CINCO

Habían pasado tres días desde la fiesta en la facultad. No había vuelto a hablar con Emilio y no tenía en mente hablar con él. ¿Estaba enojada? ¡No! No estaba molesta con él. De vez en cuando los pensamientos me hacían creer que era culpa mía que Emilio se sintiera así. Aunque pude hablar con él ese día que fuí a visitarlo, no fue lo que yo esperaba. ¿Por qué había cambiado tanto en tan poco tiempo?

Terminaba de hacer mi tarea cuando me llegó una notificación de mi blog. Alguien quería comprar una fotografía y eso me hizo recordar que debía actualizar mi catálogo. Subí unas cuantas fotografías y terminé de transferir las fotos que había tomado de Emilio. En esas fotos él se veía muy guapo, tranquilo y coqueto. ¡Pensé en imprimir esa foto donde él salía posando con el balón!

—¿Tienes hambre?

Édgar se estaba asomando desde la puerta.

—No realmente. ¿Y ustedes?

—Fernando se preparó una Maruchan. Yo pensaba en ordenar pizza para la cena. ¿De que se te antoja?

Estaba retocando un poco a Emilio, me concentré demasiado en él. Le puse un filtro vintage para que la foto se viera más interesante.

—Pizza de pepperoni con orilla de queso.

—¿Solo una?

No respondí.

En mi computadora tenía una carpeta especial solo con las fotografías de Emilio y claro yo también salía de vez en cuando. Algunas fotos eran de cuando éramos niños, tuve mi primer cámara a los siete años. Luego estaban esas fotografías de cuando me gradué de la primaria. De la primera vez que estuve en una moto. Fotos de aquella ocasión que fuimos al volcán en época de nevada. Cuando Emilio tuvo su auto. Cuando él se graduó de la secundaria. Había fotos de él y yo haciendo varias cosas juntos. ¡Que tiempos aquellos en los que nos importaba el juego y ya! Ahora habíamos crecido tanto que las cosas comenzaban a hacernos sentir que estábamos alejándonos.

—¡Llegó la pizza! —dijo Fernando después de haber tocado mi puerta. La abrió para mirarme unos segundos.

Sus ojos se quedaron observando a todos lados de mi habitación.

—¡Gracias! Bajo en un segundo.

—¡Tu habitación es bonita!

Me gire a mirarle. Sus ojos examinaban mi pared.

—¿De verdad lo crees?

Asintió.

—Creo que tienes mucho arte en tus venas.

Él estaba haciendo referencia a una de mis paredes. Había tomado varios libros de la biblioteca de papá, los deshoje todos y pegue página por página en la pared hasta que logré forrarla por completo. Había puesto una serie de luces que encontré en el almacén. Terminé dibujando algunas líneas formando diferentes figuras.

—No es gran cosa. Solo son líneas y figuras.

—Yo no podría hacer algo así.

—No es tan complicado. Mira.

Me puse de pie, tomé un plumón negro y comencé a dibujar sobre las hojas de papel. Sin despegar nunca la punta, forme una flor sobre un rostro masculino. ¡Arte lineal!

—Pues lo haces ver muy sencillo. Veo que la técnica que usas es completamente el resultado de haber practicado bastante.

—Por supuesto. No a la primera te salen las cosas, necesitas practicar constantemente. Esto me ha tomado varios años de práctica.

Fernando traía una mancha de salsa picante en la comisura de los labios. De forma inocente acerque mi pulgar y limpie su rostro. Me miraba con atención y se quedó inmovilizado unos segundos.

—Édgar nos espera para cenar —dijo después de haber reaccionado a su bloqueo.

Salimos de mi habitación, en la sala estaba encendido el televisor y Édgar miraba una película de los Vengadores. Su mano derecha sostenía una rebanada de pizza y sus ojos estaban completamente atentos al televisor. Nos sentamos. Me comí cuatro rebanadas y bebí un poco de Sangría Casera. La película estaba en la escena donde Black Widow y Ojo de Halcón pelean para poder obtener la gema del Alma. El timbre sonó justo cuan Black Widow muere.

