^^^Charlotte Evans.^^^
Suspiré, mientras me recostaba en la silla ejecutiva, y su vez cerré los ojos. Había sido un día muy pesado; desde el momento que salí de la oficina de Farid, tuvimos una reunión en la cual nos especificaban lo que el señor Gagnon requería hasta lo que no, al parecer él tenía ciertas molestias de que se le asignará seguridad y que estuvieran siguiéndole siempre, y bueno, para lo que me importaba si le molestaba o no, ya que yo todavía traía esa molestia atorada en mi garganta, no podía borrar de mi mente como intentaron hacerme de menos, pero para mí desgracia llegué tarde, debía comportarme y no tenía que ser altanera, no podía sacar a relucir mi verdadera personalidad. A parte, iba a ser muy poco profesional.
Mi estómago ya me empezaba a rugir, no había tenido tiempo para almorzar, y ya eran casi las cinco de la tarde. Me la pasé encerrada asegurándome de que todas las cámaras que recién habíamos instalado estuvieran perfectamente colocadas, no podía darme el lujo de que algo se me pasará por alto, aunque el único lugar que no tenía cámaras era el despacho de Farid, ya que se rehusó a que se le instalarán. Supongo que tenía sus razones, pero por otra parte era algo malo, ya que no dejaba que hiciéramos nuestro trabajo correctamente.
Ahora solo quedaba asegurarnos de que su casa y sus autos tuviesen la misma seguridad, aunque de eso ya sé estaban haciendo cargo, por lo tanto, a mi lo único que me tocaba hacer era corroborar de que todo marchará correctamente.
Mi pensamientos se vieron interrumpidos cuando sentí que alguien picaba mi frente, al abrir mis ojos, me fijé en la mirada azulada de Iker, rápidamente me incorporé, girándome en su dirección. Su rostro portaba una sonrisa tímida, pero su mirada brillaba. En sus manos cargaba dos bolsas, que parecían ser de comida, ya que el olor rápidamente penetró en mis fosas nasales.
Mi estómago volvió a rugir.
—¿Necesita algo?—cuestioné.
Negó con su cabeza.
—Yo...yo te traje comida, supe de qué estuvo todo el día aquí...—ahora su sonrisa era titubeante. Me parecía un tanto adorable—y consideré en traerle una hamburguesa. Realmente ahora mismo me siento nervioso, ya que no sé si sea de su agrado o no sé si usted come carne o...
—No se preocupe, es muy amable de su parte. De hecho me gustan las hamburguesas y no soy vegetariana. Gracias—le sonreí, recibiendo la bolsa que me entregaba, a su vez él daba un suspiro de alivio.
—No quería ofenderle. ¡Ay! ya hasta empezaba a sudar.
Reí.
—No tiene porque preocuparse—dije, levantándome de la silla.
—¿No comerá aquí?—preguntó, con curiosidad.
Observé a mi alrededor. No era un lugar tan espacioso, no podía comer aquí con tanto aparato electrónico, luego estaba el olor escandaloso de la comida que sin duda iba a quedar impregnado en el lugar.
—No creó que sea buena idea. Es mejor que coma en el comedor —observé la bolsa que Iker tenía en sus manos—. ¿Quiere comer conmigo?
El castaño asintió, emocionado.
Mientras salíamos del lugar, tenía que dejar a uno de mis compañeros vigilando las cámaras así que con mi PTT over Cellular, les notifiqué que requería asistencia en la sala de vigilancia.
Ya una vez que nos encontrábamos con Iker dentro del elevador, lo analice un poco, era un tanto menos alto que Farid, su contextura era delgada, tenía rasgos un tanto afilados y su rostro todavía reflejaba juventud. Me intrigaba mucho conocer al padre de estos dos; ya lo había visto por fotos, pero sin duda las fotografías no hacían justicia.
Iker se movía con mucha confianza mientras caminábamos hacía el comedor, los pocos empleados que se encontraban en este lo veían con mucha curiosidad, parecían estar sorprendidos de verlo.
Una vez, que ya nos encontrábamos situados en una de las mesas, no dudamos en empezar a sacar nuestras hamburguesas.
—No traje las bebidas, ¿Qué tipo de bebida quiere? Yo invitó—dijo, poniéndose de pie.
—Una coca cola, me vendría bien y no es necesario que pagué; de las bebidas me encargó yo—lo vi con intenciones de negarse, pero lo señalé acusadora—. No acepto un no por respuesta —me saqué el dinero de mi bolsillo y se lo entregué.
Asintió, sonriendo, a su vez se dio la vuelta para dirigirse por las bebidas.
Mi estómago estaba rugiendo como loco. Estaba muriéndome de hambre, pero no me parecía correcto empezar sin Iker, así que para distraerme saqué mi celular y revise mis mensajes, me dirigí al que más me importaba en este momento, y era el de Elena. Me había enviando seis fotografías de Gael, donde se encontraba comiendo, viendo la televisión, bañándose y jugando. Sonreí enternecida. No podía creer, lo rápido que crecía, me sentía muy feliz, pero a la vez tan triste.
