Pasó la tarde y seguí conversando amenamente con el resto de los compañeros de Lex, ignorando por completo lo que había sucedido entre nosotros: su repentino rechazo y la tensión carnal que nos envolvía. Cuando se marchó, sentí el dolor de arrepentimiento en mi pecho y tuve que respirar profundo un par de veces antes de continuar. “Qué importa, es un cliente más”, me convencí, cuántos hombres guapos y adinerados no veo por acá”. Pero el dolor continuó toda la noche, ninguno era como él.
Me tocaba la limpieza del local y volví a casa más tarde que de costumbre. Me fui caminando para ahorrar en locomoción y no podía quitarme a Lex de la cabeza. Él nunca había apartado su mirada de un modo tan frío. Claramente soy solo una chiquilla con la que se puede divertir un rato después de sus labores y antes de regresar con su esposa, entonces ¿por qué estoy siendo tan infantil?.
Abrí suavemente la puerta. No quería encontrarme con el “cerdo” de mi padrastro, con solo pensar que vivo junto a él me hizo olvidar todos mis pueriles pensamientos sobre Lex. Rayos, lo inevitable. Estaba comiendo pollo con las manos, justo en el sitial que daba hacia la entrada, como si me estuviera esperando. Saludé y me dirigí rápidamente hacia la escalera para subir a mi habitación.
—¿Y mi beso, chiquita? —dijo descaradamente.
—¿De nuevo con eso? —contesté con repulsión—. ¿Y mi mamá? —la busqué por la habitación.
—Salió a visitar a tu tía hace unos minutos
—Son las 10 de la noche…
—Tuvo una crisis existencial —vi que se levantaba y me giré rápidamente.
—Ah… bien. Buenas noch... —sentí su mano aferrando mi brazo antes de terminar mi frase. “¿Qué rayos?” quedé inmóvil intentando analizar la situación en medio del cansancio acumulado del día.
—Tú… mocosa… eres una grata compañía en el club, pero conmigo no cedes. Quizás te mueve el dinero ¿Cuánto quieres? —me metió algo dentro del pantalón que, imaginé, era un billete. Liberé violentamente mi brazo de su sucia mano llena de grasa de comida—. Vamos, yo solo quiero que conversemos un rato, que me ames como a un padre.
—Nunca tuve uno, no sabría cómo amarlo ni aunque quisiera —intenté volver a subir las escaleras, pero me tomó ambos brazos por la espalda.
Estos meses, desde el matrimonio de mi madre, podía sentir sus lascivas miradas sobre mí, pero nunca imaginé que se animaría a someterme.
Siempre he sido ruidosa e insolente, pero esta vez no pude decir una palabra. Estaba petrificada, ni si quiera podía pensar claramente.
Me abrazó con fuerza y me obligó a inclinarme hacia adelante mientras me tocaba indecorosamente. Sentí su tufo a alcohol y me sentí mareada por toda la situación, perdí la fuerza en las piernas y terminé arrodillada con él sobre mi espalda. Metió sus gordas manos dentro de mi blusa y recorrió con ellas todo mi cuerpo hasta llegar a mis pechos lo que lo hizo emitir una nauseabunda risita que me dio arcadas disfrazadas de tos. Al ver que aguantaba en silencio me giró y me arrodilló frente a él. Estaba asqueada, impactada e inmóvil; quería llorar, pero simplemente no salía un sonido de mí a pesar de querer gritar. Pensé que iba a vomitar y a desmayarme de un momento a otro. Se levantó la polera y vi su grotesco estómago velludo mientras se abría el pantalón. Vi todo de él, espantada y me restregó sus intimidades sobre la cara. Di una inhalación profunda y en un momento de lucidez tracé en mi mente el camino hacia la salida principal; estaba asustada, pero no tenía más opción. En cuanto acercó su miembro hacia mi boca le di el golpe más desesperado que pude en la entrepierna y corrí. No pensaba volver jamás. Era lo suficientemente desapegada de mi madre como para regresar, y este evento me hizo detestarla más de lo que hubiera imaginado.
Corrí y seguí corriendo. Tenía la vista nublada y me dirigí como de memoria a mi trabajo. Afortunadamente vivíamos en el centro, por lo que solía haber gente hasta tarde en las calles. Lamentablemente hoy era lunes y casi no había un alma. Miré hacia atrás y vi que mi padrastro me había seguido en automóvil y se aproximaba a gran velocidad. Caí en desesperación y entré a un bar cercano al Club de Anfitrionas.
—Señorita, su identificación, qué le…
—Soy menor de edad, pero me sigue un hombre, por favor… —No podía encontrar las palabras para explicar lo que había pasado
—Disculpa, no puedo dejarte entrar. ¿Por qué no vas a la comisaría? —¡La comisaría! Entré al primer lugar que se me apareció y no había pensado que podía ir directo a la policía que se encontraba a dos cuadras. Salí rápidamente. Pero estaba “el cerdo” bloqueándome el camino.
—¿A dónde crees que vas, enana malagradecida? —se acercó a mí con el pantalón a medio abrir y tuve que correr en la dirección contraria a la policía. Doblé en el callejón junto al bar para escabullirme por una salida
—Mireya —Me tocaron el hombro y salté aterrada. Me giré cubriendo mi cuerpo con mis flacos brazos que no cubrían nada de mí. Estaba acabada, atrapada, se terminó, ya no había dónde huir de las garras del lobo. Esperaba que me forcejeara al auto, pero nada pasó. Alcé la vista y era él, con su maravilloso cabello rubio sedoso y sus cejas gruesas. Lex.
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Updated 73 Episodes
Comments
sonya martz
maldito! desgraciado! es un HDP 🤬😡🤬😡🤬😡🤬
2025-04-18
0
Sandra Lilian
sin palabras pobres chica
2023-09-05
3
Yessica Tuesta Mideiros
😱🤮 cerdo asqueroso
2023-08-11
0