Ya habían pasado algunos días desde su conversación con Uriel, ya ni lo recordaba, se había adaptado a su nuevo compañerito, jugueteaba con él en la sala y luego que este lamiera con cariño su mano le hablo
-¡eres tan hermoso! Pero… aun no te he puesto un nombre, con tantas cosas ya lo había olvidado, te pondré por nombre Azabache, porque eres un negrito muy alegre- el perrito como si entendiera se acercó a ella para recibir sus caricias.
Después de un rato de juguetear con el pequeño cachorro sintió una llamada de su celular, se dispuso a atenderla mientras con la otra mano acariciaba el pelaje de Azabache
-¡buenos días! ¿Quién habla?
-¡buenos días! Amiga ¿Cómo estás? tengo días sin saber de ti ¿Cómo estás?
-hola Alejandra, estoy bien, por lo menos aún viva
-¿viste lo que publico Javier tu ex?
-no, hace mucho que lo bloquee antes que él lo hiciera ¿ahora que hizo el muy idiota?
-¡se va a casar con su novia! El público en el instagram su compromiso
-¿estas segura? ¡Pero si apenas hace un mes terminamos!
-¡ay! Amiga lo siento yo…- Katherine sintió estremecer su cuerpo por un momento las ganas de llorar la invadieron a lo que la amiga desde el otro lado le continuo hablando apenada
-no pensé que te pondrías así de verdad ¿necesitas que le hable a alguien para que te acompañe?
-no, Alejandra, estoy bien, tranquila, además nadie vendrá aunque les digas que estoy muerta- Katherine cerro la llamada, tirándose sobre el mueble llorando sin parar.
Luego de un rato decidió agarrar al cachorro y salió sin rumbo fijo, solo quería perderse de todo y desaparecer, los recuerdos de Javier no la dejaban tranquila, todo lo que habían vivido juntos estos últimos diez años y nunca le propuso matrimonio, con la excusa de que el no creía en esas cosas y ahora se casaría con una desconocida, con alguien que apenas conocía, camino por largo rato junto al cachorro el cual llevaba agarrado con una correa color azul, al llegar a un pequeño parque decidió descansar un rato, al ver a Azabache amarrado le dio pena y decidió soltarlo, lo vio por un momento como corría entre la hierba verde, se distrajo por un momento con su teléfono mirando el Facebook a ver si conseguía algo sobre lo que le había dicho su amiga, pero ninguno de los amigos en común hacían ningún comentario.
Después de algunas horas recordó al perrito y levanto la mirada para buscarlo pero no lo vio, se levantó asustada y camino llamándolo por su nombre pero el perrito no aparecía, se desesperó llamándolo sin respuesta, hasta que entro en pánico y comenzó a llorar y su mente fabricaba cualquier cantidad de escenas mortales donde el protagonista era Azabache.
Se colocaba las manos en la cabeza desesperada sin respuesta y caminaba buscándolo, hasta que tomo una decisión al ver las barandas de hierro de la autopista.
Uriel caminaba distraído pensando en todo lo que le estaba ocurriendo, a pesar que comprendía algunas cosas no podía saber exactamente lo que le estaba ocurriendo y aunque le agradaba la idea de pertenecer a esa familia tan cálida, se sentía abrumado por no saber qué hacía en ese lugar.
Había salido con el pretexto de ir a comprar algunos repuestos para los electrodomésticos que le esperaban en el pequeño taller, mientras seguía caminando en medio de su confusión escucho el freno de un carro, al mirar lo que sucedía, vio al pequeño perro que casi fue arrollado por ese mismo carro, camino como si una fuerza ajena a él lo empujara y agarro al perro entre sus brazos, tratando de ver si estaba bien, y le hablo mientras lo examinaba con cuidado
-mira que yo pensé que estaba perdido y resulta que tu como que estas peor que yo, no pareces callejero, estas muy bien cuidado ¿a quién te le abras escapado?- alzo la mirada para ver si descubría a alguien que estuviera buscando al perrito pero no había nadie, lo cargo para seguir en busca de su dueño, camino largo rato por las calles sin resultado.
Al ir caminando miro en las barandas de hierro como una mujer se trepaba, le llamo tanto la atención ver eso “¿Qué hará esa mujer ahí?- se preguntó para sí, hasta que exclamo corriendo con el perro entre sus brazos
-¡Dios mío! ¡Esa mujer están loca! ¡Se va a quitar la vida! ¡Se va a lanzar!- corrió tan rápido como pudo y al estar cerca le grito
-¡señorita! ¿Qué trata de hacer? ¡Eso no está bien! Mire si quiere podemos conversar, mire hay muchas personas en este momento luchando por su vida y queriendo vivir, la vida es bella, estoy seguro que cualquier cosa que le esté pasando tiene solución- la mujer lo escuchaba sin mirarlo, hasta que el perro por fin ladro, llamando la atención de ella quien volteo y al verlo en los brazos de Uriel sonrió exclamando
-¡Azabache! Estas aquí- la brisa casi la lanza al vacío pero Uriel como pudo la trajo hacia él, cayendo ella sobre su cuerpo masculino, las miradas de ambos quedaron clavadas la una de la otra, ella se perdió por un momento en el fondo de aquellos ojos, sintió una música suave en sus oídos como si los mismísimos ángeles le cantaran, pero el ladrido del perro los hizo despertar a ambos y ella se levantó apresurada a agarrar el perro, abrazándolo emocionada y recibiendo el mismo afecto de él.
Uriel se levantó molesto y le dijo muy enfadado
-¿cree que puede jugar con algo tan sagrado como la vida? – ella avergonzada entre lágrimas le respondió
-disculpe es que estaba mal, había perdido a mi perro y últimamente las cosas no están bien yo…- Uriel sintió pena de ella y se le acerco abrazándola
-discúlpeme a mí por ser tan grosero es que me molesto un poco lo que intentaba hacer- cambiando la conversación le dijo- ¿es su perro?- ella le contesto
-sí, estábamos en el parque, me distraje un poco y ya no lo conseguí
-bueno, ya paso, ya están juntos ahora si quiere la invito a tomar algo mientras se tranquiliza
-está bien- él le mostro su mano
-mucho gusto mi nombre es Uriel del Castillo- Katherine quedo embelesada mirándolo, era el mismo que estudio con ella, aquel grosero y mal educado, ahora era todo un caballero y de paso le había salvado la vida, solo pudo responder
-yo soy… Katherine… Katherine Rojas ¿no me recuerdas?
-¿eres la misma que me escribió al Messenger?
-si ¿no me recuerdas?
-no, pero ya vamos a tomar algo y me refrescas la memoria, quizás así lo recuerde- ambos caminaron hacia una fuente de soda que quedaba cerca, mientras caminaban Katherine continuaba pensando en lo pequeño que es el mundo.
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