuerdo todo lo que hicimos, no sé cómo voy a mirarle a la cara.

Mis pensamientos siguen enfocados en lo mismo hasta que vuelvo a ver los pies de Benjamín, camina de un lado a otro, al parecer no sabe qué hacer.

Se pone en cuclillas frente a la cama—: Juliette, puedes salir. —Se levanta rápidamente y repite la acción de su padre, esta vez con otra puerta.

Me arrastro como un gusano para salir, al ponerme de pie me encuentro con Benjamín cara a cara. —¿Pero qué...?¿No estabas...? ¿Tú no fuiste...? —Prefiero callarme.

Esconde su cabeza en mi cuello, a la vez me abraza por la cintura—: Juliette, tengo mucha vergüenz-

—¡Yo tengo más vergüenza! —Doy puñetazos en su espalda—. ¡Comí tierra!, no debí venir.

—P-Por si te sientes más cómoda estando lejos, mi padre fue el que dio el portazo al salir de casa, puedes irte.

Quizá debo sentirme mal, pero por la situación me remuevo en sus brazos hasta soltarme y salgo corriendo como ratón perseguido por un gato.

Frente a la casa de Benjamín hay un parque que ocupa más o menos dos cuadras de largo y una de ancho. Sigo mi recorrido improvisado hasta sentarme en una de las bancas, donde puedo ver las casas de la calle paralela a la que crucé. Mi celular suena indicando una notificación de mensaje, me levanto para sacarlo del bolsillo trasero.

Min 💗: Solo recuerda que te quiero muchísimo. Y no olvides las marcas que te deje, tus padres pueden verlas.

Me sonrojo al recordar, otra vez, lo mismo: todo lo que hicimos en su habitación. Es la primera vez que entro y termina así, debo controlar mejor mis locas hormonas. Intento ver lo que hay en mi cuello, me resulta imposible así que tomó una foto. Antes de que pueda observarla una persona conocida por mí se asoma junto a otra, se detienen uno frente al otro con la mirada en algún punto. No se toman la mano, no se hablan.

—¡Solo lárgate! —La voz del señor Giancarlo me sobresalta.

—¡Quiero a mi hijo, solo eso! ¿¡Puedes entenderlo!? —Da un par de pasos hacia él y lo sacude de los hombros.

—¿Me ayudaste a criarlo? ¡Dime, maldita sea! —Pasa una mano por su corto cabello, frustrado.

¡La madre de Benjamín!

Lo único que puedo hacer es correr como lo hice antes. Voy a ponerme de pie, pero aquella mujer está caminando hacia mí lo que me paraliza.

—Tú... —Me señala con el dedo—. ¿No te da vergüenza escuchar conversaciones ajenas?

—Yo... Yo... Yo ya me iba. —Echo a correr sin destino aún.

—¡Juliette! —Escucho pasos seguirme—. Detente, por favor.

Me detengo con la respiración acelerada. Este día se está volviendo pesado, no quiero huir más.

—Juliette, por favor, no le digas nada de esto a Benjamín —súplica el señor Giancarlo.

—No puedo ocultarle esto, usted sabe cuánto le cuesta este tema.

—Por favor... Mi hijo es muy importante para mí, no soportaría si su madre me lo quita. Por favor, Juliette.

—Está bien, señor. Pero hable lo antes posible con él.

—De acuerdo, gracias. Solo te pido un último favor, ve a casa y acompáñalo. Cuando está solo suele venir acá. —Me mira detenidamente y por su expresión deduzco que está empezando a molestarse.

Tengo que seguir huyendo. «Queridas amiguitas, soporten mi peso y hagan un último esfuerzo —indico a mis piernas con el pensamiento—. Tengan piedad de mí».

Sin más me alejo dando zancadas, pasado unos minutos me detengo y volteo, al parecer el señor Giancarlo está petrificado. No entiendo qué le pasa. Lo olvidé por completo, ¡el padre de mi novio vio la marca! Maldigo para mí misma. La pantalla de mi celular se ilumina con dos toques, me dirijo a galería, al ver la foto llevo mi mano libre a mi boca.

No es una marca, ¡son dos! ¿Cómo las hizo, en qué momento? Con razón en el mensaje puso "marcas".

—¿Qué hago? ¿Qué hago? —Volteo a todas partes desesperada. Veo la hora y son las 12: 05 p. m. Mis padres deben estar preocupados por mí.

—¿Cómo se borra esto? —hablo entre dientes mientras doy suaves masajes en mi cuello. Vuelvo a tomar fotos y verlas me irrita más, están más notables.

Recuerdo que el padre de Min mencionó el hielo, la única opción que tengo es tocar el timbre y darle la cara a mi novio. No debo tener vergüenza, después de todo son cosas normales en las parejas o, ¿no?

«En los adultos, Juliette».

Decidida camino contando mis pasos. Al estar tan cerca de su casa mi cuerpo empieza a tensarse, mi mente indica no acercarse, pero lo que siento es más fuerte. Termino por tocar el timbre.

—¿Quién molesta a está hora? Uf. —Abre la puerta y desvía la mirada al instante.

—Soy yo... —digo avergonzada.

—¿Escuchaste lo que dije? —Mira sus pies distraído, da suaves golpecitos en el piso—. No quise decir eso, no sabía que eras tú. Pensé que estabas molesta conmigo, por eso estoy molesto conmigo mismo —explica porque

obviamente no obtuvo respuesta.

Mi mirada está fija en sus movimientos. Su pierna en la que se apoya no emite nada, pero la otra se mueve como si le estuviese pasando electricidad. Y las mías no tardan en imitarlo.

