Caroline
Cuando Caroline tenía 3 años pensaba en ella misma como la próxima heredera del título de su padre, hasta ese momento solo había tenido una hermana, por consiguiente ella heredaría el título de su padre, su madre estaba en espera; sin embargo, Caroline guardaba en su corazón la seguridad de que sería otra niña, por consiguiente apenas cumplió 3 años, le solicito a su padre iniciara su educación, como lo hacían todos los lores con sus sucesores cuando cumplían 3 años. Su padre, que era una persona complaciente con su familia, ordeno que fuera como lo había pedido su primogénita, mientras ella tenga ganas de educarse y aprenden quien era él para cortar sus ánimos. Cuido que sus maestros no le cargaran de mucho trabajo, y el entrenamiento en esgrima fuera el adecuado para una niña de su edad, Caroline se tomó todo muy en serio, se pasaba los días entrenando para ser la sucesora, su clase favorita era la de esgrima, el último día que oficialmente practico esgrima fue cuando nació su hermano. Recuerda ese día muy claramente, el sol estaba en su máximo esplendor y eran aproximadamente las 3 de la tarde cuando una sirvienta se le acercó para comunicarle que su madre había entrado en labor de parto. Caroline, que ya había pasado por esto cuando nació su hermana Molly, pensó en su madre y los tortuosos gritos de dolor que haría durante toda la noche. Reflexionó, por qué la bebé no nació por la mañana, mamá habría estado menos cansada, con estos pensamientos se dirigió a la habitación matrimonial donde su madre se encontraba en labor de parto, por supuesto no le permitieron entrar y tomo asiento junto a su padre. La espera era larga y los gritos de su madre solo hacían la espera más dolorosa, los partos eran peligrosos, muchas mujeres morían en ellos, Caroline solo esperaba que su madre siguiera con vida para cuando él bebe llorara. Caroline no recuerda cuando se quedó dormida, despertó cuando su padre la acomodaba en el sofá, por la ventana se podía notar que amanecía. Había mucho ruido, los sirvientes iban y venían la pequeña Caroline, espero a estar más despierta para levantarse e ir a ver a la nueva bebé que tenía un llanto imponente. Cuando entro en la habitación de lo primero que se aseguró fue de ver a su madre y asegurarse de que estuviera bien la partera, no le permitió acercarse mucho y le dijo: cariño,
tu madre está descansando, no la puedes molestar, Caroline pregunto ¿y está bien, no va a morirse verdad?, la partera le dedico una sonrisa y le dijo, claro que no, fue un parto sencillo, así que no hay riesgo, pero ahora ella está muy agotada y debe descansar. Caroline se alejó de la cama y fue donde su padre, que no cabía en su propia felicidad mientras miraba a su hermanita, y pregunto ¿Cómo la llamaras Padre? Su padre, un poco sorprendido por la pregunta, ya que no había notado que la pequeña había entrado, le respondió: él, haciendo un énfasis en el artículo, se llamará Augusto, ¿te gusta? Caroline, que era una niña muy lista, lo entendió de inmediato, había nacido el sucesor. Si bien es cierto el entrenamiento de sucesora había durado muy poco tiempo, sintió que la sangre se le había ido del cuerpo, había perdido su razón y motivo. Al día siguiente, de repente, así como cuando lo solicito, abandono todas las clases. A sus padres no les habría molestado que continuara con él, su padre no le habría pedido nunca que lo abandone, pero Caroline considero que aprender sobre algo que no le sería útil cuando fuera una esposa no tenía sentido, desde ese día Caroline dejó de ser tan diligente y se entregó al esparcimiento y al juego.
Cuando Caroline cumplió 16, jamás espero recibir el regalo que le dio su padre. Había demostrado ser talentosa para los negocios. Siempre que podía su padre hablaba con ella sobre sus inversiones y siempre podía contar con los comentarios atinados de Caroline. Fue cuando decidió que era momento de que esa pequeña y diligente niña regresara. Cuando cumplió 16 le pareció que ya estaba lista para entrar al mundo de los negocios y le regalo un pequeño trato de importación de telas. Todo el mundo al enterarse se sorprendió, era poco frecuente que mujeres solteras y mucho menos tan jóvenes manejaran un negocio. Este acto fue como un oasis en la vida monótona de Caroline, era su oportunidad de demostrar que ella habría sido un mejor heredera que su hermano. Su padre no se equivocó, Caroline le saco el máximo potencial al negocio, y su socio le propuso hacer de manera directa otros negocios más. Ella, que era muy aguda, invirtió sus ganancias en este nuevo negocio.
Para cuando cumplió 17 ya era una joven muy adinerada con la facultad de mantenerse por sí sola. Una tarde, mientras compartía unos bocadillos con Rose, le pregunto, querida Rose, si yo me compro una casa y me mudo allí vendrías conmigo, Rose le respondió, por supuesto que sí, pero dudo mucho que dos jóvenes solteras puedan vivir en una casa separada, en la misma región que sus padres, ni tus padres, ni mi padre lo permitirían. Era verdad, una dama solo podía salir de su casa casada. No tenía sentido seguir pensando, es eso, olvidaron el tema y continuaron disfrutando de la tarde. Habían compartido innumerables días juntas bajo ese árbol, peros ese día se sentía diferente. Parecía que Rose tenía algo que decir, pero cuando se disponía a hacerlo, inmediatamente desistía. Esta situación se hizo insoportable para Caroline y se decidió a preguntar: Rose, ¿tienes algo que decirme? Rose la miro, contuvo la respiración, ligeramente abrió los labios como si por fin se habría decidido a decirlo. Más no dijo nada y el silencio inundó el ambiente. Caroline era paciente y espero a que Rose estuviera lista. Sin anticipación ni preámbulos, Rose dijo: en una semana me iré a la universidad. Caroline se quedó atónita.
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