Me levanté y camine hasta la puerta. La abrí y me sorprendió verlo aquí.

—Emilio ¿Cómo estás?

Sus ojos estaban bien atentos a mí.

—Miranda. ¿Puedo pasar?

Esta era la primera vez que Emilio me pedía permiso para entrar a mi casa. Regularmente él solía entrar sin necesidad de tocar la puerta o de pedir el acceso. ¡Esta vez era diferente!

—Por supuesto. Sabes que está es tu casa también.

—¿Podemos hablar? —su pregunta me hizo pensar.

Caminamos hacía mí habitación, teníamos que cruzar la sala de televisión para poder llegar a mi cuarto. Édgar se percató de la presencia de Emilio, cuando mi amigo descubrió que el profesor de literatura estaba en mi casa se sorprendió bastante.

—¿Ya no da clases en el Carolino? —le preguntó Emilio.

—Este año. Decidí cambiar de empleo.

Emilio me lanzo una mirada inquisitiva.

—¿Ahora da clases privadas?

Fernando seguía viendo la película. Quizá no le convenía mirarnos en este momento, no entendería nada.

—No precisamente. ¿Cómo te ha ido en la universidad?

—Bastante bien. Mucho mejor que en la preparatoria.

Édgar asintió. Emilio parecía un poco engreído.

—¿Y quién es él? —me pregunto haciendo referencia a Fernando.

—Él es mi vecino, vivimos en el mismo pueblo.

Sus ojos dieron una mirada muy cruel a Fernando.

—¿Podemos platicar en tu habitación? —pidió Emilio.

Asentí. Édgar nos miraba con mucha atención. Fuimos a mi cuarto. Emilio se tumbo en mi cama al instante en qué abrí la puerta.

—¿Por qué me dejaste ese día?

Su pregunta me puso a pensar.

—¿Hablas de la fiesta?

—Si. ¿Por qué no quisiste volver conmigo?

¿De verdad me estaba preguntando eso?

—Estabas ebrio. Dijiste muchas cosas, parecías molesto y yo tenía que regresar a casa.

—¿Qué cosas dije?

—¿No lo recuerdas? ¿De verdad?

Me senté en la cama. Terminé tumbándome a su lado.

—¡Bebí demasiado! Tú lo dijiste.

—Esta bien, ya que te estás excusando en el hecho se que te emborrachaste, te recordaré algo.

—Vale. Te escucho.

—Me obligaste a jugar ese juego de pasar la carta con la boca. Intentaste besarme, yo te rechace y te enojaste. Empezaste a decir que Gabriel y yo queríamos andar juntos. Así que mejor le pedí a tu compañero que te llevará a tu dormitorio.

No dijo nada al instante. Escuché que soltaba un suspiro.

—¿De verdad paso eso?

—¿No le preguntaste a Gabriel?

—No. Al día siguiente de la fiesta no fui a clases. Amanecí con mucha resaca y dolor de cabeza. Mi aspecto era como si me hubiesen golpeado.

—Pues es que bebiste demasiado. ¿Desde cuándo tomas así?

Me incorpore.

—¡Desde que te fuiste!

Y aquí estaba ese juego de palabras. ¿Por mi ausencia? ¡Eso no tenía sentido! El alcohol que iba a lograr.

—¿No estás hablando en serio?

—Si. Estoy hablando en serio—él se incorporo—. ¿Quise besarte?

—Si. Y te enojaste cuando no te deje hacerlo.

Se rasco la mejilla derecha. Le mire fijamente.

—¿Desde cuándo descubriste que sentías amor romántico por mí?

Esa pregunta le hizo bajar la mirada, se puso a pensar y se ruborizo un poco.

—¿Recuerdas aquella vez en la que tú saliste a dar la vuelta con el chico de la feria?

—¿Manuel?

