Antes de que este entrara por completo a la habitación del paciente, Laury materializó una larga cadena que envolvió su cuerpo completo sacándolo del lugar, para luego formar una barrera que protegiera al paciente 309. Obligó al médico a subir las escaleras hasta llegar al techo, donde se encontraba un inmenso jardín elevado. Lo llevó hasta una de las zonas más desoladas y tiró con fuerza contra el suelo.
—¡Maldita!—dijo torciéndose del dolor—¡¿Cómo te atreves a tocarme?!
Empezó a gritar hasta que se quedó callado ante la mirada de terror que le transmitía la paladín, haciendo que se congelara del miedo.
—Dame una razón para no matarte por lo todo lo que has hecho—se agachó empezando a revisar sus bolsillo encontrándose una jeringa, haciendo un poco de presión para sacar una pequeña gota del líquido dentro y probarla—no solo haces que una enfermera intente abusar físicamente de uno de los pacientes de la clínica, sino que has intentado inyectarle veneno para ratas a otro que está en coma.
—No te tengo miedo—sonrió pese al miedo que tenía—el dios Ápate me protege.
Aquella respuesta sorprendió en gran medida a Laury, la cual no esperaba que ya el dios se estuviera moviendo para matar a todos aquellos que pudieran ser una amenaza para él. Sin embargo, al estar involucrado este lo más probable es que se le unieran los demás dioses que lo apoyaban.
—Bien, no tienes que tenerme miedo—dijo acercando la jeringa a la vena yugular del hombre—me pregunto si Ápate te protegerá del veneno para ratas. ¿Cuánto demorará para entrar en tu sistema, justo en una de las venas principales?
—¡NO LO HAGAS!—gritó orinándose encima—hablaré, hablaré.
Lo primero que reveló fue que un miembro del batallón donde asistía el mayor le había dado dinero para sabotear su carrera, creando un escándalo con una enfermera de la clínica. Luego, recibió otro encargado por parte de la hija del líder de la familia Calderón, el cual le había pedido matar a ese chico. No sabía las razones exactas, pero como andaba falto de dinero empezaba a hacer encargados de familiares que querían fuera del mapa a los pacientes.
—¿Y qué tiene que ver Ápate con todo esto?—preguntó conteniendo su ira, como antigua curandera mágica, se avergonzaba por completo de todos los miembros del personal de la salud que se vendían a costa de las vidas ajenas—y más te vale ser sincero, o de lo contrario desearás estar muerto ante lo que voy a hacerte.
—Cuando inicie con mi segundo trabajo—el cinismo era muy grande en ese hombre, quién creía que era un trabajo lastimar a inocentes—el dios se me apareció una noche y me brindó una serie de runas malditas en hojas comestibles, las cuales diluía en las personas para que estas la bebieran. Lo hice con el mayor con su té y lo hice con el paciente 309 con los sueros que le inyectábamos. No sé qué hacían realmente, pero si los debilitaba a tal punto que la mayoría comenzó a presentar síntomas de anemia.
Laury entrecerró los ojos, analizando la información. Siendo ese el caso, entonces cada víctima de ese médico era un posible portador del poder del Caos y como era una energía que solo los humanos podían manejar, capaz de rivalizar con el poder de un dios, entonces Ápate estaba matando a sus futuros enemigos, antes que ellos pudieran saberlo.
—Órale a tu dios para que te salve de lo que te espera—respondió fría y contundente.
—¡No!—gritó lleno de pánico—ya te dije todo, por favor... déjame ir.
—¿Y quién te dijo que sería yo tu juez?—contestó con una sonrisa.
De las sombras, un joven moreno, con cabello negro y ojos rojos, se acercaba con paso contundente. Este hizo que el médico, aun encadenado, lo mirara antes de asestarle una patada en su cara dejándolo inconsciente de inmediato.
—Aión, dile a Aletheia que duraré varios días fuera de la torre—respondió con los ojos cerrados, aún le dolía la cabeza producto de la toxina—debo investigar el asunto del paciente 309 y de paso me casaré con Kristoff.
