5.

Bley abrió sus ojos de manera lenta. Miró sus manos, se sentó en la cama mirando a todos lados y tragó saliva porque todo se seguía reviviendo en su cabeza.

Soltó un suspiro verificando su habitación y cerró sus ojos porque tenía más que claro que no iba a ser capaz de olvidar aquello con tanta rapidez o sencillez. Nadie sería capaz de olvidarlo de un día a otro y pensó en ir al médico, en obtener algunos medicamentos para dormir tranquilo y más.

Se puso de pie y decidió bajar. En el camino se encontró con algunas sirvientas que saludo de manera amable.

Al llegar abajo, fue que escuchó voces. No le sorprendió mucho, pues su padre cuando estaba en casa siempre tenía reuniones, invitaba personas a jugar póker y más cosas sin importar que fuera día o noche.

Avanzó hasta la cocina para beber un poco de agua y fue regresando con aquello en un vaso. Soltó un suspiro para regresar su habitación y poder vestirse para ir al médico. No quería quedarse con eso atacando su cabeza todos los días. No le gustaba mucho el tener que dormir solo y, los sonidos de los disparos, seguían repitiéndose en su cabeza una y otra vez.

—Bley.

Se detuvo cuando su padre le habló. Caminó para salir al pasillo y le hizo un gesto para que se acercara.

Dudo unos segundos, pero lo terminó haciendo. Vio algunos de los hombres que siempre estaban vigilando el área. Estaban esperando alguna orden sin hacer ni un solo ruido, con sus manos juntas adelante y sus espaldas rectas. Dio unos pasos dentro siguiendo a su padre cuando vio a alguien más que los guardias estaban ocultando por estar juntos.

Se quedó parado unos segundos porque lo reconocía más que bien. Lo vio tan alto como lo recordaba, con su cabello pelirrojo intenso, sus brazos llenos de tatuajes y ese porte imponente. No lo miró en ningún segundo, nada más estaba mirando al frente.

—¿Es quién te ayudó? —preguntó el padre.

Bley tragó saliva porque incluso se veía más alto que la otra vez. Y, conforme lo fue mirando, se fue dando cuenta de que, en la ocasión de los disparos, no era la primera vez que lo había visto. Su cabeza le tiró un recuerdo de un choque de alguna vez y pestañeó un par de veces sintiéndose confundido por no saber si era verdad o no, pues, aquella vez que recordaba, tenía el pensamiento de que había visto a alguien diferente.

Lo examinó por unos segundos hasta que el pelirrojo le dio una mirada seria, fría y sin la más mínima emoción.

Y fue más claro.

Todo pasó por su cabeza porque esa vez iba a una función que tenía que dar. Iba en el auto con sus guardaespaldas cuando, de la nada, habían atropellado a alguien. No había sido algo grave, pero sí había visto grave a la persona accidentada. Y, a pesar de la sangre que tenía en su rostro, las heridas que habían en su cuerpo, recordaba que lo había visto como una persona totalmente diferente a como ahora se veía.

Pensó qué, aquella persona del accidente, había sido alguien dócil, mas no la que tenía ahora frente a sus ojos porque gritaba peligro de todos lados.

—Bley, responde de una maldita vez —exigió el hombre.

Miró a su padre para verlo molesto y simplemente asintió.

—Bien, mi hijo dijo que fuiste capaz de protegerlo cuando, sus inservibles guardaespaldas no lo fueron. ¿Trabajas en algo? —preguntó.

—Soy guardia en un supermercado.

—Y, ¿dónde aprendiste a usar un arma? O, ¿dónde estabas antes? Tienes pinta de haber estado en la policía —inquirió subiendo sus pies al escritorio demostrando que era el único que mandaba en aquel lugar.

—Estuve en la milicia también —contesto sin mayor esfuerzo y sin costarle ningún esfuerzo a pesar de que estaba mintiendo. A pesar de que, todo lo que podían salir de sus labios, eran simples mentiras.

—Y, ¿cómo te llamas?

Hubo un silencio enorme.

Bley esperó a que respondiera con paciencia. La curiosidad le había bajado en creces por oír su nombre, así que lo miró. No se veía nervioso, preocupado, angustiado o confundido porque lo hubieran llevado a ese sitio. Se notaba en su rostro que le daba todo igual.

—Maverick —respondió con voz clara, fuerte y lentamente mirando al hombre que le parecía ridículo, al igual que todos los demás guardias que estaban detrás de él o vigilando el área de la casa.

Y, el oír su nombre, fue otro motivo para el Omega el asumir que era quién había ayudado aquella vez, pero que, a la misma vez, se veían personas muy diferentes o, más bien, personalidades diferentes.

