CAPÍTULO III:

La dignidad de Danielle estaba en juego. Cuando tomó la decisión de enfrentarse al culpable del cierre de la excavación le había parecido una gran idea. Pensó que quizás podría convencerlo mostrándole algunas de las últimas piezas encontradas, podría convencerlo de que la cancelación era un gran error. Dani estaba convencida de que estaba cerca de realizar un gran descubrimiento. Pese a su edad, Danielle. Era una autoridad mundial en cuestiones del antiguo Egipto. Así que no tenía en mente dejar que nadie ensuciara su reputación con esta cancelación injusta.

Sin embargo, cuando llegó a la sede de la empresa, se dio cuenta de que no seria nada fácil lograr acceder a la última planta de aquel enorme rascacielos. Había seguridad para entrar en cualquier sitio. Para entrar al edificio, al ascensor, a las escaleras… No iba a ser fácil acceder sin una cita, pero no iba a rendirse. Iba a hablar con el culpable de todo. Así que se colocó su mochila al hombro y caminó hacia aquel flamante edificio de Cristal. Conforme se acercaba el edificio iba mostrándose cada vez más imponente. Había que reconocer que era una construcción imponente. Preciosos y frondosos jardines rodeaban el edificio principal que se alzaba hacia el cielo en forma de pirámide alargada. Era como si los dueños hubiesen querido vivir en las nubes. Sentirse como los mismísimos Dioses. Aunque precioso, había que reconocer que era un poco ostentoso, el construir aquello.

"¡Bah! ¡Menuda ostentación! Seguro que lo han hecho tan grande para compensar otras carencias de tamaño".

Danielle apretó el paso y llegó a la puerta de acceso. Cuando llegó se quedó un momento analizando el entorno. Rogó al universo que le echase una mano. Y el universo pareció escucharla. Una comitiva de estudiantes de la universidad de El Cairo, llegaban en ese momento para hacer una visita guiada por las instalaciones.

En cuanto Dani los vio, supo lo que tenía que hacer, y dio las gracias al quién fuese que le hubiese ayudado. Dejó que pasaran todos y se colocó la última. Contuvo la respiración al pasar por el control de acceso. Deseó de todo corazón que nadie reparara en las piezas de la excavación que llevaba en su mochila.

Un guardia con cara de pocos amigos le hizo un gesto para que depositara la mochila en la cinta.

"¡Por favor, por favor…!, ¡Que no vea lo que llevo dentro!".

Vio como la mochila atravesaba la máquina de rayos X, mientras ella pasaba por el arco de detección de metales. Para su sorpresa, nadie le dijo nada. Le dejaron recoger su mochila como si dentro no llevase piezas de incalculable valor.

"¡¿En serio?! Vaya mierda de equipo de seguridad…"

Aunque estaba agradecida por haber entrado, estaba sorprendida de la falta de profesionalidad de aquella gente. Sin embargo, justo después de ella pasó otra chica. Y a ella no la dejaron pasar solamente porque llevaba un cortauñas. Desconcertada, Danielle miró en su mochila y encontró lo que buscaba. Envuelta en un pañuelo estaba una pequeña daga de cuya hoja parecía hecha con un material desconocido y su empuñadura de oro con engastes de piedras preciosas. ¿De verdad no habían visto eso y si un pequeño cortauñas?. Se encogió de hombros. No iba a darle vueltas al asunto. Estaba dentro y eso era lo que importaba.

Tuvo que aguantar tres horas de recorrido por todas las estancias hasta llegar a la planta cuarenta y ocho. Únicamente le quedaba una y llegaría a su destino. En unos segundos estaría a solo unos metros del imbécil que le había fastidiado su trabajo.

La voz de la guía que les había mostrado y explicado cada una de las instalaciones la sacó de su ensimismamiento.

—Bueno, pues la visita guiada ha terminado. En la planta superior se encuentran los despachos de los directivos, y no es de acceso público por motivos de seguridad. Ahora, si son tan amables y me acompañan, regresáremos al hall, donde les hemos preparado un pequeño tentempié.

