Decidió usar su rubia peluca, prefería que si alguien le viera junto a él fuese una persona distinta con la que había desayunado el día anterior. Se puso un vestido blanco veraniego y unos zapatos sencillos de pequeño tacón del mismo color. Llevaba un pequeño bolso con algunas cosas como un chal por si le daba frío, gafas de sol, un pañuelo y bloqueador solar... Se había puesto un gorro grande, ya que se quemaba con facilidad al ser tan blanca. Estaba en el hall del hotel esperando cuando se le acercó el recepcionista para decirle que había una persona aguardando por ella en el estacionamiento.
Caminó aún algo somnolienta hasta allá y le encandiló el sol, se puso sus lentes y sintió su estómago rugir. Se lamentó no haber alcanzado a desayunar, suspiró y sin darse cuenta, ya estaba frente al BMW blanco. Él llevaba gafas de sol, un atuendo impecable y su auto estaba con el techo instalado como la otra noche, de nuevo no reconoció a Nikki que estaba esperando entrar al auto.
-Qué despistado eres- le dijo, mientras le miraba de brazos cruzados. Él miró un momento y luego se bajó los lentes para ver mejor -Vaya...esperaba a la otra Nikki... Que hermosa estás- no pudo evitar decirlo. Se movió hacia la derecha y desde dentro le abrió la puerta -por favor pasa- esperó que la muchacha se sentara, se acercó a ella y le besó la mejilla. -Buenos días señorita incognito-
Ella se quedó algo atontada por aquel gesto, el chico olía muy bien, aún sentía el peso de sus labios sobre su mejilla, quería grabarlo allí, que nunca se fuese aquella sensación.-Buen día- dijo, intentando no sonrojar.
-¿Desayunaste?- le preguntó mientras emprendía la marcha.
-...no-
-yo tampoco...-Estuvieron en silencio un rato. Se sentía mal por haber estado con Claudia la noche anterior. Tomaba la carretera mientras subía los vidrios y prendía el aire acondicionado- iremos a un lugar a desayunar ¿estás de acuerdo?-
Antes que Nikki pudiera responder, su estómago lo hizo por ella, la chica escondió su rostro avergonzado y León se largó a reír. -Pero antes deberemos pasar a un servicentro por combustible-
-Perfecto! Allí sirven muy buenos desayunos-
León se quedó mirándole -¿Qué?-
-¿Nunca has desayunado en...? Olvídalo...cierto que eres millonario-
El chico se desviaba hacia la gasolinera y con mucho interés ya habiéndose abastecido, le dijo mientras estacionaba -Llévame, vamos por un desayuno de esos-
-Bien-
Se bajaron y ambos tuvieron el mismo sentimiento al verse reflejados ante el vidrio del local. Lo bien que lucían juntos; León se quedó observando aquella imagen con ternura y ella intentó fingir naturalidad, pero en el fondo de su corazón, sabía que pronto se enamoraría de aquel hombre y nada podría hacer para impedirlo.
Fueron y compraron dos cafés capuchino de máquina, donas bañadas en chocolates de colores y dos sándwich calientes de ave aguacate. León estaba muy entretenido comiendo esas donas, nunca las había probado.
-creo que toda esta grasa es deliciosa- dijo.
-¿Cómo vives?- ella le miraba con rareza, mientras comía su sándwich
-Quiero vivir así como vives tú- le decía, mientras se perdía en aquella forma de ser.
-te puedo dar muchos tips, pero vas a engordar-
-¿Si engordo me querrás?-
-¿Eh?- ella intentó no pensar en nada, no quería mostrar interés, siguió comiendo.
Él rió, pero no dijo más, continuó bebiendo su café. Al cabo de un rato Nikki se sirvió a llevar lo que habían consumido a un basurero.
-Espérame tantito, pasaré al baño-
-Sí, claro- León la miraba detenidamente, le gustaba mucho aquella chica. La comparaba con Claudia, ella jamás tomaría desayuno en un lugar así, mucho menos comería dulces, ni cafés con grasa, para qué pensarla tirando a la basura los restos. Se había acercado hace poco más de dos años a esa chica porque su padre se la había presentado. Le había pedido que fuera gentil con ella y la llevase a conocer la ciudad, porque había vuelto de Estados Unidos. En algún momento de su vida la encontró linda por como lucía pero sus acciones, su modo de vivir y su forma de ser, le eran detestables. Antes que se anunciara el compromiso, había pasado 3 meses sin verla, y era realmente porque ninguno se buscaba. Estaba tan seguro que iban a terminar, pero luego Claudia le buscó más interesada que nunca, y fueron sus padres los que determinaron que debía comprometerse con ella, es más, hicieron todos los preparativos incluido el anillo. León no lo usaba, ni siquiera le gustaba el modelo que habían elegido, pero Claudia lucía su anillo a diario, con una gran y carísima piedra. Anoche había estado con ella y a pesar que estuvo en su momento excitado, fue porque pensó en Nikki, cuando cayó en cuenta que no era ella, todo el fuego que sentía se había apagado. Ni siquiera su cuerpo había reaccionado. Claudia se esforzaba por hacerlo funcionar, pero su mismo miembro, se había encargado de decirle en su cara, de una forma muy silenciosa, lo muy desagradable que le resultaba.