Estaba parado nada más esperando que le dieran la respuesta esperada para seguir con el plan que le habían mandado a hacer. Y, al ver que el padre del chico era demasiado estúpido, imaginó que no le iba a tomar mucho esfuerzo. No le vio dificultad a nada y tampoco pensó en que alguien le iba a complicar las cosas a mitad de camino.

No repasaba mucho el plan porque era simple para él: entrar a la mansión, ganarse la confianza del chico, sacar la clave de la caja fuerte, tomar lo que había dentro y matarlos.

—Ya veo. Quiero que te quedes aquí, ¿cuánto te pagan en tu trabajo?

—Ochocientos mil.

—Te pagaré dos millones si aceptas ser el guardaespaldas de mi hijo.

El Omega le dio una breve mirada para verificar si realmente había dicho eso o no. No esperaba algo como eso en lo más mínimo. Notó que su padre tenía un rostro lleno de diversión, pero él no le veía mucha diversión al asunto. No encontraba que fuera tan simple como entregarle dinero y que fuera aceptar, pues todos debían pasar por diferentes pruebas que le hacían para poder saber si poseían todo lo necesario para guardaespaldas.

—Papá, ¿qué estás haciendo?

—¿No querías que le agradezca? Bueno, le vamos a agradecer pagándole mientras trabaja para cuidar tu tonta vida. Si ya no tienes nada que aportar, vete de aquí. Ya lo reconociste y no me importa nada más. ¿No tienes clases? Sigue practicando sin parar y no regreses hasta que te sangren los pies.

Pestañeó un par de veces y lo vio mientras estaba sentado en la silla cómodamente como si nada malo hubiera dicho. Ya había perdido la cuenta de cuantas veces le había dicho algo como eso. Siempre le exigía y le exigía sin parar.

No dejaba que se detenga hasta que no pudiera más y lo viera tirado en el suelo.

Solo salió sin mirar atrás, pero el pelirrojo lo siguió con la mirada viendo como su cabello rubio caía sobre su espalda y que, fácilmente, se podía comparar con el oro. No le parecía conocido en lo más mínimo porque Maverick nunca lo había visto, quien lo había hecho, había sido Alay y, la diferencia era mucha.

Desapareció al salir y luego miró al hombre detrás del escritorio que tenía una mirada demasiado divertida. Lo estaba observando como si hubiera encontrado algo más que magnífico sin imaginar nada más.

—Entonces, ¿aceptas?

—Me temo que no es lo mío —dijo con naturalidad.

—Aquí, todos los seleccionados, pasan por unas pruebas donde se verifican sus habilidades y que capacidades tienen para desempeñar en cualquiera posible eventualidad. Algunos siempre andan conmigo, los mejores sin duda alguna. Tú te quedarías con mi hijo. Creo que, para él, es mejor que tenga uno excelente a diez inservibles.

—¿Por qué querría que cuide a su hijo?

—Si quieres puedo subir el monto a cinco millones. El dinero no es problema.

Y para el pelirrojo el dinero tampoco formaba un problema porque era lo que menos le importaba. Nada más estaba esperando el momento perfecto para aceptar y hacer su trabajo a la perfección.

—No sé que espera de mí, pero ser guardaespaldas no es lo mío. Pienso que es mejor que le asigne de los que ya tiene.

El hombre negó y soltó un suspiro.

—Ahora mismo solo te quiero a ti. Haz la prueba y, si no eres capacitado para ello, simplemente te vas. Te pagaré la semana que toma el realizar todos los exámenes físicos, psicológicos, de sangre y orina.

Bingo.

No dijo nada por unos segundos y el padre no vio ninguna reacción en su rostro de que quisiera aceptar. Su rostro siempre estaba en neutro manteniendo demasiado lejos y casi extintas sus emociones.

—De acuerdo, pero no le garantizo absolutamente nada. Salvé a su hijo por simple amabilidad, nada más.

—¡Perfecto! Uno de mis hombres te llevará para que comencemos hoy mismo y no pierdas tanto tiempo. Descuida, de seguro que todo será sencillo para ti. Te notas fuerte y bastante inteligente y, claro, proteger a mi hijo no es la gran cosa. Solo quiero evitar que se forme lo de hace unos días porque arruinan mis mañanas como no te imaginas.

Asintió y desvió su mirada mirando por toda la habitación, pero nada había. No había ninguna caja fuerte e imaginó que la tendría en otra habitación.

Al seguir mirando, chocó miradas con uno de los guardias y nada más miro a donde le indicaban que debían ir.

Más populares

Comments

Holi! Estoy pasándola increíble porque pienso que esta historia será de mis favoritas 😍❤️

2024-06-24

6

Lo único bueno que hizo este señor 😤😤😤

2024-06-24

2

Te vas a ganar más que sólo la confianza del chico 😏🤭😉🤫🔥

2024-06-24

2

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play