—¡Exacto! Pues ese día que él y tú salieron comencé a sentirme celoso. Te llamé, con la intención de averiguar que estaban haciendo y si era necesario, yo mismo hubiese ido a interrumpir su cita. Pero resultó que te la estabas pasando muy bien. Cuando regresaste a casa esa noche mientras veíamos aquella serie de Netflix, no podía dejar de mirarte y pensar en lo bonita que eres. Me habías dicho que eras una puta por haberte enamorado de Manuel y yo pensé en todo lo contrario. ¡No eras una puta! Estabas confundida solamente. Tus emociones estaban retratando de definir lo que sentías por ese chico. Me sonreíste, seguimos viendo el televisor. Ahí en ese momento lo supe. ¡Mis sentimientos latían diferente por ti!

Escucharlo hablar de aquel momento me puso a pensar en todo lo que había pasado ese día. Mi enamoramiento repentino hacía Manuel me hacía sentir como loca, muy tonta y despistada. Aún así, aquel enamoramiento me ayudo a ser fuerte en mis sentimientos. ¡Aprendí a saber soltar cuando alguien no nos corresponde! Nunca pensé que Emilio sintiera muy en lo profundo de su corazón, que yo le correspondía en el amor. ¿Qué le diría ahora?

—Gracias por contarme esto. Ahora trato de entender las cosas. Yo…

—Dime la verdad. ¡Por favor! Ese día antes de irte. ¿Por qué me besaste? ¿Me amas?

Su mirada me exigía una respuesta sincera. ¡Habíamos cambiado tanto en tan poco tiempo!

—¡Te quiero Emilio! Tú sabes que te quiero muchísimo y ese día que tú fuiste a mi casa a decirme lo que sentías, tu carta fue algo que me hizo pensar en nosotros. Somos amigos y ¿Después? ¿Seríamos novios? Confieso que una parte se mi está emocionada por descubrir como sería mi etapa de amor contigo, pero también te estaría mintiendo si no te digo que ahora no me siento lista para poder amarte. Ya sea amarte a ti o a alguien más.

—¿No estás lista? Pero tú me quieres.

—Si. Pero aunque el amar y el querer son cosas parecidas, ambas son muy complejas en cada corazón que late. Para mí el amar a alguien es algo mucho más intenso que un simple te quiero. Y yo siento solo un querer hacía ti, aún no he profundizado en mis sentimientos hasta el punto de sentir un amor romántico. ¡Por eso no te deje besarme! Porque aunque yo te he extrañado mucho durante estos meses, no puedo dejar de pensar que nuestras vidas están cambiando y que tal vez nuestros caminos sean mejores de lejos.

¡Lo había dicho y de forma directa! Emilio pensó mucho en todo esto, vi un poco de desilusión en su mirada y sus labios parecían temblar. Me senté a su lado por algunos segundos.

—Édgar el profesor de literatura, ¿era tu anónimo?

Ahora hablaríamos sobre ese tema.

—Si. Resulta que el abuelo lo contrato desde hace algún tiempo para investigar sobre mi familia. Se encargaba de ayudarme a descubrir el pasado y mi verdadero origen sobre mi familia.

—¿Esta enamorado de ti?

Yo conocía esa respuesta. ¿Qué caso tenía que yo confirmara algo sobre este tema? Seguramente él se iba a enojar por todo.

—Eso yo no te lo puedo decir. ¿Por qué no le preguntas a él?

Sin más que escuchar, se puso de pie a toda velocidad y salió de mi habitación. Supe a dónde iba. Le preguntaría a Edgar sobre sus sentimientos hacia mí. Preferí quedarme en mi habitación. La ventana estaba abierta y el viento entraba muy fresco. ¿Cómo es que habían cambiado los sentimientos de mi amigo de forma tan rápida? ¿Qué podía hacer yo para que las cosas no empeorarán? Al parecer su molestia conmigo era a causa de mi escapé y de haberle dejado sin decirle nada. ¿Le tendría que explicar todo?

