Aldea alejada del reino Bandul.
Al día siguiente, Armando sale de la posada caminando por las calles de la aldea observando cada puesto de materiales, de comida, ropa y verduras.
Mientras que seguía caminando por diversos lugares, encuentra una tienda de subasta al fondo de la aldea muy apartado de los demás con un letrero y entra en él.
Armando observa varias reliquias y unas que otras cosas de gran valor y antigüedad mientras que una subastadora de apariencia muy joven lo atiende:
—¡Bienvenido a mi tienda forastero, eres la primera persona que logra ver esta tienda de subasta!… solo los aventureros pueden ver las tiendas como esta, supongo que con tu ropa debes ser un aventurero de magia oscura.
—Tienes un buen ojo, en realidad soy un héroe al que fui… digamos que no muy tratado de buena manera.
—Ya veo, ¿y en qué te puedo ayudar?
—Quiero vender estos objetos.
Armando abre su bolsa de tela y saca varias piedras y gemas que obtuvo durante el combate del laberinto, la subastadora queda impresionada por la cantidad de objetos valiosos y revisa cada uno de ellos.
—¿Estuviste derrotando varios monstruos verdad?
—Algo así, terminé de limpiar un laberinto desconocido al este a 2 días de aquí.
—Muy bien, iré a checar la cantidad de lo que valen estos objetos y vendré a darte tu oro… espere aquí.
Mientras que la subastadora se lleva las cosas, Armando observaba cada una de las reliquias y algunas armas con gemas incrustadas.
Después de varios minutos, la subastadora llega con una charola cuadrada llena de monedas de oro y Armando se acerca al despacho.
—Bueno joven héroe, serán un total de 200 monedas de oro por tus objetos.
Armando las recoge y los guarda en su bolsa y la subastadora le entrega un medallón explicando:
—Con este medallón te guiará a esta tienda no importa donde estés con excepción si estás dentro del laberinto o cualquier lugar lleno de monstruos.
—De acuerdo, gracias por las monedas. «Responde Armando al abrir la puerta»
—¡Vuelva pronto!
Al salir, de repente desaparece la tienda y Armando regresa a la posada.
Castillo del rey Kamiltor.
5 días después, el rey conversaba con los magos en la sala del trono mientras que los estudiantes y la valquiria Laura habían salido para limpiar el laberinto.
—¿Y bien, cómo van las cosas?
—Todo va según lo planeado mi lord, hemos investigado a fondo sobre el laberinto de bajo nivel. «Responde uno de los magos de elite»
—Ellos serán capaces de terminar el trabajo en un día completo y podrán llegar al amanecer. «Argumenta otro mago»
—Muy bien… ¿Y han averiguado algo con la valquiria? «Pregunta el rey con una sonrisa fingida como si tratara de planear algo con ella»
—Muy poco, ella al parecer no muestra sentimientos cuando se trata de sus alumnos; sin embargo, ella mostraba buena confianza cuando el usuario de la guadaña aún estaba vivo y ahora que él está muerto, ella simplemente cambió.
—Según lo que me contaron algunas de sus compañeras, ella tenía una relación con el muchacho, eran muy cercanos como familia.
—Ya veo, entonces podré tomarla como mi futura esposa si la convenzo a mi manera je, je, je.
Ante la actitud inapropiada del rey, los magos se miraban entre ellos mientras que el rey dice:
—Bien, entonces cuando ella regrese llévenla a la mesa del castillo.
—¡Sí mi lord!
Mientras que los magos abandonaban la sala del trono, el rey observaba desde una esfera de cristal el avance de la batalla en el laberinto donde se encuentra la valquiria Laura y sus estudiantes.
Por otro lado, en el laberinto de bajo nivel, los estudiantes y Laura terminan de limpiar una parte del laberinto mientras que Laura dice de forma seria:
—Estamos a mitad del laberinto, tomémonos un descanso de una hora.
Momentos después, Roberto, Rodrigo y Blanca murmuraban sobre la maestra mientras que ella hacía guardia y pregunta Rodrigo:
—¿Oigan, no notaron que la maestra había cambiado?
—Sí, desde que murió ese Armando se comporta como si fuera una verdadera guerrera, le pegó mucho su muerte y ahora solo está muy seria y no descansa cuando debería de hacerlo. «Responde Blanca»
—Está claro que ella extraña mucho a ese inútil, ya me dijeron que él era como su hermano y lo había conocido por los padres de él. «Argumenta Roberto mientras limpia su espada con un trapo»
Laura se sienta apartado de los demás y vigilando para que ningún monstruo o demonio se acercara mientras revisa dentro de su pecho y saca el colgante que le dio Armando y murmuraba:
—“Ya fueron muchos días desde que moriste, daré lo mejor de mí para terminar con todo esto y buscaré la forma de volver a nuestro mundo”
Por otro lado, Armando seguía continuando su camino fuera de la aldea en busca de un nuevo laberinto; sin embargo, mientras que caminaba entre los altos árboles observa que un grupo de 6 individuos con armadura y lanzas junto con un mensajero se dirigían a la aldea.
Dejando a un lado su búsqueda, decide regresar y observar lo que pasará.
Minutos después de llegar a la entrada de la aldea, el mensajero manda a llamar a todos los aldeanos para dar una advertencia.
Después de tenerlos reunidos a todos, el mensajero saca un pergamino y comienza a leer:
—Hoy vengo para darles un anuncio así que presten mucha atención.
