UN LUNES OBSERVANDOTE

Llegó el dia lunes y como de costumbre me levanté muy temprano y me preparé para ir al trabajo. Cómo mi departamento quedaba cerca del trabajo, me iba caminando.

A eso como a las 10 de la mañana, recibí una llamada de la secretaria del CEO.

— Andrea el señor Miguel quiere que vayas a su oficina.

Mil pensamientos vinieron a mi cabeza. ¿Será que me va a despedir?

Me levanté del asiento de mi oficina y me perciné. Me dirigí a la oficina del CEO. Jamás me había llamado, jamás había ido a su oficina. Ese camino a su oficina fue largo y eterno.

Golpee la puerta de la oficina y entré.

— Buenos días señor Miguel. Me llamó Clara que quería verme.

— Siéntese— un tono bastante desagradable— Como decirle esto.

No lo dejé terminar.

— Siento que me va a despedir por lo del sábado. Le prometo que no volverá a suceder— Miguel frunció el ceño— Es que yo no he querido que pase esto pero nunca le he dado problemas y creo que hago mi trabajo bien, así que, no me vaya a despedir. Aquí me siento a gusto.

Miguel tenía una cara de pocos amigos.

— Ya terminó. Su vida personal no me interesa en lo absoluto. Quien sea ese hombre es su problema, solo que debería de elegir bien con quién se relaciona. Tampoco la voy a despedir porque no me ha dado motivos. Quería pedirle que si hoy en la tarde puede ir a ese mismo parque, mi hija quiere verla. Todo el día de ayer estuvo pidiendo verla. La verdad esta es la primera vez que ella actúa así.

— Era eso. No me imaginé eso. Claro que puedo. Es un gusto hablar con su pequeña.

— Solamente eso iba a decirte. Puedes retirarte.

Su cara y su tono de voz era más frío que el polo norte.

Salí del trabajo a las 4 exactamente y me dirigí directamente al parque. Esperé media hora hasta que vi que el auto de Miguel acercarse al parque. Bajó Miguel y su hija. La niña corrió hasta donde estaba sentada.

— Hola señorita bonita. ¿Cómo es que te llamas?

— Andrea, Me llamó Andrea. ¿Y como has pasado tu día pequeña Elizabeth?

— Muy bien. Te cuento un secreto. Quiero que tu seas mi mamá.

Abrí mis ojos como platos y miré de reojos al señor Miguel que tenía una cara de disgusto.

— Elizabeth. Dejá de decir tonterías. Una más y nos vamos.

— Pero papá.

— Pero nada.

Me quedé en medio en esa pequeña discusión entre ellos.

Elizabeth puso una carita triste. La tomé en mis brazos y la abracé. Susurré en su oído.

— Eres una niña muy buena y muy bonita. Pero yo no puedo ser tu mamá por qué tú ya tienes una y ella te cuida desde el cielo.

— Papá tapate los oídos. Quiero decirle algo a Andrea.

El señor Miguel se levantó y empezó a caminar hacia unos resbaladeros como dándole el espacio a la niña.

— Quiero tener una mamá— Una lágrima salió de su ojito— Quiero una mamá que me abrace, que me diga que me ama.

— Te hago una pregunta. ¿Por qué quieres que yo sea tu mamá? A penas me conoces y para ser tu mamá tendría que estar casada con tu papá y él no me quiere y yo tampoco lo quiero.

— Tú eres bonita y mi papá te conoce. Ya no quiero verlo llorar por mi mamá. Quiero que esté alegre.

— No es fácil pero cada vez que tú quieras verme, decile a tu papá y yo te veo para platicar y jugar.

El señor Miguel nos observaba desde lejos. Empezó a caminar donde estábamos.

— Ya es hora de irnos Elizabeth. Despídete de Andrea.

— Papi y si Andrea vive en nuestra casa, yo sería feliz.

— Elizabeth ya lo hablamos. No me voy a casar de nuevo. No necesitas a nadie.

Me puse de pie, sentí que ese comentario me molestó, independientemente si es mi jefe o no, si no necesita de nadie para que pedirme favores de venir a ver a su hija.

— Me voy princesita.

Empecé a caminar a mi departamento.

El señor Miguel es un torpe.

Llegando a mi casa, Investigué de una clínica donde hacen la inseminación artificial. Me contacté para averiguar precios. Me hicieron cita para el día miércoles para hablar con el especialista.

El día martes fui a mi jefe de inmediato en el área de finanzas y pedí el día miércoles y le mostré la cita que tenía con la clínica.

Salí del trabajo y me topé con el señor Miguel.

— Pase buenas tardes Señor Miguel.

— Buenas tardes Andrea.

Eso fue todo lo que nos dijimos.

Al día siguiente me fui a la clínica.

— Es imposible darle ese dato señorita. Tenemos donadores de esperma pero la información personal no se da. Antes de ser donadores, se les realiza una serie de exámenes para ver si son aptos para ser donadores de esperma.

— Okey. Y es viable un embarazo.

— Siempre hay un margen de error pero hay una alta probabilidad que la inseminación funcione.

— Okey gracias. Déjeme decidirme—Me extendió una tarjeta de presentación de la clínica y un papel con la información.

Regresé a casa. No sé si iba a cometer una locura con este tema. Estaba tan indecisa.

Pasé el resto del día acostada. Me dormí un rato. Empecé a tener un sueño con el señor Miguel. Estábamos en un cuarto de color blanco, él me besó y me desnudó, se quitó su ropa, me sujetó las manos. En ese momento me desperté asustada.

¿Por qué estoy soñando esto? Es una locura. Tanto tiempo sin sexo que mi mente me está jugando una broma. No puedo estar pensando en mi jefe. Aunque viéndolo bien, él es un hombre muy guapo y de muy buen ver. Se conserva bien a sus 37 años. ¿Qué estupidez estoy pensando?

Miguel es un hombre con un pasado en su espalda que es difícil de llevar. Jamás se fijaría en una mujer como yo.

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Comments

Marta Bedetti

Marta Bedetti

diferente a todas me gusta..

2023-10-14

4

Elizabeth Moreno

Elizabeth Moreno

me gusta la historia

2023-10-01

0

abril_ moom@

abril_ moom@

que mentira como no te van a dar la información del donante de esperma

2023-04-09

2

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