Un carraspeó llamó mi atención. Levanté mi mirada para toparme con la de Iker, quien sonreía divertido, mientras me pasaba la gaseosa.
—Gracias—dije, tomando un poco de mi refresco.
—De nada—respondió, su mirada se fue a mi celular. —. ¿Y ese bebé? —si expresión cambió a una sorpresa. Una risa nerviosa salió de su boca, mientras negaba—. No tiene que responder, lo siento mucho. A veces soy un poco curioso. Por no decir que mucho.
—No se preocupe, es mi hijo, Gael—le di la vuelta a mi celular para mostrárselo, su mirada pasaba de mí, a la pantalla de mi celular. Se lo que pasaba por su mente, pero enarqué una ceja, tenía curiosidad por saber que diría—. ¿Sucede algo?
Negó lentamente, pero por la expresión de su rostro podría decir que tenía muchas preguntas pasando por su cabeza. Iker parecía ser muy transparente.
—Bueno...—dijo, dubitativo, pero volvió a negar—. Creó que deberíamos empezar a comer. Las hamburguesas se pondrán heladas, si es que ya no lo están.
Se apresuró a abrir su empaque. Esbocé una sonrisa por su acción, porque yo empecé hacerlo más calmada, a pesar de que podría comerme una vaca entera.
Le di mi primer mordisco a la hamburguesa, y no pude reprimir el gemido de satisfacción que salió de mi garganta, sabía realmente deliciosa. Una hamburguesa doble carne, con el aderezo suficiente. Si mis papilas gustativas no me engañaban, este era un pan de papa, estaba muy suave.
—¿Está muy buena, cierto?—cuestionó.
Odiaba hablar mientras comía, así que asentí frenéticamente, sintiéndome realmente emocionada por el sabor de la hamburguesa.
No dijimos ninguna palabra más, mientras comíamos, pero luego de terminar nuestras respectivas hamburguesas tuvimos una plática amena, donde charlamos un poco de nuestras vidas.
—¿Entonces no le gusta la gelatina?—pregunté, sin poder creerlo.
—No, desde la vez que casi me atragantó con una, decidí ya no comer más—llevó un poco de refresco a su boca—. ¿Sabe qué fue lo peor de todo?—la indignación, era evidente en su voz.
—¿Qué fue lo peor?
—Mientras yo me atragantaba, Farid solo me observaba y se burlaba de mí—dijo, frunció sus labios—si lo pienso bien, él es un terrible hermano mayor—una sonrisa divertida se dibujó en su rostro—pero dejando a un lado las cosas feas, ¿Cuántos años tiene usted?
—Tengo veintiocho años.
Me observó sorprendido y asintió, pensativo.
—Charlotte, ¿usted considera que alguien mayor que yo, pueda fijarse en mí?
Lo observé sorprendida ante su pregunta. Realmente esperaba que no se estuviera yendo por otros rumbos.
—Honestamente, lo dudo —su mirada estaba fija en mí, reflejaba mucho interés y un poco de decepción—no creó que puedan congeniar bien en plan amoroso. Pienso que hay una diferencia abismal en mentalidad.
—No creó pensar como un niño...
—No consideró que usted sea el caso, pero tampoco creó que este bien que usted salga con una persona mayor, cuando tu sólo tienes veintitrés años. Puedes estar con alguien de tu edad.
Iker resopló en desacuerdo.
—Los de mi edad son aburridos. A parte la mayoría solo son unos malditos interesados—apoyó sus codos en la mesa y me observó fijamente, su mirada era intensa—. ¿Usted es madre soltera?
—Sí, ¿por qué?—pregunté, sería.
—Curiosidad —una sonrisa ladeada, surco sus labios.
—Ya veo, cada vez compruebo que realmente es muy curioso.
—¿Le molesta eso?
—No, mientras no sobrepases los límites.
—¿Odia a las personas intensas?
Me crucé de brazos.
—Así es.
—Bueno...—al parece iba a seguir hablando, pero su mirada se había desviado y una mueca de desagrado se formó en su rostro.
Cerré mis ojos por unos breves segundos, cuando un aroma varonil llenó mis fosas nasales, y de soslayo observé que tomaba asiento a mí lado.
—¿Y esto?—inquirio, burlón—. ¿Una cita romántica en horas de trabajo?
—No te importa, a parte solo tenía una charla amena con la señorita Charlotte, hasta que llegaste.
Una risa burlesca brotó de Farid. Estiró su brazo para acariciarle o más bien despeinar a Iker. El enojo se pintaba en la facciones del menor.
—Tú te quieres ligar a la señorita Charlotte—dijo socarrón Farid.
—No es de tu incumbencia—Iker tenso su mandíbula.
—No la distraigas ella trabaja para mí.
—Tú ni querías guardaespaldas, señor perfección, a demás la invité a comer porque ella ni siquiera había comido. Ten un poco de empatía por tus empleados.
Podía sentir la mirada penetrante de Farid a mi costado.