La puerta se abrió y Emilio entro con un rostro serio.

—¿Tú estás enamorada de Édgar?

—¿Tendría razón para estarlo?

—Pues si. Él está contigo y yo no. ¡Y ese Fernando!

—¿Estás celoso? Porqué te diré algo. Nunca te había visto así y no te vez muy lindo que digamos.

—No son celos. Solo te estoy preguntando por ellos.

—Ellos son mis amigos y tú también lo eres.

—¿Y por qué no te quedaste conmigo ese día después de la fiesta?

¡Que rayos! Se estaba comportando de forma muy inmadura y tóxica. ¡No me sentí cómoda! ¿Debía intentar darle más explicaciones?

—¡Vete por favor! Has cambiado muchísimo y la verdad comienzo a desconocerte. ¿Qué pasa contigo Emilio? ¿Ahora quieres ser el estúpido Fuck Boy solo por que entraste a la universidad? ¡Pues no Emilio! No se trata de eso y lamento no poder ayudarte a solucionar esos problemas emocionales que comienzas a tener.

—¿Huiras de nuevo?

—¿Huir? ¡Nunca huí de ti! Me da coraje que digas eso. ¿Cómo es posible? Aún sabiendo mi pasado y todos mis problemas, prefieres hacerte la víctima solo porque no te dije mis planes. ¡Estás siendo muy injusto al tomarlo muy personal! Las cosas no son como has pensado.

—¿Y como son las cosas?

Los dos habíamos elevado el tono de nuestras voces.

—¡Las cosas son diferentes entre tú y yo! Si tú molestia es tan grande, entonces debemos terminar nuestra amistad aquí. ¡No voy a permitirte que te hagas el divino mártir cuando todo lo he hecho para poder estar bien!

—Miranda. ¿No estás hablando enserio o sí? ¡Suenas muy egoísta!

Mis emociones estaban muy exaltadas. Nunca habíamos peleado hasta el día de hoy.

—¡Hablo muy enserio Emilio! ¡No me vuelvas a buscar!

—Pero…

—¡Ya vete!

El parecía no escucharme. Se quedó quieto, estático y parecía que iba a llorar.

—¿No te vas a ir?

—No.

—Bien. ¡Entonces me iré yo!

Comencé a caminar hacía la puerta, pase un poco cerca de él. Me tomó de la muñeca pero no permití que me detuviera. Tire con todas mis fuerzas de su agarré y salí de mi habitación. Édgar se me quedó mirando fijamente y parecía un poco preocupado. ¡Yo no estaba llorando, solo estaba muy molesta! Salí de mi casa con dirección al parque, conecté los audífonos a mi celular y active el modo aleatorio. Comenzó a sonar una canción de Vangoura, Fuimos era el nombre de la canción.

Al llegar al parque mis emociones me hicieron entrar a la feria del libro. Pensé en aquella vez en que conocí a Manuel y Carla. La probabilidad de que alguno de ellos estuviera aquí era grande. Me adentre entre los estantes de libros, había títulos nuevos y me llamo mucho la atención un ejemplar de Alejandro Ordoñez.

—¿Se lo piensa llevar señorita? —me preguntó una señora.

Ella era la madre de Manuel y Carla. Recuerdo haberla visto.

—Si. ¡Lo quiero!

La mujer asintió y me regaló una sonrisa. Después de pagarle, quise preguntarle sobre los muchachos.

—Disculpe. ¿Cómo están Carla y Manuel?

Se me quedó mirando unos segundos, quizá estaba tratando de recordarme.

—Tú eres esa jovencita que solía salir con ellos ¿Verdad?

—Si. Soy Miranda. ¡Un gusto en conocerla!

—¡El gusto es mío querida! Gracias por preguntar por mis hijos. Verás, Carla entró a la universidad así que ahora esta dedicada al estudio. Quiere ser arquitecta.

