Capítulo II

Iraida:

Esta situación no ha debido pasar, si mi mamá se entera me matará, capaz, y aprovechando que es enfermera me aplica la inyección letal. Es que no es para menos, — ¿Por qué hice eso? — no he debido, me dejé llevar y ahora sin ni siquiera tener quince años, perdí mi virginidad. Me repudio —¿Cómo voy a verle la cara a mi madre que se esfuerza trabajando para mí, y que yo salga con esta atrocidad? — Ella no lo merece.

En lo que me duchaba, he tocado por allí abajo, y eso se siente raro, como inflamado y además más ancho. Tengo ganas de llorar. —¿Qué he hecho? —Perdí mi virginidad así como así con un chico que apenas conozco, y que además, aunque no es muy atractivo que se diga, es asediado por la mayoría de alumnas del instituto, será por su condición de presidente del centro de estudiantes, que para algunas es demasiado importante, o será que realmente les gusta.

Bueno, en lo que a mi respecta me gustó desde el primer día que lo ví cuando comencé a cursar séptimo año. Recuerdo que estaba jugando baloncesto y ahí mismo me causó cierto no sé qué en el estómago. Obviamente no se fijaba en mi, es que para ese momento tenía doce años y él tendría catorce, ya era grande, sin embargo no podría imaginar que tiempo después fuese el primero en besar y darle mi preciado tesoro.

En lo que llegó mi mamá, no pude mirarle a la cara, aún así me senté a su lado como todas las noches para conversar como estuvo nuestro día.

—¿Cómo te fue en la fiesta?

—Bien mami, salí de allí a las 4:00 p.m

—Lo sé, me lo dijiste cuando te llamé. — ¿Te divertiste mi niña?

—Si, un poco mami.

—Te veo rara, estás como ausente.

— ¿Te sientes bien? —¿Acaso pasó algo?.

—Estoy bien mami, tranquila, en verdad no pasa nada. Es que tengo sueño.

Inmediatamente subí a mi habitación, no podía soportar la mirada de mi madre sobre mi rostro. Estoy convencida que de seguir allí, terminaría confesando todo. Muy cierto es lo que dicen que las madres lo saben todo, o por lo menos lo sospechan y en este momento me está pareciendo que es verdad. De hecho, comenta que me encuentra rara, claro, como no voy a estar después de lo que pasó en mi cama esta tarde. Jamás imaginaría que su hijita del alma dejó de ser pura a esta edad en la que ni siquiera he superado etapas donde ocurre esa transición de niña a señorita, es que por mi inmadurez y no saber controlarme pues no tendré las hermosas vivencias propias de la adolescencia. Por cierto, cada vez que me movía en el asiento de la silla sentía ardor y un leve dolorcito en mi parte íntima. Al levantarme de la silla no podía caminar bien, mi madre se quedó observando, tuve que decirle que era un calambre que me había dado, la verdad que cada momento me siento más desvergonzada, nunca en mi vida había mentido tanto como lo he hecho en estos últimos minutos. ¡Qué desastre total!

Ojalá, que todo pase rápido. Ahora realmente mi preocupación es que mañana tengo que verlo. ¿Cómo haré para hablarle? — ¿para saludarle?. Tengo mucha vergüenza, creo que sí me ven a su lado de inmediato sabrán lo que pasó entre los dos.

Y hay otra cosa que me preocupa muchísimo. —¿Y si me embarazo? — ¿qué podré hacer? — ¡Ay, Dios no lo permitas!... y lo peor que no puedo prometer que esto no volverá a pasar, es que creo que no tendré la fortaleza para rechazarlo cuando quiera volver a estar conmigo. Es que eso me gustó muchísimo.

Esta noche no dormiré, solo estaré pensando en todo lo que pasó aquí mismo en mi habitación y en mi cama.

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