Todas las personas mostraron su conformidad, y la acompañaron de vuelta a los ascensores por los que habían accedido a cada una de las plantas. Danielle no podía creer que estando tan cerca tuviera que marcharse. Así que decidió buscar algún sitio donde esconderse. Deseó encontrar alguna manera de poder acceder a aquella planta.

Miró a su alrededor y observó como de otro de los ascensores salía el hombre de mantenimiento y se dirigía a una puerta que daba acceso a un pequeño armario donde comenzó a guardar los enseres de limpieza. Hoy debía ser el día de suerte de Danielle porque, junto al carro de limpieza, el hombre dejó una tarjeta de acceso. Era la misma que la guía había utilizado para poder acceder a cada una de las plantas.

"¡Sí!"

Dani, se escabulló hasta aquella pequeña habitación y se hizo con aquella tarjeta. Sin pensarlo se la colgó al cuello, pero con la fotografía al revés. Rogó que nadie repararse en ella, pero pudo llegar al ascensor sin problema. Mostró toda su seguridad al llegar junto al guardia situado junto al ascensor.

—Buenas tardes.— El guardia la miró, pero no dijo nada. Ella decidió no decir nada más; cogió la tarjeta y la pasó por el lector tal y como había visto que había la guía. Tras unos segundos de espera, la puerta se abrió. Dani respiró profundamente. Estaba tan cerca. Entró y esperó que las puertas se cerrasen. Pero justo cuando lo estaban haciendo se dio cuenta de que la guía se había dado cuenta de su ausencia y había regresado a por ella. Sus miradas coincidieron unos segundos antes de que las puertas del ascensor se cerraran y comenzase a subir. Escuchó gritos del guardia mientras hablaba con sus compañeros. Danielle se preparó para salir corriendo de aquel ascensor. No pensaba dejar que la atraparan.

Así que en cuanto notó que el ascensor frenaba su marcha, se puso en posición para tomar impulso y embestir a quien estuviera delante. Nunca creyó que tener un exnovio que jugase al rugby le fuese a resultar útil en ese momento.

"¡Ding!…"

Aquel sonido le indicó que había llegado a la planta y que restaban segundos para que la puerta se abriese.

Se preparó…

Los sonidos comenzaron a escucharse con mayor claridad. La estaban esperando. Pero ella estaba preparada.

En cuanto la puerta se abrió, se lanzó fuera embistiendo a uno de los guardias que pareció sorprendido al recibir el impacto. Tras tumbar al guardia comenzó a moverse rápidamente, esquivando a cada uno de los guardias que intentaban atraparla. No pudo evitar sonreír. Toda la vida quejándose de su altura, y al final no llegar ni al metro sesenta, le iba a ser útil, ya que se escabullía con facilidad.

Cada vez estaba más cerca de la puerta situada al fondo, donde podía verse el cartel de Director Ejecutivo. Allí detrás se escondía el hombre que le había jodido la vida. Consiguió esquivar a otro. Cada vez estaba más cerca de aquella puerta. Ya estaba junto a la mesa de la que parecía ser su secretaria que miraba la escena con horror. Pese a todo, Danielle se sintió fatal por hacerle pasar por aquello. Seguramente pensaba que era una loca o una terrorista.

Ese momento de debilidad, provocó que bajase la guardia y de pronto sintió como unos enormes brazos la rodeaban desde atrás, aprisionándola.

"¡Mierda! ¡Joder…!"

Comenzó a debatirse para lograr escapar de su agarre. En uno de esos movimientos logró conectar su bota de trabajo contra su entrepierna.

"¡Si! ¡Chúpate esa…! Te acabo de dejar sin carnet de padre".

Lo que Dani no pudo imaginar era que aquel tío la iba a soltar de golpe y la lanzaría hacia delante haciendo que perdiese el equilibrio. Se iba a dar un buen tortazo.