—Juliette, ¿no dirás nada? —Se queda en silencio por un largo tiempo, esperando respuesta y nada—. Vamos, Juliette, dime algo o haz algo, dame una cachetada o lo que sea, pero, por favor... —dice desesperado.

—¿No me dirás qué haces en pijama si hoy tienes entrenamiento? —pregunto divertida.

—¡Carajo! —maldice por lo bajo—, lo olvidé.

—¡Cuidado con esa palabrota, eh! —Siento que tengo el valor suficiente para levantar la mirada y así lo hago. Me encuentro con un Benjamín muy sonrojado, lo que me sorprende, él no suele ponerse así fácilmente.

—¿No estás molesta conmigo? —Me mira por un segundo, literal.

Benjamín Di Marco está más nervioso que yo, es inevitable no sonreír por cómo se ve.

—¿Debería? —Frunzo el ceño.

—Bueno... Lo pensé... Pensé que quizá estabas molesta por las mar-, ya sabes por qué. Además, no respondiste mi mensaje, ni lo viste.

Los nervios vuelven a apoderarse de mí, muerdo mi dedo pulgar aumentando la presión cada vez más. Cierro los ojos oprimiendo las ganas de llorar, no sé por qué, solo quiero llorar.

—No, no, preciosa, no llores. —Corta la poca distancia que nos separa envolviéndome en sus brazos, lo que me tranquiliza.

—N-No sé qué hacer con las ma-marcas y tengo que volver a mi casa —digo con voz temblorosa.

—Vamos a ponernos hielo. —Toma mi mano y nos adentramos en la casa. Nos detenemos en la cocina, abre la refrigeradora y saca dos bolsas de hielo—: Lo puse hace rato, no había. —Me pasa uno y nos encaminamos hasta el sofá.

El silencio reinaría, sino fuese por el sonido de la lavadora. Benjamín lava su ropa, limpia, ordena, se atiende solo y lo admiro mucho por eso. Es una gran persona, valiente y muy fuerte, es capaz de todo. Y es mío.

Mi celular suena, contesto la llamada—: [E-Estoy con Benjamín, padre].

—[Pásame con él].

—[Min, mi padre quiere hablar contigo] —susurro.

Él cambia su expresión de una tranquila a una seria, traga grueso. Su mandíbula se marca más cuando la aprieta y cierra los ojos con fuerza. Mueve la cabeza de un lado a otro mientras masajea sus sienes, supongo que preparándose mentalmente para lo que viene.

—[¿Peque?] —Escuchar su voz me tranquiliza—. [Tu padre quiere hablar con Benjamín, ¿no escuchaste?]

Min me quita el celular y respira hondo antes de hablar—: [S-Señor Dave, buenas tardes].

Me acerco para poner la llamada en voz alta y así escuchar lo que dirá mi padre, antes de que realice mi acción Benjamín se aleja. Ante eso me quedo estática al lado del refrigerador con el hielo en mi cuello.

Pasado cinco minutos Benjamín regresa de la sala. Me devuelve el celular y lo guardo en mi bolsillo, me siento en el mueble con los brazos cruzados. Estoy molesta, harta de lo mismo: nunca contesta el celular cuando está conmigo. Su excusa es que lo pongo nervioso, ¡y se aleja!

—Tu padre me pidió que me aleje de ti —informa como si pudiera leer mi mente—. ¡Lo mejor es que tenemos todo el día juntos!

—¿¡Que qué?!

—Tus padres me dieron permiso, dicen que confían en nosotros y en mi padre. Les dije que íbamos a estar en casa todo el día, pero debo ir al entrenamiento...

Sigue hablando, pero lo ignoro tratando de asimilar lo que acabo de escuchar. Mi padre no sería capaz de dejarme pasar tiempo con él a solas, espera... dijo que no lo sabe. Eres el mejor mentiroso, Di Marco.

—Preciosa, ¿me estás escuchando? —Me mira tiernamente meneando la cabeza con suavidad. Está a escasos centímetros de mi rostro, lo que me pone más nerviosa, desvío la mirada percatándome que tiene las manos

entrelazadas en su espalda y sus piernas más separadas de lo normal.

—Vamos a tu entrenamiento. —Sonrío entusiasmada dando pequeños saltos. Quiero que esté día se convierta en el mejor. Esta cita, sin mentiras de por medio, debe ser romántica e inolvidable. Hablar de sentimientos a mí no se me da, pero intentaré hacerle saber todo lo que siento cuando está conmigo.

—¿Se borró? —Se acerca a mi cuello y vuelve a esconder su rostro en el—. Dime algo que me ayude con la vergüenza que siento al mirarte, p-por lo que hicimos —aclara.

—Me gusto —admito en un susurro.

—Y a mi me gusto hacerlo, si por mí fue-

—Cr-Creo que para olvidarlo debemos cambiar de tema.

—Tienes razón, preciosa. —Deposita un cálido beso en mi frente haciéndome estremecer—. Te presentaré a mis amigos de fútbol. ¡Ah!, si Tobías dice algo fuera de lugar solo ignóralo.

—Está bien. —Me pongo de puntillas por la gran diferencia de altura y beso la comisura de sus labios.

El toma mi cintura pegándome a su cuerpo, de paso le da una ayudita al poco equilibrio que mantengo. Me da un beso corto en los labios, estos arden y al sentirlos bien intuyo que están hinchados.

—¿Tienes hambre?

—Me encanta cuando te sonrojas y sí tengo mucha hambre. —Sonríe para luego pasarme una porción de queque —. Iré a cambiarme, espérame aquí. Diez minutos. Almorzaremos en el restaurante de enfrente.

Sonrió y tomó asiento.

El ambiente está más tranquilo.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play