..."Amor, estás realmente muy estresado."...
De cierta forma, le alegraba que las cosas se estuvieran dando de esa forma con Claudia, ya que esperaba que al menos perdiera algo de entusiasmo y desistiera de esa absurda idea de casarse.
-ya volví-
-Bien, vamos-
Ahora estaba con otra chica, una que realmente le llamaba su atención. Le miraba la espalda desnuda y sentía deseos de tocarla, le daba alegría sentirse así. Cada segundo que la tenía cerca debía luchar contra sus instintos que le empujaban a tocarla, abrazarla, mover sus dedos sobre su piel, sentía como pequeños hilos imaginarios iban tejiendo una red que le unía a ella, sentía una calidez que le invitaba a querer tenerla cerca siempre y eso le alegraba. Le alegraba más que cualquier cosa en el mundo y quería sentirlo por siempre.
-¿A dónde vamos?- la voz de Nikki le sacó de sus pensamientos.
Ella, por otro lado, tenía miedo de alejarse demasiado de la ciudad, no sabía manejar y no confiaba totalmente en León, le daba miedo que pudiese llevarla a un lugar extraño y abusar de ella. De seguro al ser millonario debía estar acostumbrado a hacer lo que quiera con las chicas, obviaba el hecho que él sabía como proceder con las mujeres y cómo obtener sexo a cambio de cosas. Era virgen, y eso le preocupaba, se había cuidado muchísimo de salir con chicos. A pesar de eso, tenía una promesa familiar con un amigo de infancia ruso llamado Liosha, era su "novio" de palabra, porque no se veían hace años. Liosha era hijo del mejor amigo de Edward. Sabía que estaba en Londres estudiando una carrera difícil y que la última vez que le visitó en México, fue hace 2 años. A pesar de eso, cada cierto tiempo recibía regalos y flores de Liosha y conversaban al menos una vez por mes. Pero no sentía que estuviera saliendo con él, en ese momento León era todo lo que ella tenía en mente, reemplazaba todas sus prioridades, estar cerca de él era en suma adictivo. Sentía una compañía extraña, es como si tuviese un lazo con él que surge desde el pecho, un lazo que le hace sentir igual que cuando se ha lanzado a una amaca, es placentero y tranquilizador, pero aquella pizca de desconfianza y temor le consumían por dentro.
-Iremos a la playa! No arruines la sorpresa!-
-Me da miedo que nos alejemos mucho de la ciudad...Edward vuelve mañana de rusia...-
León detuvo el vehículo bajo unos grandes árboles que daban sombra -Nikki... ¿Te doy miedo?-
-No...-
-¿Temes que pueda hacerte algo?-
-No...- mintió.
-Dime la verdad-
-Es que...me imagino que debes estar acostumbrado a llevar chicas donde se te plazca pero yo...-
Él la miraba preocupado -... yo soy virgen...- retomó.
León tomó una carpeta de cuero de la guantera y se la entregó -Hace un año que no veo el mar, pensaba en entregarte esto para que lo conversemos en un lugar más relajado, es un proyecto. Si tienes miedo podemos revisarlo ahora aquí mismo y conversarlo-
-¿Un proyecto?-
-Tú decides si confiar o no en mí, Nikki-
Ella tomó la carpeta pero no quiso arruinar lo que León tenía planeado-Lo revisaré en la playa...-
-De todos modos, me tomé la libertad de avisarle dónde estaremos a tu secretaria, en caso de emergencia-
-...León, perdón...yo...-
- Si ya sé que debes pensar que soy un mujeriego al salir contigo y estar comprometido...- suspiró- pero dijiste que podíamos ser amigos...-
-si, yo lo dije. Lamento haber pensado mal-
-No tengas miedo, conmigo nunca estarás en peligro. Te lo juro-
-Sí...- dijo más tranquila.
León volvió a la conducción y a eso de media hora más de viaje por un hermoso sendero de árboles vieron a lo lejos el mar.
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