—Espero que disfrutes tu luna de miel—dijo el dios con una sonrisa socarrona, antes de desaparecer con el cuerpo del médico en sus hombros.
La paladín intentó ignorar las palabras del dios, sabiendo lo mucho que le encantaba molestarla. Se agachó para recoger la placa que se le había caído al médico, conociendo así el nombre de este.
—Doctor Johnson—soltó una risa que transmitía indignación—ya ni siquiera se puede confiar en los doctores designados.
Guardó la placa para evitar cualquier sospecha y comenzó a bajar hasta llegar a la habitación del primer general, para observarlo un poco. Le dolía ver el estado de aquel joven, pálido y cuyo rubio cabello había perdido su esplendor. Aquella imagen le hizo recordar mucho sus últimos días, llena de sondas y sin energía tan siquiera para ir al baño.
Pensó en lo que el doctor le había dicho, en como la hija de la familia Calderón estaba involucrada. En definitiva debería hacer una visita a esa mujer, aunque sabía que no sería sencillo porque la seguridad era muy alta en una de las familias más poderosas de toda la ciudad.
Suspiró para luego salir de inmediato de la clínica, rumbo a un pequeño apartamento que había alquilado en una residencia cercana con el fin de pasar la noche allí cuando no pudiera ir a la torre mágica. Sin embargo, lo que jamás pensó fue que a medio camino, muy cerca del centro, se encontraría con el capitán Emerson el cual se acercaba a caballo hasta ella.
—Lady Laury, buenas noches—hizo una pequeña reverencia después de bajar del caballo—justo iba rumbo a la clínica en su búsqueda, el mayor la necesita.
Sin esperar un segundo más se subió junto a Emerson en el caballo y condujeron rumbo a la casa del mayor, ubicada casi llegando a la playa. Una vez llegaron el capitán comenzó a explicarle lo sucedido. Al parecer hacía una hora, antes de irse a dormir, empezó a presentar dolores agudos en su pierna a tal extremo que comenzó a gritar del dolor.
Aquello se le hizo muy extraño, justo en la noche anterior había entrado en sus sueños con el objetivo de convencer a su anterior raíz mágica de ayudar al mayor con su dolencia, principalmente porque su naturaleza era curativa; sin embargo, no entendía porque no presentaba mejoría alguna.
"Lo más probable es que sea culpa de la runa maldita"
Se mordió los labios jurando en su interior destruir a ese dios que había tocado al hombre que tanto amaba. Se detuvo en seco hasta llegar a una habitación que estaba invadida de múltiples medicamentos para el dolor, con un olor muy fuerte a pomadas, mientras que Kristoff se encontraba retorciéndose del dolor muy pálido y sudando a montones.
—Emerson, muéstreme los medicamentos—pidió luego de acercarse al mayor para examinar su estado; sin embargo, no pudo moverse, ya que el hombre volvió a detenerla agarrando con fuerza su mano—¿Mayor?
—Ayúdame, por favor, no te vayas—dijo en una pequeña súplica, con lágrimas de dolor corriendo por sus mejillas—duele... duele mucho.
Kristoff observaba a la enfermera, la cual lo veía con dolor en su rostro. En definitiva, cada que ella estaba cerca sentía un calor provenir de su raíz mágica que de alguna forma le hacía un poco más llevadera la tortura que sentía todas las noches. La paladín al ver el estado tan demacrado del hombre, el cual se veía que sufría tanto por el dolor como por la falta del sueño, decidió quedarse a su lado esperando a que Emerson le trajera los medicamentos.
—No me iré, mayor—habló mientras acariciaba el cabello del hombre—lo ayudaré en todo lo que usted necesite, le prometo que su dolor se irá pronto.
Aquellas fueron las últimas palabras que escuchó de su futura esposa antes de desmayarse por la debilidad que sentía, sin dejar un momento de agarrar la mano a la chica.
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Comments
Marina Hinostroza
Pobre Mayor😢 y el paciente 309, ojalá Laurie logre venganza
2023-10-24
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