Dani se prepara mentalmente para sentir el dolor, pero este no llega. En lugar del dolor que esperaba, sintió como unos brazos enormes la atrapaban y la presionaba contra un torso duro. Tras darse cuenta de que no se había golpeado contra la mesa, abrió los ojos y se quedó muda cuando sus ojos contemplaron el rostro del hombre que había evitado que se golpease contra la mesa. Unos ojos oscuros como la noche la observaban con severidad mientras la apretaba un poco más contra todos sus músculos. Parecía hecho de roca. Alguien capaz de infundir temor en quienes lo rodeaban. Sin embargo, en cuanto la tocó, ella se había derretido por dentro, como si por sus venas corriera lava en vez de sangre.

Aquel hombre destilaba peligro, y, sin embargo, ella se dejaría arrastrar por él donde quisiese. Notaba su mano caliente a través de la tela de su camiseta de algodón, y su cuerpo le pedía que prolongase aquel contacto. Danielle se dio cuenta de que nunca había sentido algo parecido a esto al estar entre los brazos de un hombre.

En ese momento Dani se dio cuenta de cómo se encontraban. Parecían una pareja en un íntimo abrazo. Poco a poco fue consciente de que a su alrededor reinaba un silencio sepulcral.

"¿Qué demonios piensas que haces? ¡Tienes una misión!"

Cuando se dio cuenta de que todo el mundo los observaba, comenzó a sentirse incómoda. Necesita salir de ese abrazo. Masculló una disculpa y temblando ligeramente, comenzó a escapar de aquellos brazos. Aunque todas sus células llorasen por perder aquel contacto. Justo cuando se estaba comenzando a alejar, sintió como tiraban de ella con dureza.

—¡Pedazo de zorra, voy a partirte la boca antes de lanzarte a la calle! —El mismo tipo al que le había dado la patada, era quien la agarraba. Le hacía daño. Pero aquello no duró mucho, de repente el hombre que la había ayudado, se lanzó contra el guardia provocando que la soltase. Anonadada observó como lo lanzó contra la pared del fondo. Después se acercó hasta él. Parecía un animal a punto de devorar a su presa. Se agachó junto al hombre que había caído al suelo, gimiendo de dolor.

—Vuelve a tocarla, y te arrancaré los brazos y se los daré de comer a los cocodrilos. Luego dejaré tu cuerpo en el desierto para que lo devoren los coyotes. ¿Me has entendido?.

El hombre no pudo hacer nada más que asentir, parecía aterrado. El extraño se puso de nuevo en pie y se acercó a otros de los guardias.

—Lo quiero fuera de mi edificio en cinco minutos.

Después se acercó hasta ella.

—¿Te encuentras bien? ¿Estás herida?.

La altura de aquel, sumado a que se acercó demasiado a ella, provocó que tuviese que mirar hacia arriba. Sintió cómo se formaba de nuevo aquella extraña electricidad entre ambos. Aquello la molestó. No entendía por qué su cuerpo reaccionaba de aquella manera ante ese hombre. Finalmente, se obligó a salir de su ensimismamiento y dio un paso hacia atrás. Necesitaba poner distancia entre ambos. Además, él había dicho que ese era "su edificio". Lo miró con suspicacia. No. Él no podía ser Annub Kamal. Este hombre parecía amable y preocupado por ella. Así que decidió presentarse amablemente. Quizá él la ayudaría a llegar hasta su jefe.

—Me encuentro perfectamente. Gracias por ayudarme, pero ahora te agradecería si me pudieras indicar cuál de todas esas puertas es el despacho del director ejecutivo.

Pareció sorprenderse al escucharla. Sin embargo, reaccionó pronto.

—¿Tienes cita?.

Dani negó con la cabeza.

—No, no tengo cita, pero vengo a decirle algo importante y no pienso marcharme sin hacerlo…

—¿Podrías decirme tu nombre?.

Sin pensarlo le sonrió. Fue una sonrisa sincera.

—Soy Danielle Harris. Encantada. ¿Y tu nombre es?.

El hombre dudó un momento, pero luego carraspeó y su voz sonó grave.

—Es un placer conocerla, profesora Harris. Mi nombre es Anub Kamal, director ejecutivo de "Terra Excavations". Es un placer conocerla.

El cuerpo de Dani se congeló. No podía ser. Se dio cuenta de que aún tenía aquella mano enorme entre las suyas y la soltó de golpe.