—¿Por qué no había comido señorita Charlotte?
—Como jefa del cuerpo de seguridad, necesito que las cosas marchen perfecto y las cámaras de seguridad eran mi prioridad —me giré un poco para verle, sintiendo un pequeño estremecimiento en mi cuerpo. Su mirada me parecía intensa,a pesar de que su cercanía era un poco intimidante mi cara no reflejaba lo que estaba sintiendo por tenerlo así de cerca.
—¿Le importa más el bienestar de su cliente, que su propia salud?
—Mi trabajo lo tomó muy personal señor, suelo rebasar los límites y me olvidó que también tengo necesidades.
Llevó su mano a su barbilla y la acarició pensativo.
—No quiero que rebase ese límite—recriminó serio—. Es más, a usted la que quiero cerca mío; todavía tengo mis dudas.
Enarqué mi ceja.
—¿Disculpe?—yo solía encargarme del cuarto de seguridad, pero tampoco me molestaba estar pegada como garrapata a Farid, pero que me dijera que todavía tenía sus dudas, me encendía la sangre.
—Sí, todavía tengo mis dudas...—repitió pensativo.
—Señor Gagnon, creo que ya hablamos acerca de eso —hice mis manos en puños. Estaba haciendo un gran esfuerzo con contenerme.
—Sí, pero déjeme tener el beneficio de la duda—una sonrisa mezquina se extendió por su labios.
—No me gusta eso señor Gagnon, no tiene porque dudar de mí.
Su mirada se paseó por mi rostro, mientras asentía.
—Ya veremos.
Iker carraspeo y observé la diversión que se dibujaba en su rostro.
—Es mejor que te encargues de tu prometida, la huesos—la diversión se reflejaba en su voz, y como la curiosidad, me movía, no dudé en girarme para darme cuenta de lo que hablaba.
Makenna, hacía acto de presencia con otro vestido; este era blanco corto con un gran escote, dejando a la vista un poco del valle de sus pechos, pero lo que más me impresionó era su delgadez, era casi extrema. Yo no era ningún nutricionista, pero ¿las modelos necesitan ser así de delgadas o era simplemente genética? En el centro de su pecho podría notar que se le marcaba un poco los huesos al igual que sus clavículas eran muy evidentes.
—No digas ese tipo de comentarios, cuando ella este cerca—habló entre dientes Farid.
—Entonces, no te metas con la señorita Charlotte—refutó.
Me sorprendí al ver lo infantil que se comportaban ambos, ya que una guerra de miradas se había desatado entre ambos, mientras se susurraban groserías.
—Buenas tardes —saludó, a lo que respondimos al unísono—. Amorcito, ¿Ya nos vamos?—mi mirada choco con la de Makenna, quién me sonrió amable, a lo que la imite.
—Pídele a uno de los guardaespaldas que te lleven, tengo asuntos que atender aquí —el tono de voz de Farid era duro. ¿De verdad ella estaba con este hombre?. Esto era muy incómodo.
Makenna frunció sus labios, molesta.
—¿Puede llevarme ella? —su voz sonaba entrecortada.
Mi mirada pasó de Makenna a Farid.
—No, no puede —Farid puso su mano en mi rodilla, haciendo que me tensará—. ¿Puede notificarle a algún guardaespaldas de que llevé a Makenna?
Asentí, sintiéndome descolocada.
—A la orden—acerqué el aparato para poder notificarles, pero me vi interrumpida.
—No te preocupes, no le avises a nadie me iré en taxi. Nos vemos—le dio una mirada de reproche a Farid y salió.
Moví mi pierna para quitar la mano de Farid, me levanté del lugar.
—Muchas gracias por la comida Iker, la disfruté demasiado. Tengo que retirarme, iré a comprobar que todo esté marchando bien con las cámaras.
—No es nada, señorita Charlotte—dijo sonriente.
La mano de Farid tomó con sutileza mi muñeca.
—Le dije que la quiero cerca de mí, siempre—mis labios se volvieron en una tensa línea—. Además, tengo entendido que deben ir a mi casa a verificar las cámaras.
Agarré su mano que sostenía mi muñeca.
—Señor Gagnon, yo tengo un turno de trabajo de seis a seis. Hugo Wills se hará cargo de la seguridad de su hogar, y yo iré en la mañana a verificar de que todo esté bien.
—No me agrada esa idea—reprochó Farid.
—Así nos manejamos. No tiene de que preocuparse, todo irá bien.
Bufó y se cruzó de brazos.
—Sigo teniendo mis dudas.
—Espero y sus dudas se empiecen a esfumar. No somos cualquier empresa de seguridad, señor. Espero y tenga muy en claro que nosotros tomamos nuestro trabajo con seriedad. Con su permiso, paso a retirarme.
Con eso dicho, empecé a caminar con paso firmé, y a su vez me percaté que los chicos ya empezaban a ser las sombras del señor Gagnon.
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Comments
Yahelda Lugo
Esta interesante diferente la trama me gusta
2023-10-11
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