Posesivo

Valentina mantiene firme su mirada, y Kelly sale de la oficina, fue salvada por la campana.

Alexander al estar frente a ella no pudo evitar profundizar su mirada.

—te explicó señora Williams, está empresa es manejada por tu señor esposo, trabajarás aquí, pero yo tendré el mando, no puedes hacerme quedar como un imbécil, si yo doy una orden ¡se cumple! ¿Quieres trabajar? Muy fácil, ¡aquí el jefe soy yo!— la expresión de Alexander es relajada, el ingresa sus manos en los bolsillos del pantalón y literal, se ve demasiado guapísimo

Valentina se cruza de brazos, y luego arquea una ceja —¿Cual sera mi área de trabajo?

—ser mi asistente— respondió él de inmediato

—no, para eso tienes Kelly

—el trabajo de la constructora es muy pasado ¿No que tienes mucha compasión con Kelly? Las dos trabajarán para mi

—estare más al frente de los negocios también

—me parece perfecto— sonríe malicioso, por lo Valentina tiene el presentimiento de que este quiere hacer algo en su contra

Tocan la puerta.

—adelante— ordena Alexander sin dejar de mirar a Valentina a los ojos

—buenos días señor Williams, ¿Nos vamos ya para la reunión?— pregunta él señor Gutenberg

Valentina no olvida esa voz, en si estaba avergonzada por lo que pasó la última vez.

Ella lo voltea a mirar.

—buenos... Días señora Williams— la saluda muy cordial Gutenberg

—señor, un placer volverlo a ver— sonríe ella dulcemente y Alexander frunce el ceño

—¿Qué le trae por aquí?— pregunto curioso, por lo que pasó la hace días

—¡Es mi esposa! ¿No es evidente que viene a verme?— Alexander Williams se sulfura

—trabaje aquí señor Gutenberg, ¿Me puede regalar unos minutos de su tiempo?— Valentina puede sentir la intensa mirada de Alexander

—por supuesto señora Williams

—¡Aquí se viene a trabajar! ¡Así que nos vamos!— ordena Alexander irritable

—salgamos un momento a fuera por favor— Valentina sale de la oficina, sin importarle lo que Alexander ha dicho

Gutenberg sin mirar a Alexander, sale trás ella, y aunque está casada, se maldice mentalmente por haber tenido un pensamiento impuro hacia ella.

Ambos se van al rincón del pasillo.

—quiero pedirte disculpas por lo que sucedido

—no lo hagas, disfrute de su presencia señora Williams

—solo... Valentina por favor

Él sonríe muy seductor.

—usted... Esta reluciente hoy

—gracias— se sonroja ella por el halago

—¡Nos vamos!— ordena Alexander, el cual no pudo esperar más y salio de la oficina

Valentina se acerca a Alexander con una gran sonrisa.

—voy con usted señor Williams— interviene Valentina

—cielo, deja tus formalidades conmigo— la toma él de la mano, pero Valentina se quiere soltar de su agarre, y Alexander no lo permite

Felipe Gutenberg, es ingeniero civil; encargado de atender a los clientes de la constructora, y diseñar; ya sea edificios, mansiones, negocios. Él se encarga tambien de darles una lista sobre los gastos de material, los cuales lo vende la empresa, así que hace un excelente trabajo.

Felipe se mantiene en silencio y luego salen de la empresa para dirigirse a tal reunión que si se lleva acabo, será beneficioso para la constructora.

Estando en el auto, el chófer los lleva al punto de encuentro y Valentina está en medio de los dos hombres, ella cruza sus piernas, y si que son largas, definidas y rellenitas.

Alexander no le agrada, por lo que coloca su mano en la pierna de Valentina y da una leve caricia, ella retira su mano, y luego este agarra su rostro para atraerla a él.

—sueltame— susurra ella, le da pena con Felipe

—estas muy linda hoy querida esposa, no sabes las ganas que tengo de hacerte mía— su vos gruesa y sexi, aceleró el pobre corazón de Valentina

Ella se suelta de su agarre.

—¡No pretendas besarme! ¡Hace poco besaste a tu amante! ¡Que asco!— Valentina mantiene su seriedad

Alexander acomoda su corbata, no penso que ella fuera a decirlo.

Valentina para no crear el mal ambiente, le hace conversación a Felipe, es muy fluida enojando a un mas a Alexander.

Al llegar a la dichosa reunión, Valentía es el centro de atención, la hermosa mujer Curvy es presa para los tres empresarios que esperan.

Al llegar a la mesa, los hombres se saludan, y antes de que Valentina se presente —mi esposa, la señora Williams, asiste a esta reunión porque es mi asistente— le acomoda la silla muy caballeroso Alexander y ella toma asiento

—un placer— Valentina se sienta muy educada, cuando Alexander tomo asiento, de una vez agarro la mano de Valentina, por lo que Felipe piensa en lo celoso que está Alexander

Felipe inicia la reunión, debido a que él es el que debe prácticamente hablar sobre el material de calidad, que los empresarios van a adquirir para su nuevo proyecto de los cuales los tres son socios.

Y Alexander, debe concretar el precio, firmar, y garantizar la calidad del material.

Valentina presta suma atención, para así, aprender y desenvolverse en esa área, quiere demostrarle a Alexander, la capacidad que ella tiene para los negocios, lo único que ella hace, es recalcar los apuntes más importantes en su pequeña libreta y mantener silencio mientras analiza a todos los hombre, le sorprende la capacidad que tiene Felipe para su trabajo, pero le llama mucho la atención, en como Alexander Williams le mete amor a su trabajo, ya que habla con fluidez, educado, pero también prepotente.

Y lo más sorprendente es que no le suelta la mano para nada, y eso le incomda a Valentina.

Cuando estuvieron apunto de cerrar el negocio con la firma.

—les pido un permiso señores— se coloca ella de pie, pero Alexander aún le sostiene la mano

—¿A donde vas mi amor?— pregunto él muy cariñoso

—al baño ¿Puedes soltarme por favor?— pidió ella entre dientes

—señores, no me tardo— se coloca Alexander de pié —te acompaño cielo, no quiero que te me pierdas luego— sonríe este malicioso

Valentina le dio una mirada escalofriante.

Pero aún así, empezó caminar con él y cuando ella llegó al área se suelta de su agarre.

—¿Cual es tu maldito problema?— bufó ella por lo posesivo que está

—¿No era que querías que te amará? ¡Entonces no te quejes!

Ella pasa saliva, pero no quiere discutir, al ingresar al casillero del baño, Valentina se siente acorralada —¡No te quiero ver cerca de Gutenberg— la sentencia Alexander susurrándole al oído

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