—Me encantaría decirle que es un placer para mí también, pero no me gusta mentir. Necesito hablar con usted y no voy a marcharme sin haberlo hecho.

Creyó que le pondría algún problema, pero se sorprendió al escucharlo decir.

—Está bien. Pasemos a mi despacho.

Le señaló la puerta del fondo y le cedió el paso para que ella entrase primero. Dani pareció reflexionar un instante, pero finalmente pasó junto a él en dirección al despacho. Al hacerlo percibió un fuerte olor a sándalo que emanaba de su cuerpo. Aquel olor la devolvió de pronto a su terrible pesadilla.

¡Mierda! No era el momento de sentir pánico. Apartó todo sentimiento, respiró profundamente y entró en aquel despacho. Al entrar se sintió impresionada por la majestuosidad del lugar y las impresionantes vistas. ¡Joder! Ese hombre trabajaba con unas vistas increíbles de las pirámides de Giza. Pese a que no pudo evitar que un suspiro de sorpresa escapase de sus labios. Dani se repuso rápidamente y se giró para mirar al hombre que le había fastidiado su trabajo. Ambos se quedaron mirándose el uno al otro mientras iban pasando los segundos. Si ese hombre esperaba que Danielle fuese la primera en retirar la mirada, se equivocaba. Ella sonrió porque sabía que iba a ganar. Nunca había perdido una competición de mirada fija. Jamás.

Pero en ese momento la voz masculina la sorprendió y fue ella quien parpadeo apartando la mirada, perdiendo así la batalla.

—Toma asiento, Danielle, por favor.

Ella lo observó con mala cara.

—Se lo agradezco, pero le rogaría que me llame profesora Harris. Solo mis amigos o familia me llaman Danielle o Dani, y usted y yo no somos amigos, Señor Kamal.

Observó que sus ojos se oscurecieron y cómo apretó la mandíbula. Había logrado molestarlo.

—De acuerdo, profesora Harris. Tome asiento, por favor.

Ella finalmente le hizo caso. Se fijó en que el despacho estaba atestado de antiguos objetos egipcios. Y que en una de las paredes había una enorme estantería llena de libros.

¡Joder! Por mucho que no quisiera, se sentía cómoda en aquel espacio.

Apartó la mirada de aquellos objetos que la llamaban, y centró su atención en Anub Kamal. Él se mantenía estático en el sillón en el que había tomado asiento. Parecía estar analizándola. Dani se quedó quieta observando aquel rostro perfecto. Vestía un traje azulado, pero se había quitado la chaqueta y ahora solo llevaba una camisa blanca remangada hasta el codo y unos pantalones de vestir.

Dani pudo observar que tenía un tatuaje en uno de los antebrazos, pero antes de que pudiese fijarse en que era, Anub se dio cuenta y bajó la manga de su camisa para ocultarlo. Después se acomodó en el sillón.

Ella no entendió por qué se le desbocó el corazón al ver cómo estiraba sus largas piernas por delante, pero así fue. Era la viva estampa de la masculinidad. 

—Y bien, ¿qué le trae por aquí?

Su pregunta la sacó de aquellas cavilaciones tan inapropiadas con el que era su jefe. No podía dejarse llevar por aquella extraña lujuria, que la arrastraba a soñar con pasar su lengua por cada milímetro de ese cuerpo de Dios que tenía delante.

"¡¿Quieres centrarte?! Necesitas un polvo de manera urgente. Cuando vuelvas al campamento busca a Jason…."

—¿Se encuentra bien? La noto… acalorada. ¿Quiere un poco de agua?. —El hombre le ofreció una botella de agua.

Su sonrisilla le hizo darse cuenta de que él podía adivinar en qué estaba pensando.

"¡Maldita sea!" Se obligó a dejar esos pensamientos a un lado. Tragó saliva, y sacó de su mochila los objetos y varios folios escritos por ella. Se había preparado todo un discurso para convencerlo de que no podía cancelar la excavación. Y no iba a marcharse de allí sin lograrlo.

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Betty Sanchez tello

Betty Sanchez tello

huy está que quema /Awkward//Awkward/

2024-05-27

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67 CAPÍTULO XLVII:
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