—¿Ella está estudiando en la BUAP?

Asintió.

—Si. También vive allí.

Sonreí. Me daba gusto por ella.

—¡Dele mis saludos cuando la vea!

—Por supuesto. Y en el caso de Manuel, pues ahora está trabajando en Zacatlán. ¿Supiste que va a ser papá?

Mentí.

—No sabía.

—Pues si hija. Se había juntado con una chica, una compañera de clase. Mi esposo y yo decidimos que lo mejor era que ellos se casarán. Así que ellos se casaron el mes pasado y ahora están esperando un bebé.

Recordar mi enamoramiento fugaz con Manuel me hizo sentir un poco herida. ¡Necesitaba superar aquellos sentimientos! Admito que aún me dolía escuchar su nombre.

—¡De mis felicitaciones a Manuel! Dígale que se esfuerce demasiado por cuidar de su familia.

Me marché al instante, no podía seguir allí.

Era muy curiosa la forma en que cambia la vida. Todo va tomando su pasó y las personas vamos eligiendo nuestro destino. Un día me enamoré de una persona que no me correspondía y terminé sufriendo por aquel corazón fugaz. Hoy mi corazón se siente chistoso. Es como si estuviera molesta y furiosa, pero al mismo tiempo también estoy triste y tengo ganas de llorar. Emilio había sido muy cruel conmigo y eso me dolió. ¿Pero que se creía? Después de todo yo había decidido escapar para poder estar lejos de mi padre adoptivo y del tío Tom. ¡No quería seguir con ellos en una vida llena de dolor! Además no iba a permitir que papá se casará con Elena. ¡Que canijos!

Resulta que un día un hombre finge muy bien sus sentimientos hacia una joven inocente. Para ella él lo era todo. Por eso estuvo dispuesta a hacerle promesas y se esforzó muchísimo por cumplir con aquellas. Pero el tiempo se encargo de revelar la verdad y la joven termino atada a un hombre despreciable que solamente la quería por todo el dinero que ella podía ofrecerle. ¡Ella era de una familia adinerada! Él era pobre y codicioso. ¿Te imaginas vivir atada a una vida de mentiras y silencio? Por alguna razón ella estuvo dispuesta a aguantar todo eso. La joven se convirtió en madre. El bebé murió. Ella le lloro demasiado y la depresión casi le cuesta la vida. Aún así nunca dejo de pelear y aguanto aquello. Su mejor amiga perdió la vida mientras daba a luz y aquella bebé necesitaba una madre. Sandra sería la nueva madre de esa pequeña y por lógica su padre adoptivo sería aquel hombre despreciable que tiene el nombre de Miguel. El tiempo pasó, la niña creció y el ambiente no fue el mejor. Un hogar divido. Discusiones. Problemas. Soledad. Tristezas. Falta de atención. Abuso sexual. Autolesiones. Mucha depresión. ¿Cómo fue capaz de aguantar tanto está muchachita? Resultaba ser que el vecino se convirtió en su mejor amigo y ese chico fue su sostén emocional aún en los momentos más difíciles de su vida. ¡Él siempre estuvo con ella y le brindo la ayuda necesaria!

Hoy ese chico se molestó con ella. Ella se sintió muy herida y prefirió romper aquel vínculo con él.

¡Hoy decidí romper mi amistad con Emilio! ¿Me apresure demasiado?

Más populares

Comments

Bella Maldonado Beltran

Bella Maldonado Beltran

que pena creo que tomastes la decisión equivocada .mo debistes terminar una amistad de años tan apreduradamente .me da dolor por emilio el no es malo solo es un enamorado y celoso chiconque tiene miedo perderte .ojala no te arrepientas

2024-03-30

2

Rocio Loayza Ruiz

Rocio Loayza Ruiz

sí te apresuraste demasiado 😭😭😭💔💔💔

2023-10-20

0

Edith Meraz

Edith Meraz

POBRECITO EMILIO

2023-08-30

0

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play