Los aldeanos mirándose entre ellos y murmuraban mientras que el mensajero sigue hablando:
—¡Por órdenes del rey Cormat, todos los aldeanos serán desalojados de sus casas y de la aldea, los que se opongan serán arrestados y llevado por los guardias del reino, en el peor de los casos serán asesinados… tienen 3 días para recoger sus pertenencias!
Después de terminar de leerles el pergamino, los aldeanos quedaron perplejos por las palabras del mensajero mientras que Armando llegaba a sus espaldas como si no hubiera visto ni escuchado nada dirigiéndose hacia la posada y uno de los guardias se le acerca y le dice en voz alta:
—¡Oye tú, este no es lugar para forasteros como tú… regresa donde llegaste!
Sin hacerle caso, Armando sigue su camino y el guardia se enfada poniéndose enfrente de él y amenazándolo apuntando su lanza frente a su rostro diciendo:
—¿A caso estás sordo idiota?, ¡Dije que regreses!
Armando se detiene y fija su mirada amenazante y asesina en el guardia respondiendo:
—Quita tu lanza de mi cara, o haré que te levanten por pedazos.
Después de hablarle, Armando se aleja y un escalofrío recorría en el cuerpo del guardia mientras que los demás guardias y los aldeanos se le quedaban mirando, de pronto el guardia sin pensar en las consecuencias decide atacarlo por la espalda.
Armando desenvaina la espada rápidamente bloqueando la lanza del guardia desde su espalda, todos a su alrededor quedaban estupefactos al ver la rápida reacción de Armando mientras que él con un movimiento le corta la lanza como una mantequilla y con otro movimiento rápido le da un ligero corte en la mejilla derecha del guardia diciendo:
—Esta es la última advertencia, no te metas en mi camino.
Armando guarda su espada y sigue su camino mientras que el mensajero fruncía el ceño y les dice a los demás guardias alzando la voz:
—¡ACABEN CON ÉL!
Los guardias bajan de sus caballos y lo rodean apuntando con sus lanzas; Armando desenvaina su espada y mirando a cada uno de los guardias mientras dice:
—Ya veo, así que eligieron arriesgar sus vidas… muy bien entonces, ¡vengan!
Acto seguido, los guardias comienza a atacarlo y Armando bloquea y esquiva los ataques rápidamente. Después da saltos consecutivos hacia atrás evitando que las lanzas lo tocaran y va directo con uno de los guardias dándole un golpe fuerte en el estómago dejándolo inconsciente.
Los aldeanos observaban la pelea mientras que el mensajero del rey huye de la aldea en caballo; Armando seguía esquivando y salta hacia el frente contra otro guardia quedando atrás de él y le golpea en la nuca dejándolo inconsciente.
Al ver que las habilidades de combate de Armando eran superiores, los 4 guardias restantes usan su poder mágico y lo combinan para crear un golem de fuego grande.
Los aldeanos se alejan despavoridos y Armando mira al golem como si fuera un simple monstruo grande del laberinto.
El golem comienza a atacarlo con mucha fuerza juntando sus manos hacia arriba para golpearlo; sin embargo, Armando lo esquiva dando un gran salto y lo ataca dando un gran corte en uno de los brazos desprendiéndolo de su cuerpo.
Los guardias aumentan su poder mágico y le restauran el brazo al golem, Armando frunce el ceño y aumenta su velocidad de movimiento mientras que el golem lo ataca consecutivamente sin poder asestarle un golpe.
Armando da otro salto y le corta los dos brazos y las dos rodillas desprendiéndolas, los guardias seguían dando más poder mágico y solo recuperaron los brazos.
—¡Esto es imposible, se me acaba el poder mágico! «Dice uno de los guardias»
—¡Sigan aumentando su magia, le faltan los pies del golem!
Armando observa que los guardias se estaban debilitando rápidamente y les dice:
—Si siguen desperdiciando poder mágico, no vivirán para contarlo.
Sin escuchar las advertencias, seguían reconstruyendo el golem; sin embargo, Armando aumenta de nuevo su velocidad y termina con el golem con varios movimientos de espada cortándolo en cientos de pedazos.
Los guardias caen del cansancio y sin poder moverse mientras que Armando se acercaba lentamente hacia ellos llevando a los 2 guardias inconscientes y los arroja contra ellos diciendo:
—¿Eso es todo?… desperdiciaron su poder mágico y creyeron que podrían ganarme y como resultado quedaron inservibles.
Los guardias quedan asustados ante la mirada asesina de Armando y él dice:
—Los debería matar, pero les daré la oportunidad de vivir a cambio de que le den un mensaje a su rey… díganle que yo estaré vigilando esta aldea y que devuelva todo el oro que ustedes se llevaron, si no lo hace me veré obligado a ir por su cabeza no importa cuántos soldados tengan, ¡ahora váyanse!
Los guardias se levantan del suelo lentamente y se suben a sus caballos saliendo rápidamente de la aldea.
Armando guarda su espada y después una ola de gritos de victoria de los aldeanos se acercaban a él rodeándolo; los aplausos y chiflidos resonaban en la aldea mientras que Armando quedaba estupefacto al ver que los aldeanos quienes lo miraban como si fuera un asesino y ahora lo miran como un héroe.
Finalmente, al ver que alguien como los aldeanos lo felicitaran y le agradecieran por su ayuda que tanto anhelaba, Armando sonríe amargamente diciendo:
—No fue nada, ahora pueden vivir tranquilos.
Fin del capítulo.
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